Un total de 8.231 castellanos y leoneses recurrieron el año pasado al pago único de la prestación contributiva por desempleo para montar un negocio o hacerse autónomos, lo que supone que, con un cifra media de paro registrado superior a 200.000 personas, menos de un 5 por ciento de ellas utilizaron esta opción, según los datos facilitados por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

Además, pese a que los ciudadanos sin trabajo casi se han duplicado en la Comunidad desde que comenzó la crisis, el número de los que recurrieron a este sistema para autoemplearse fue en 2011 el menor de los últimos cinco años y se situó un 3,7 por ciento por debajo del de 2007, cuando hubo 8.547. En 2008, el primer año de la crisis, se elevó casi un 5 por ciento respecto a los doce meses anteriores, llegando a 8.972, y desde entonces se ha reducido progresivamente. En 2009 bajó hasta 8.778 beneficiaros y en 2010 hasta 8.572.

La capitalización del paro permite recibir en un único pago hasta el 60 por ciento del total de la prestación de desempleo pendiente de cobrar para poder hacer frente a la inversión necesaria para desarrollar una nueva actividad, mientras que el porcentaje restante se emplea en financiar las cotizaciones a la Seguridad Social del emprendedor.

Los 8.231 parados que la pidieron en 2011 en la Comunidad representaron el 5,58 por ciento de total de españoles que utilizaron este sistema. De ellos, 7.937 optaron por hacerse autónomos, 248 por entrar como socios en sociedades laborales y los 46 restantes por asociarse a una cooperativa. De media, capitalizaron 157 días de prestación y recibieron 4.376 euros. Por provincias, en Ávila se registraron 558 beneficiarios; en Burgos, 1.290; en León, 1.563; en Palencia, 471; en Salamanca, 1.219; en Segovia, 426; en Soria, 282; en Valladolid, 1.935, y en Zamora, 487.

Además, en abril de este año (el último mes del que hay datos cerrados) había 4.714 beneficiarios de la capitalización de la prestación contributiva en Castilla y León, de los que 317 eran de Ávila, 769 de Burgos, 899 de León, 253 de Palencia, 682 de Salamanca, 253 de Segovia, 155 de Soria, 1.094 de Valladolid y 292 de Zamora, mientras que 231.244 personas estaban inscritas como demandantes de empleo en el Ecyl.

“Capitalizar el paro te permite montar un negocio sin empeñar tu patrimonio personal, pedir favores a la familia o los amigos, o solicitar un préstamo al banco”, resalta el vallisoletano Antonio Martín, quien el pasado mes de diciembre abrió la primera ‘sushiteria’ de la capital junto a un socio, una tienda de venta de la popular comida japonesa y de todos los ingredientes para elaborarla, en la que además organizan cursos para enseñar a cocinarla, que está teniendo una gran acogida. “Ha sido una sorpresa, es una gozada la reacción de los clientes”, comenta.

Antonio explica que hace años empezó a estudiar japonés y aprendió a hacer ‘sushi’. Luego, hace cinco o seis años, realizó un proyecto de negocio sobre una tienda de venta de este producto, pero lo pospuso porque requería una importante inversión y porque creía que un establecimiento de este tipo no tendría éxito en Valladolid. Después de trabajar en un restaurante japonés de la ciudad, cambió de opinión y decidió hacer realidad su sueño capitalizando la prestación por desempleo. “Es un dinero que tienes ahí y que puedes usarlo; a mí me vino genial, si no, no sé si lo habría hecho”, señala.

Eso sí, recomienda a todo el que esté pensando seguir sus pasos que analice muy bien qué negocio quiere montar porque “la idea puede ser muy buena, pero siempre es un riesgo”. “Conozco a mucha gente que hizo conmigo el proyecto y que tenía ideas que parecían muy buenas, pero luego no funcionaron”, apostilla.

Sin miedo

Después de 26 años trabajando en el mundo de la publicidad y de ostentar cargos como el de director creativo de arte en una agencia, el salmantino Miguel Gonsalvez vio como una mañana todo ese mundo se desmoronaba al quedarse en el paro. Sin embargo, fiel al optimismo que le caracteriza, no había pasado ni un mes y ya estaba metido de lleno en su propia aventura empresarial, la creación de una agencia publicitaria. Para hacer realidad GW Creativo, solicitó el pago único de la prestación contributiva por desempleo y comenzó un largo proceso de papeleo que duró tres meses pero que, echando la vista atrás, asegura que le ha compensado.

Gonsalvez tiene 51 años, pero en ningún momento pensó que era el momento de jubilarse, todo lo contrario, ésta era su “oportunidad” para continuar con una tradición familiar de emprendedores que había dejado aparcada por la comodidad que puede dar ser un asalariado. Hijo y nieto de empresarios, recuerda como su abuelo le enseñó a barrer la firma que regentaba para que aprendiera “desde la base” el sacrificio de llevar un negocio.

Defiende que “los miedos no sirven para nada” y, aunque sabe que podía haber cobrado durante dos años el paro para “evitar quebraderos de cabeza”, comenta que optó por ponerse “manos a la obra” y volcar toda su experiencia en una empresa con la que quiere “romper” en la ciudad. De esta forma, continúa, seguirá desarrollando una profesión que le apasiona y también señala que da “ejemplo” a sus hijos sobre la importancia de ser valientes y tomar decisiones.

Ahora es consciente de que parte de cero y, pese a que sabe que el trabajo se “multiplicará” porque ya no es solo un creativo, sino que también es el contable de la empresa, el comercial y quien idea los proyectos, asegura que estas responsabilidades le resultan “estimulantes”.

También Amador decidió convertirse en emprendedor después de casi 20 años trabajando como soldador y encontrarse en situación de desempleo después de una baja laboral. A falta de tres meses para finalizar la prestación, decidió junto con su familia capitalizar ese periodo y embarcarse en una nueva aventura profesional con la apertura de una tienda de gominolas y caramelos suecos en la calle Padre Isla de la capital leonesa.

Aunque durante su vida laboral trabajó también fuera de España, en países como Madagascar o Colombia, en esta ocasión optó por continuar viviendo en León junto con su mujer y sus dos hijos de seis y tres años. Consciente de su capacidad para adaptarse “a todo”, encontró por Internet la posibilidad de vender este producto, novedoso en la ciudad, especialmente por sus características.

Amador explica que, además de caramelos suecos también cuenta con finlandeses y noruegos, y que su principal peculiaridad es que “no tienen azúcar, ni grasas trasgénicas y son aptos para todo el mundo”, incluidas las personas con intolerancia a la lactosa. El objetivo era abrir “no el típico quiosco de dulces”, sino trabajar “específicamente” con estos caramelos, de los que existe una “gran variedad” y que ya se están comercializando en otras ciudades españolas “con buen resultado”.

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