Varias familias ucranianas, integradas por catorce personas, ya están a salvo acogidas en El Espinar y San Rafael (Segovia), gracias a la labor de la Asociación Cueva Valiente, el ex parroco del municipio Valentín Bravo y Mensajeros de la Paz.

Además, otros siete ciudadanos ucranianos se quedaron en Madrid, tras aterrizar en Barajas, con familias estrechamente vinculadas con este municipio segoviano, que está dispuesto a seguir abriendo sus brazos solidarios con Ucrania, con un centenar de familias que podría acoger a unas 200 personas.

De estos primeros ucranianos, la mayoría son adultos, incluidos mayores de 65 años y seis menores, siempre acompañados por sus madres. Forman parte de un avión fletado por Mensajeros de la Paz desde Polonia, con más de 200 ucranianos. La mayoría de ellos, más de 150, se quedaron en Barcelona capital y su provincia.

Un total de 61 ciudadanos aterrizaron en Madrid. La ONG y el sacerdote Valentín Bravo se encargado de encontrar un medio de transporte, en autobús y tren, para todos aquellos que tiene familia o amigos en España y que se desplazaron a diferentes ciudades de Andalucía, Galicia o Navarra.

El director de Mensajeros de la Paz, Sergio Mella, explicó que fue “un vuelo duro”, desde Varsovia, conociendo las historias de estas familias ucranianas, que “podríamos ser cualquiera de nosotros, puede ser tú, tu familia, tus vecinos”. Emociones a flor a piel durante las horas de vuelo, con la ayuda de dos únicos traductores para más de 200 personas. Ya en España, fue algo más fácil con la incorporación de Igor y Mika, voluntarios para ayudar a sus compatriotas a vencer la barrera del idioma.

Mella aseguró que para la ONG es muy positivo poder enviar a estas familias de refugiados, a madres con sus hijos, a las ciudades donde ya tienen un apoyo seguro. No lo ven como derrota sino como una victoria. Para los que no tienen esos lazos con ucranianos ya residentes en España, está la solidaridad y cariño de las familias de El Espinar y San Rafael.

El director de Mensajes de la Paz le trasladó al alcalde de este municipio, Javier Figueredo, que tiene muchos motivo para estar más que orgulloso de sus vecinos. Por su parte, Valentín Bravo, explicó que va “a venir más gente” porque hay “más de cien familias dispuestas a acoger a más de 200 personas, que van a venir pronto”. La situación se va complicando. “Cuántos más salga y lo antes posible, más vida podrán tener”, sostuvo. Vendrán a Segovia para vivir con familias de varios pueblos como Villacastín o Cantimpalos.

El exparroco de El Espinar, el sacerdote Valentín Bravo, mantiene una relación de continuidad con este municipio segoviano. Aquí fundó hace 25 años, la asociación ‘Cueva Valiente’, para ayudar poder ayudar al pueblo de Bielorrusia, después se volcaron con Benín y, ahora de una forma especial con Ucrania, en coordinación con Mensajeros de la Paz. De hecho, el padre Ángel, fundador de esta ONG, estuvo en El Espinar para dar la bienvenida a las familias ucranianas.

Para los seis menores que, junto a sus madres y otros familiares, ya están en El Espinar, ya se está pensando en su escolarización. “Esta mañana hemos hablado con la directora del colegio”, detalló Bravo, y destacó que están dispuestos a todo, con un programa para dedicar un tiempo a la semana, “una hora o dos horas para que estén juntos, para aclimatarse con una profesora de apoyo y poco a poco a poco incorporarse al colegio”, resumió.

Por su propia experiencia, Bravo sabe que “los niños son esponjas, se aclimatan enseguida y te entiendes con ellos». «Es más complicado con los adultos”, sostuvo. Bravo fue el primer sacerdote español que tuvo autorización para adoptar a un niño, en este caso, un pequeño bielorruso, que ahora le sigue acompañando en sus labores humanitarias y que hoy también ha estado presente en este acto organizado por el Ayuntamiento de El Espinar.

Mensajeros de la Paz explicó que colaboran directamente con una ONG polaca que es la que les ayudó a encontrar a las familias vulnerables que más necesitaban una salida, una opción para salir de la frontera y afrontar una nueva vida, huyendo de la guerra. También destacaron que existe una buena coordinación público-privada, que cuenta con el apoyo de todas las administraciones. El sacerdote Valentín Bravo está en contacto directo con la subdelegada del Gobierno en Segovia, Lirio Martín, para ir realizando todas las gestiones con los refugiados que dispondrán de un permiso de trabajo y de residencia, durante tres años.