Picos de Europa desde el mirador de Pandetrave

Un cuarto de siglo de una gestión diferente resume en la actualidad la figura de parques nacionales, esos que ya existen desde hace más de un siglo, cuando en 1918 se creó el primero de ellos, precisamente el de Picos de Europa, pionero en España y heredero del que se denominó Montaña de Covadonga. Tanto este marco incomparable, dirigido de forma compartida entre los gobiernos autonómicos de Castilla y León, Asturias y Cantabria, como el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, mucho más joven, con ocho años desde su creación, recogen los valores de aquellos terrenos singulares convertidos en joyas de conservación y un alto grado de diversidad, sin dejar la gran atracción turística. Se trata de auténticas escuelas de valores naturales.

Todo se remonta al 23 de junio de 1995, hace justo 25 años, con el nacimiento del Organismo Autónomo de Parques Nacionales tras la fusión del simbólico Icona (Instituto para la Conservación de la Naturaleza) y el Iryda (Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agraria). Tres días más tarde, una sentencia del Tribunal Constitucional declaró inconstitucional la gestión exclusiva del Estado en los parques nacionales. En aquel momento, España contaba con una decena de zonas protegidas con esta figura. Desde entonces se han sumado otros cinco, entre ellos Guadarrama, que casualmente también se creó un 23 de junio, pero de 2013.

Otra sentencia, en este caso del 4 de noviembre de 2004, atribuyó a las propias comunidades autónomas la gestión ordinaria de los parques, y en 2014, se aprobó la Ley de Parques Nacionales (30/2014). Dos años después se dio luz verde al Plan Director de la red y, en 2018 se creó la Cátedra de Parques Nacionales.

El director general de Medio Natural, José Ángel Arranz, asegura al respecto que la gestión ha tenido diferentes avatares y recordó que ha venido ligada a sentencias del Constitucional y ajustes competenciales. Tras varias sentencias ha pasado de ser gestión inicial del Estado a ser compartida entre las comunidades, coordinadas por el ahora Ministerio para la Transición Ecológica. “Hay que verlo desde el punto de vista positivo del sistema autonómico: permite una gestión mas cercana a los ciudadanos y ayuntamientos”, resume.

En la actualidad, 15 parques nacionales constituyen la red nacional, ubicados en 12 comunidades autónomas o 19 provincias. Ocupan un total de 384.592 hectáreas (368.604 de ellas terrestres y 16.000 marinas). De ellas, 67.455,59 corresponden a Picos de Europa, en las tres comunidades autónomas; y 33.960 a Guadarrama, en Madrid y Castilla y León.

Arranz explica, en declaraciones a Ical, que en este cuarto de siglo se ha pretendido que esa conservación “vaya ligada a la forma de vida de los habitantes de los propios parques”. En el caso de Picos de Europa, incluso, los paisanos “viven dentro”, mientras que en Guadarrama lo hacen en su área de influencia económica. Por ello, se ha apostado, incide, en un “turismo respetuoso, de calidad y sostenible para que la población local pueda vivir en el entorno de esos parques”. “En esa idea seguimos trabajando. Se declaran parques nacionales porque queremos mantenerlos bien conservados”, desliza el director general.

Millones de visitantes

Actualmente, la titularidad de los terrenos de la Red de Parques Nacionales es en un 82 por ciento pública y el resto, privada. Destaca la propiedad municipal, con un 45 por ciento, seguida de la estatal (20) y la autonómica (17 por ciento). Además, 168 municipios integran las áreas de influencia socioeconómica, con una población de algo menos de 1,5 millones de habitantes, según datos del Instituto Nacional de Estadística.

El número de visitas estimadas a los parques nacionales superó en los últimos años los diez millones. Hace dos años se alcanzó el máximo histórico, con más de 15,5 millones. De ellos, 1,85 millones corresponden a Picos de Europa (datos de 2019), un cinco por ciento menos que el año anterior, si bien sólo 200.000 entran por la vertiente leonesa, un 16,2 por ciento menos. Por otro lado, 2,7 millones acudieron a Guadarrama. Se trata del tercero y segundo parques nacionales con más llegadas, sólo superados por el imbatible Teide canario, con 4,3 millones. Picos cuenta con en torno a 80 trabajadores, frente al centenar de Guadarrama.

