El día 27 de marzo de 2024, además de ser miércoles santo, es el último día de trabajo de un buen funcionario, y es que después de 40 años de servicio, se despide de la profesión de funcionario, Hilario Herrero Rincón.

Para decir que alguien es bueno en algo, resulta más creíble si lo justificas, aunque en este caso, les aseguro que sobran las justificaciones. Hilario aprobó la oposición de instituciones penitenciarias allá por 1984, de ahí los 40 años de servicio, posteriormente, accedió al cuerpo superior, lo que le dio la posibilidad de ser nombrado y ejercer como Subdirector de Seguridad del Centro Penitenciario de Segovia hasta febrero de 2021, finalizando su carrera profesional como Director de Programas.

Siendo Subdirector de Seguridad del Centro Penitenciario, recibió en 2014, la Cruz al Mérito Policial con Distintivo Blanco, galardón que premia a quienes sobresalen en el cumplimiento de sus deberes o en la realización de trabajos de carácter profesional, y en 2020, de forma inesperada, le conceden la Medalla de Plata al Mérito Penitenciario, por la prestación de servicios de especial relevancia relacionados con la actividad penitenciaria de forma continuada que denotan superior iniciativa y dedicación.

Después de este currículum, cualquiera puede afirmar que, evidentemente, se despide un muy buen funcionario. Y ahora, si me lo permiten y sin ser nada objetivo, les relato porque, además de despedirse un buen funcionario, se despide un gran profesional, un servidor público ejemplar y una persona que ha dignificado la administración pública en la que ha trabajado.

Después de aprobar la oposición, el primer destino fue Lérida, tras 8 años lejos de casa, conociendo lo bueno y lo malo de la profesión, y cuando el catalán se instalaba casi por completo en el último colegio que impartía clases en castellano, solicitó el destino a Segovia, con lo que, de vuelta a casa y ya cerca de la familia, comenzó a trabajar en la antigua cárcel.

El trabajo en instituciones penitenciarias no es fácil, prueba de ello es que un recuerdo que no voy a poder borrar de mi mente es, con la amenaza de ETA muy presente, ver a Hilario agacharse y mirar debajo del coche antes de montar. Y a pesar de ser un trabajo complicado y en ocasiones poco agradecido, el interés y la motivación por seguir creciendo, le hicieron matricularse y estudiar la carrera de Relaciones Laborales, aprovechando las noches de estudio una vez dormidos todos en casa, y sacar todas las asignaturas adelante con muy buenas notas. Lo que le animó a prepararse las oposiciones del cuerpo superior, que sacó también adelante con nocturnidad y alevosía.

José María García como director del centro penitenciario (persona a la que Hilario siempre estará agradecida), le nombró Subdirector de Seguridad, puesto en el que se volcó por completo y para el que no escatimó horas de dedicación, entrando una gran cantidad de jornadas el primero y saliendo el último, sin prestar atención al reloj, cogiendo toda la responsabilidad que el cargo requería e intentando mantener siempre el equilibrio y la equidad en sus decisiones.

Los últimos años, tras una pandemia horrorosa, con la jubilación de José María en ciernes, el nombramiento de una nueva directora, con un nivel de estrés disparado y con la posibilidad de jubilarse, decide apartarse de primera línea al puesto de Director de Programas, dejando trabajar a los nuevos cargos directivos sin entrometerse en el día a día pero siempre a su disposición, hecho que le define como profesional.

No es justo relatar 40 años de carrera en unas líneas, pero más injusto sería no escribirlas, así es como el 27 de marzo de 2024 llegamos al último día en el que Hilario va a pisar el Centro Penitenciario de Segovia. Hilario se despide como buen castellano de Hoyuelos, sin hacer ruido, sin pedir nada, habiendo dejado sus mejores años y toda su carrera profesional en la cárcel, porque la institución está por encima de las personas.

El 27 de marzo, se despide un buen funcionario, un gran profesional, un servidor público ejemplar, se jubila para seguir ejerciendo de buen padre, de buen marido y de mejor abuelo.

Hilario se jubila con el deber cumplido con creces y con la conciencia tranquila de saber que ha dado todo por su profesión. Y tras 40 años de servicio, lo único que se le puede decir es GRACIAS.

Artículo de Víctor Herrero