Igual que un río, el hombre es cambio y permanencia. Son los hombres los que escriben cada día la historia de los pueblos, desde los velados recuerdos de cuando los pequeños municipios mostraban una gran actividad hasta los insignificantes detalles de una tarde de otoño en la que los mayores recorren cada rincón del pueblo, vestidos de negro, a paso lento, con las huellas en el cuerpo del duro trabajo del campesino. Es la triste y a la vez mágica estampa que ofrecen los pequeños pueblos castellanos, las despobladas localidades sorianas.

Hoy por hoy existen varios movimientos, asociaciones, particulares y las propias administraciones que luchan por que el ámbito rural no quede desierto. El trabajo no sólo consiste en restaurar templos, el mejor ejemplo lo encarna el Consorcio de Entidades para la Acción Integral con Inmigrantes (CEPAIM). Esta ONG de ámbito nacional emplea todos sus recursos para repoblar la España rural a través de su proyecto denominado Nuevos Senderos. La iniciativa está subvencionada por el Ministerio de Trabajo e Inmigración y el Fondo Social Europeo, y favorece la integración social y laboral de las familias inmigrantes en zonas rurales en proceso de despoblamiento.

El caso del municipio de Yanguas es su primer éxito en Soria. Genaro llegó de Ecuador a Murcia y acabó viviendo en Yanguas. Fue en Murcia donde encontró la posibilidad de dar un giro a su vida y a la de su mujer e hijos, una vez que se quedó sin empleo. Gracias a CEPAIM, Genaro regenta el bar de la Asociación de Amigos de Yanguas, que el ayuntamiento le ha cedido gratuitamente. Él se hace cargo de los gastos y para él son los beneficios. Siempre atiende amablemente a los periodistas, con una sonrisa en la cara relata cómo llegó a la provincia de Soria. “Los vecinos nos acogieron sin recelo, sabían que veníamos a trabajar y yo quiero levantar el bar por nosotros y por el pueblo”, dice Genaro.

Sólo 75 habitantes y un niño poblaban Yanguas hace más de una década, el irremediable paso del tiempo abocaba un final próximo para esta comunidad de Tierras Altas. En contra de lo previsto, actualmente son más de 120 los habitantes censados, hay esperanza de formar una vida. “Al medio rural no se puede venir como huída de los problemas urbanos, sino como proyecto de vida, porque es muy duro”, dice Genaro.

La ONG ofrece una oportunidad de desarrollo y crecimiento para los municipios en proceso de despoblamiento y también la posibilidad de conservar o incrementar la población para poder mantener determinados servicios abiertos como los colegios. Un trabajo que desarrollan con la colaboración de entidades regionales y locales desde una perspectiva de desarrollo local. Vicente Gonzalvo es el coordinador de CEPAIM de Soria, Teruel y Guadalajara y explica que la red de técnicos que selecciona a las familias es muy amplia. «Estamos en Almería, Sevilla, Valencia, Ciudad Real, Madrid y Barcelona, pero siempre dejando claro que esto no es una oficina de empleo por eso buscamos familias que de verdad se interesen por vivir en el medio rural porque si la selección no la hacemos bien el fracaso será mucho mayor”.

Gonzalvo pide que las familias que pretendan hacer de esto una solución temporal a sus vidas se abstengan de presentarse, “no queremos que las familias solicitantes pongan un parche a sus vidas en una coyuntura de crisis como la que vivimos ahora”. El coordinador añade que este proyecto no sólo es una ayuda a los inmigrantes, sino una solución con dos vertientes. “Es cierto que buscamos un empleo y una vivienda, nunca gratuita, a la familia pero el verdadero beneficio llega al pueblo porque ya se está comprendiendo la idea de que si no hay una población mínima tampoco tendremos unos servicios mínimos”.

La fase de información y selección de las unidades familiares pasa por la concesión de una entrevista personal a cada miembro de la familia. A continuación, llega una etapa de formación y orientación sobre el medio rural. Posteriormente, se ofrece un puesto de trabajo al miembro fuerte de la unidad familiar de acuerdo a las necesidades del pueblo. La última fase es la supervisión que lleva a cabo el personal técnico que trabaja en la oficina instalada en el pueblo de destino.

La responsable de la oficina de Yanguas es Laura García Lamata, se ha convertido en el contacto continuo con la familia de Genaro siempre que lo necesitan, bien sea para resolverles dudas sobre la asistencia social, papeles de extranjería, el centro de salud o los pequeños conflictos que pudieran existir. “Es esencial que no se encuentren solos para que no se depriman, porque en su lugar de origen dejan muchos amigos y otros familiares”.

Este proyecto se desarrolló de forma experimental en Teruel y también se está poniendo en marcha en las provincias de Guadalajara y Ciudad Real, además de avanzar en Soria. Desde la Subdelegación del Gobierno en Soria señalan que “en pocos sitios como en Soria vale la pena intentar que cuaje una iniciativa de estas características, porque la concentración en muy pocos núcleos y el envejecimiento son los principales problemas de la provincia”.

Las cifras son alarmantes. Soria es la provincia menos poblada de España con 94.646 habitantes, según el Padrón Municipal de 2008. Esta cifra se mantiene por la llegada de inmigrantes, puesto que en los últimos nueve años, la población autóctona ha descendido en 5.000 habitantes mientras que los inmigrantes han aumentado en 8.000. Soria posee una extensión de algo más de 10.000 metros cuadrados, lo que hace que la densidad de población sea de las más bajas de la Unión Europea. Se puede hablar claramente de desierto demográfico en casi la totalidad de las zonas rurales. La media de Soria es de 9,2 habitantes por kilómetro cuadrado, un índice muy alejado de los valores medios de España, 91,5 habitantes por kilómetro cuadrado y de la Unión Europea, 116 habitantes por kilómetro cuadrado.

En la ONG lo tienen claro, la tranquilidad que ofrece el estilo de vida rural ayuda a que los inmigrantes se adapten a un menor nivel de estrés y a una vida más relajada en un entorno natural con baja contaminación ambiental. La educación personalizada para los niños está garantizada, así como las estrechas relaciones sociales entre los habitantes del pueblo porque se suelen establecer vínculos cercanos basados en la cooperación y el apoyo mutuo. Por otra parte, el hecho de que los sorianos reciban a nuevos pobladores les asegura el mantenimiento de servicios básicos, y también la acogida de nuevas identidades culturales dinamiza la aparición de actividades de tipo cultural que abren los horizontes cognitivos.

El coordinador de CEPAIM asegura que Nuevos Senderos “está empezando a convertirse en algo demasiado grande». «Nos falta gente que pueda hacer la selección, de momento tenemos a 200 familias ya preparadas para residir en estos pueblecitos”. Oncala, Cabrejas del Pinar y Almarza son algunas de las localidades sorianas que próximamente acogerán nuevos vecinos. Gonzalvo aclara: «No queremos una lista de espera de 300 unidades familiares porque nuestro objetivo es colocar familias pero no a un ritmo frenético, queremos hacerlo bien para que se mantenga el médico, la tienda, el bar, el colegio y otros servicios del pueblo pero poco a poco”.

Lo curioso no es cómo se escribe la historia sino cómo se borra, dice el poeta andaluz Manuel Alcántara, pero afortunadamente siguen existiendo personas que creen en un estilo de vida digno y luchan para que lo que hoy es vida no se convierta mañana en memoria histórica.

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