El Ayuntamiento de Segovia ultima un acuerdo con Bankia para financiar el desmontaje de la canalización de plomo del Acueducto de Segovia, considerada el origen de la mayoría de las humedades y filtraciones que sufren, sobre todo, los tramos reconstruidos de la obra romana de ingeniería civil más importante de España. El proyecto lleva prácticamente una década bloqueado por discrepancias con la Junta pero, según avanzó a Ical la concejala de Patrimonio Histórico, Claudia de Santos, la Administración autonómica “está ahora absolutamente receptiva” y se espera que lo autorice en próximas fechas.

Las humedades y filtraciones del Acueducto se agudizaron, según sostiene el Consistorio, tras la rehabilitación que impulsó la Junta entre 1992 (el año en que se cortó el tráfico bajo sus arcos) y 1999. Aquel proyecto, ejecutado por Geocisa bajo la dirección del arquitecto Francisco Jurado, costó cerca de seis millones de euros (casi un tercio aportado por Caja Madrid) e incluyó la instalación de una conducción de plomo de 839 metros sobre el canal a lo largo de la parte visible del monumento.

El objetivo era que el Acueducto, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985, recuperase su función hidráulica, que el agua volviera a circular por encima y llegara hasta la fuente más próxima al Postigo del Consuelo. “Una idea peregrina”, considera De Santos: “En primer lugar, el material no era el más adecuado porque el plomo es muy maleable, se calienta, se dilata, se encoge… y al cabo de los años no es un canal, es un churro que además no está sujeto al original”, describe. Y a ello se añaden los vándalos, que ya lo deformaron y hubo que repararlo varias veces antes incluso de que acabara la restauración. “Así que hay filtraciones porque llueve, pero además del agua de lluvia está la que remansa por el mal estado del canal”.

El problema resulta especialmente evidente en el sector de la calle Almira, reconstruido en tiempos de los Reyes Católicos, donde llega a hacerse charco en la acera; y también en la parte restaurada en el siglo XIX. El tramo más resistente, por contra, es curiosamente el originario, el romano, datado entre los siglos I y II: “Aunque tenga alguna filtración la soporta mejor”, valora la concejala de Patrimonio Histórico.

Los 36 arcos destruidos por los musulmanes en 1072 y recuperados en el siglo XV (1483-1489) se encuentran entre el codo de la plaza de Díaz Sanz y el desarenador de San Miguel, y su estructura “es mucho menos sólida que la romana”, tal y como explica De Santos: “Digamos que no es maciza, son dos paredes de piedra que se rellenaron con materiales diversos, por eso las filtraciones de esa zona son mucho más graves, porque ‘lavan’ el interior”.

Y después está “el arco reconstruido en el siglo XIX más cercano al Postigo”, donde el Acueducto se adentra en el recinto amurallado. “A pesar de que es macizo, por abajo se ve permanentemente sucio por una gotera”, reconoce la edil. En resumen, “las filtraciones afectan fundamentalmente a esas dos zonas: el arco más próximo al Postigo del Consuelo y todos los de la zona medieval, que es la más urgente”, a uno y otro lado de la parte central.

 

Causas y soluciones

Las causas del problema las explica De Santos: “Los romanos impermeabilizaron el lecho del canal con un mortero de cal hidráulico que se ha ido deteriorando con el paso de los siglos y por algunas obras”. De hecho, destaca que allí se llegó a ubicar incluso “una garita de inspección” en tiempos de las Guerras Carlistas (s. XIX). “Y para más inri, el canal de plomo que se colocó en la restauración que se acabó en 2000”, lamenta. “Fue una decisión muy poco afortunada que no sólo no servía a los fines que se propuso, sino que se puso mal y sólo ha generado desventajas. Aparte de que es un elemento añadido que hoy en día… a nadie se le ocurriría poner un gorro de pizarra a una catedral gótica, por ejemplo”.

En cuanto a la actuación planteada, “lo primero que hay que hacer es levantar ese canal de plomo; segundo, limpiar bien; y tercero, impermeabilizar el canal original con mortero de cal”. El proyecto no es caro, teniendo en cuenta el coste que suele conllevar cualquier obra que se lleve a cabo sobre patrimonio histórico. Bastarán “unos 30.000 euros y dos o tres meses de trabajo” para retirar buena parte de la conducción de plomo. “Con ese dinero no podremos quitar todo, pero sí lo que más afecta, y sobre todo marcamos la línea a seguir, ya que después será más fácil abordar la segunda parte”, valora la concejala.

El Consistorio redactará un contrato menor para formalizar una adjudicación directa, sin concurso, a una empresa “con experiencia que ofrezca garantías”. Aunque para ello De Santos confía en la “inminente” aprobación del proyecto por parte de la Comisión Territorial de Patrimonio de la Junta, que ya lo tumbó varias veces en los últimos años por advertir defectos en la propuesta de intervención que el Ayuntamiento siempre rechazó. En cualquier caso, “esta vez hay una confianza fundada en que salga adelante”, insiste De Santos, quien cree que así “el Acueducto no quedaría perfecto sólo con esto, pero al menos ya no tendría goteras”.

 

Tratamiento contra las palomas

El patrocinio de Bankia también va a permitir costear un tratamiento contra las palomas que anidan en las oquedades del monumento, sobre todo a la altura de la plaza de Díaz Sanz. “Hay unos huecos enormes, y el problema ya no es sólo lo que van horadando, sino las eyecciones, que son altísimamente corrosivas”, recuerda la responsable municipal de Patrimonio Histórico. “Puede ser un problema grave y además abordarlo es complicado porque, evidentemente, no puedes poner jaulas ni llenarlo de pinchos y cables. Pero veremos si funciona con hilo de sedal y otras medidas, digamos, que no sean invasivas, que sean absolutamente reversibles y eviten que las palomas puedan entrar en los huecos”.

Por lo demás, el Acueducto no necesitaría a corto plazo más trabajos de mantenimiento que el habitual paseo de cada año por el canal para retirar zarzas, ailantos y otras plantas leñosas que pueden causar daños si enraízan. “Esas sí son peligrosas”, indica. “Cuando el Acueducto está lleno de hierbas, esas que pueden afear tanto y que se ven fuera del canal, pueden producir cierta alarma pero en realidad no son preocupantes”. Éstas últimas son vegetación rupícola, estacional y con un ciclo de vida muy corto. Desde luego, mucho más breve que el pulso latente entre la Junta y el Ayuntamiento por la polémica conducción de plomo y las goteras de uno de los monumentos romanos más importantes y mejor conservados de la Península Ibérica.

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