El jueves, 18 de septiembre de 1614, hace 400 años, el pueblo segoviano fue testigo de una pavorosa historia: un terrible incendio ocurrió en la Catedral y acabó con su torre, la más alta de España.
Y el fuego, el incesante fuego que todo lo arrasa, cayó en forma de centella sobre la ciudad de Segovia. Era jueves, 18 de septiembre de 1614. Segovia se hallaba inmersa en un ambiente festivo ante la llegada a la ciudad del Rey Felipe III. Por este motivo, los caballeros de la ciudad habían organizado corrida de toros y juego de cañas. En esta antesala festiva y después de la oración: “…empezó a soplar tan grande viento en un nublado espeso que oscureció todo lo que pareció visible y alterándose el aire comenzó la más recia tempestad de truenos, relámpagos y rayos que jamás se han visto en aquella ciudad y estando todos despiertos y muy atemorizados a tan grande estruendo, ruido y fuego, precedió a un luminoso relámpago un temerario trueno y con él un rayo el cual cayó en el chapitel de la torre de la Santa Iglesia Mayor (…) y habiéndose encendido de la llama empezó a correr el plomo derretido como si fueran canales de agua por espacio de tres horas”.
En este momento, la ciudad entera parecía una antorcha encendida que abrazaba toda la ciudad. Las llamas no sólo afectaron a la torre de la catedral, sino también a la Capilla Mayor, sin embargo, las campanas no sufrieron daño alguno. Los mismos vecinos que con su esfuerzo estaban construyendo la Catedral, se afanaban ahora en controlar y acabar la destrucción de su torre. La madera ardió y se consumió, mientras el plomo se derretía. En la lucha titánica entre el fuego y el rescoldo, los segovianos vivieron un auténtico infierno. Segovia entera era llanto y oración. Los segovianos no cesaban en sus sacrificios, oraciones y disciplinas. “Fue así, que empezó una tan temeraria tempestad de agua (…) el agua recia que apagó el incendio”. La ciudad enmudeció y un ambiente de luto y duelo impregnó a sus habitantes.
Al día siguiente del incendio, el viernes 19 de septiembre, la Ciudad –el Ayuntamiento- celebró dos sesiones. En la primera de ellas, los representantes de la Ciudad, acordaron nombrar a dos regidores para que fueran a dar el pésame al Cabildo “por el daño sucedido” y para ofrecer la madera necesaria, procedente de Valsaín, para así reparar la torre. En la segunda sesión se deja constancia del estremecedor sentimiento en el que se hallaba imbuida la sociedad segoviana ante tan lamentable pérdida. Es el Regidor Arévalo de Zuazo quién da fe de ello: “Tengo entendido que los caballeros del lugar quieren hacer juego de cañas y han pedido a la Ciudad les de toros y la Plaza Mayor y porque le parece que habiendo sucedido como el incendio de anoche en la Iglesia Catedral, donde se quemó la mayor parte de ella y porque dé lugar más inclinado a verter lágrimas que a tratar de regocijos, pide y suplica a la Ciudad se sirva de si se debe pedir a los caballeros dejen el juego de cañas pues sus mercedes están tan tristes y lastimadas que con facilidad le dejarán”. Ante esta petición de la Ciudad, los toros y juegos de cañas quedaron suspendidos.
A los dos días del incendio, el sábado 20 de septiembre, los canónigos Luís Coronel y el Arcediano de Sepúlveda en representación del Cabildo de la Catedral se dirigieron a la Ciudad, para dar las gracias. El daño, estimado en unos 50.000 ducados, fue irreparable, sin embargo, toda la sociedad segoviana hizo un importante esfuerzo por devolver a la torre la majestuosidad y grandeza que la había caracterizado. Con las limosnas de las instituciones y el pueblo segoviano la torre de la Catedral, volvió a levantarse majestuosa sobre la ciudad.
Su estructura fue sustituida por la actual diseñada por el arquitecto del barroco segoviano Pedro de Brizuela El arquitecto respetó los cuatro botareles góticos sobre los que se apoyaba la estructura de madera. Este diseño fue ejecutado por Juan de Mugaguren por 11.000 ducados , finalizándose la obra en tres años.
Era jueves, 18 de septiembre de 1614, cuando el perfil de la ciudad cambió para siempre. Hoy jueves, cuatrocientos años después, recordamos este triste acontecimiento que enmudeció a la ciudad y redujo a cenizas, no sólo la torre que se encontraba más cerca del cielo, sino el esfuerzo y devoción del pueblo segoviano.
En este cuarto centenario, el Cabildo de la Catedral, quiere acercar a segovianos y visitantes, el alto valor histórico y patrimonial de este pasado, con la oportunidad de visitar la que fue, la torre más alta de España.
Apertura
La torre de la catedral de Segovia se abrirá en breve a las visitas, por primera vez desde que la destruyera un histórico incendio del que precisamente se cumplen 400 años. Su estructura actual tiene unos 85 metros de altura y está dividida en tres estancias a las que se accede por 140 escalones que culminan en el campanario, desde el que se podrán contemplar unas vistas únicas de la ciudad del acueducto.
El deán de la catedral, Ángel García Rivilla, explicó a Ical que la intención era que su apertura coincidiera exactamente con el cuarto centenario del siniestro, “pero finalmente no ha sido posible por retrasos en la tramitación”, aunque confía en que pueda producirse antes de octubre. No en vano, destacó que el cabildo lleva trabajando en ello todo el verano, aunque la idea original surgió ya tras las obras de restauración que se realizaron en esta estructura en 2003.
La torre pertenece al primer periodo constructivo del templo y se levantó en 38 años, desde 1530 a 1568. Sus primeras trazas fueron dadas por el maestro de obras Juan Gil de Hontañón, quien al fallecer en abril de 1526 dejó en manos de su hijo Rodrigo Gil de Hontañón y el aparejador García de Cubillas la traza definitiva, con 108 metros y un chapitel de 25 -80 pies- que la convertía en la más alta de España.
La visita se distribuirá en tres niveles, empezando por una primera plataforma a la que se accede subiendo 70 escalones y donde se podrá ver un audiovisual con la historia de la torre. En la segunda planta el turista descubrirá la casa del campanero, y en la tercera la torre de las campanas, donde se ofrecerá información como el nombre, el peso y otros detalles de cada una de ellas.
El dinero que se recaude por las visitas a la torre servirá para financiar la conservación y el mantenimiento de la seo. No obstante, el deán declinó precisar el precio de la entrada o el presupuesto de las obras hasta que se celebre la presentación oficial del resultado de un proyecto que ha sido acometido por el cabildo en solitario.
“La torre no solo se ha recuperado para que la pueda ver todo el que se acerque a la catedral y por sus vistas, sino también por el hecho cultural y religioso, un valor añadido porque en lo cultural no tiene precio”, valoró García Rivilla, quien reseñó que ‘La dama de las catedrales’ recibe cada año entre 150.000 y 200.000 visitas.