La antigua cárcel de Sepúlveda reabrirá en breve como centro de interpretación. Una exposición permanente recreará lo que fue este histórico edificio durante más de 400 años, hasta la década de los 60 del siglo pasado, y al mismo tiempo reflejará costumbres y usos sociales del pasado relacionados con distintos conceptos de la reclusión y la libertad.
Fuentes de la Fundación del Patrimonio Histórico (FPH) de Castilla y León, impulsora del proyecto junto con el Ayuntamiento sepulvedano, precisaron a Ical que en las próximas semanas revisarán las obras para comprobar su correcta ejecución. Y el alcalde de la localidad, Francisco Notario, confirmó que cuenta con celebrar la inauguración este mismo mes.
El Consistorio no ha definido todavía cómo gestionará la renovada prisión, para lo cual baraja realizar alguna contratación, ni otras cuestiones como los horarios y días de apertura, si bien el primer edil avanzó que también estos detalles se esperan resolver de manera inminente. No en vano, será la Administración municipal la que se encargue de su mantenimiento y explotación.
El proyecto adjudicado a la empresa Vacceo se aprobó hace un año, aunque la idea comenzó a gestarse en 2010. Y la pasada primavera se llevaron a cabo los trabajos de albañilería previos a una intervención en la que han participado profesionales de distintas disciplinas, desde la arquitectura y el diseño gráfico hasta la antropología, la arqueología, la museografía o la historia.
El edificio cuenta con una superficie de 400 metros cuadrados repartidos en tres alturas y presentaba un buen estado de conservación, sin problemas estructurales a pesar de su antigüedad, de ahí que no fuera necesaria una inversión excesiva. En concreto, se dio luz verde a un presupuesto inicial de 132.219 euros, de los cuales el Ayuntamiento aporta el 56 por ciento (73.976) con cargo a una subvención de la Coordinadora para el Desarrollo Integral del Nordeste de Segovia (Codinse), gestora de fondos europeos Leadercal; y el 44 por ciento restante (58.243 euros) corre a cuenta de la FPH.
El nuevo centro de interpretación de la vieja prisión sepulvedana, dotado con un proyecto expositivo cargado de material audiovisual, permitirá al visitante experimentar y conocer cómo vivían los presos, cómo se impartía justicia y también las costumbres y usos sociales relacionados de siglos pasados. Pero en la exposición permanente no hay elementos de tortura ni nada explícito en ese sentido, sino que se aborda el concepto de la reclusión con un sentido didáctico y pedagógico. De hecho, con las pantallas táctiles y las proyecciones audiovisuales instaladas, aparte de los paneles, se pretende dotar a la antigua prisión de suficiente atractivo para mayores y pequeños.
En la planta baja, aparte de la historia de la propia prisión de la localidad, se da a conocer la idea del cuerpo como cárcel del alma a través de las vivencias de místicos y ascetas. Y se rememora la ‘literatura encarcelada’, la que se ha escrito acerca de las cárceles o directamente dentro de ellas, para lo cual el visitante podrá leer en una tableta, a modo de biblioteca virtual, textos de Fray Luis de León, Cervantes, Miguel Hernández, Quevedo, Jovellanos o San Juan de la Cruz. Destaca también la sala audiovisual ubicada en una cueva excavada en la roca.
En la primera planta se aborda la reclusión que sufrió la mujer en siglos pasados sin estar entre rejas, el honor encarcelado en palacios y casas señoriales convertidas en nobles prisiones. Y también se trata la reclusión voluntaria de monjes y eremitas que buscaron la salvación del alma a través de la soledad, la oración, el trabajo y la represión del instinto, con ejemplos de distintas órdenes monásticas y ermitaños como San Frutos.
Las ciudades amuralladas vistas como grandes prisiones en otro tiempo, durante los asedios; la vida intramuros en aquella época y las cárceles en su sentido más literal completan esta planta en la que los niños dispondrán de juegos interactivos, prismas y diverso material multimedia, incluida una aventura gráfica.
Y por último, la segunda planta se centrará en reflejar cómo era la vida en cada uno de los espacios de la antigua cárcel sepulvedana: la relación entre presos y carceleros, celdas de hombres, de mujeres, el calabozo, los baños o el cuarto de guardias. En resumen, una curiosa reinterpretación de un edificio que, cerca y lejos de su sentido de antaño, anhela erigirse como un nuevo dinamizador para la comarca.