Dos planes de uso avanzados

José Ángel Arranz destaca que los planes rectores de uso y gestión de ambos parques son avanzados. “En estos 25 años hemos establecido unas bases claras: avanzar en estos documentos de gestión”, comenta. Por un lado, el de Guadarrama ya se encuentra aprobado. Mientras, el de Picos de Europa es el segundo que se elabora después de que el primero, que databa de 2002, fuera suspendido por Sentencia del Tribunal Supremo

En este caso, ya se han analizado las alegaciones de la fase de información pública, que han sido numerosas. “Nos ha llevado casi un año de análisis, pero ha permitido ya un nuevo texto que en los próximos días se presentará ya al Patronato y que se ha retrasado por el COVID-19”, precisa Arranz. En este sentido, el documento se ha redactado de forma “consensuada” y el contenido y regulación es la misma para todo el parque, aunque formalmente requiere de la aprobación de tres decretos, uno por comunidad autónoma que lo compone. “Se aprueban prácticamente tres textos idénticos, como sucedió también en Guadarrama con Madrid”, sostiene el director general, quien remarca que cada vez que se elabora un nuevo documento “se intenta una gestión más integrada, más participativa y donde la población y los ayuntamientos tengan una capacidad mayor en la toma de gestión”.

El Parque y la población local

No son nuevas las históricas reticencias de la figura de parques nacionales con una parte de la población local, que siempre han estado rodeadas de polémicas. Arranz lo justifica en que se percibe que su declaración conlleva prohibiciones: “Tratamos de matizar eso: no prohibimos, sino que regulamos”.

No esconde que la propia Ley de Parques Nacionales es “restrictiva”, como sucede en el caso de la caza y otros aspectos que “son asumidos por la Administración y si hay pérdidas se compensan”. “Intentamos que la mayoría de los habitantes estén cómodos, pero siempre hay voces discordantes. Por ello siempre buscamos que los parques y su entorno formen un sistema del que los habitantes tienen que forman parte. La gente cada vez lo entiende mejor”, sentencia.

Además, precisa que es necesario adaptarse a los nuevos tiempos. Es decir, determinadas actividades tradicionales “tienen menos peso y lo tienen más otras”. Por ejemplo, hay menos agricultura y ganadería y mayor demanda de ocio y actividades al aire libre. “Cuando hacemos un documento de gestión, estos sectores son los más participativos. Antes la mayoría era de ganaderos y cazadores y otros aprovechamientos del monte”, argumenta Arranz.

Picos de Europa

El Parque Nacional de Picos está formado por rocas calizas que surgieron de los fondos marinos como consecuencia de la actividad orogénica y han formado un relieve de altas cumbres alternando con profundas gargantas y cañones. Así, existen 200 cotas de más de 2.000 metros de altitud y desniveles superiores a los 2.300 metros.

Por otra parte, constituye un magnífico ejemplo de bosque atlántico, propio de la España Eurosiberiana, con una gran diversidad de formaciones dependientes de la altitud, clima y naturaleza de los suelos. Los bosques mixtos, encinares y hayedos umbríos cubren las laderas de las montañas que, salpicadas de otras especies, las llenan de tonalidades, formas y contrastes.

En el Parque Nacional habitan más de cien especies de aves, entre las que destacan el urogallo, el buitre leonado y el águila real, además de un especial mamífero como es el oso. Pero en estas montañas hay mucho más que paisaje, hay siglos de historia escritos en los pueblos, en los valles, en las iglesias, en las cabañas de los puertos y en sus caminos.

Sierra de Guadarrama

Por su parte, el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, que forma parte del Sistema Central, se localiza en el centro de la Península Ibérica. En ella se alcanzan altitudes considerables, con la cumbre de Peñalara, a 2.428 metros, como la cima más elevada. Este hecho, unido a unas condiciones climáticas favorables y propias de la alta montaña, han provocado la conservación de unos ambientes naturales de elevada riqueza florística; las cumbres elevadas han funcionado como refugio para las especies vegetales, que en tiempos geológicos más frescos tuvieron una distribución más extensa, y ahora han desaparecido de las zonas más bajas. Además, lo abrupto e inaccesible del terreno ha salvaguardado el patrimonio natural, en buena medida, de la acción transformadora del hombre. Estos aspectos inciden en el hecho de que en el Parque Nacional existan más de mil especies vegetales, de las que 83 son endémicas de la península.

La flora se mueve entre las masas de roble melojo, que se extienden por fondos de valle y media ladera, hasta los pastizales de las cumbres dominados por el rompebarrigas, pasando por el piorno, hasta los pinares de pino albar o pino silvestre, que tapizan las laderas situadas por encima del piso del robledal. En cuanto a la fauna, destaca la lagartija serrana o el pechiazul, así como especies emblemáticas de la avifauna ibérica como el águila imperial, la cigüeña negra y el buitre negro.

Sistemas naturales singulares de origen glaciar y periglaciar y formas de relieve y elementos geológicos singulares, que son más típicos del Macizo Ibérico y las cordilleras alpinas; cursos de agua y bosques de ribera; depósitos y formas con modelado singular de origen fluvial y eólico; encinares, carrascales, alcornocales y acebuchales; humedales y lagunas de alta montaña; robledales, hayedos y abedulares; y bosques mixtos atlánticos del piso colino y montano. Todo eso es Guadarrama.