Invariable durante más de dos mil años, pero expuesto a numerosos cambios de su entorno más próximo, el principal monumento segoviano, el Acueducto, es objeto de una muestra que el Museo Rodera ha estrenado estos días.

Se trata de una exposición de 57 fotografías tomadas en el entorno del monumento romano por excelencia entre los años 1852 y 1993, en que se cortó el tráfico bajo sus graníticos arcos. Bajo el título ‘El Acueducto en la Fotografía’, la exposición es continuación de otra que se exhibió en el Palacio de La Alhóndiga bajo el patrocinio del Ayuntamiento de Segovia.

La exposición reúne imágenes que han sido objeto de muchas ilustraciones de libros, de cuadros que cuelgan en establecimientos y en hogares segovianos que, a fuerza de convivir con el monumento, no deja de sorprender a propios y extraños.

Todas las imágenes son propiedad de la colección Sáez-Laguna. Pero además se exhibe una colección de cámaras y aparatos que recorren la historia de la fotografía, desde un Zootropo hasta una Polaroid profesional e instantánea, pasando por linternas mágicas, además de daguerrotipos, ambrotipos y ferrotipos.

La colección que expone el Museo Rodera-Robles es fruto de un intenso trabajo, a lo largo de más de tres décadas, de búsqueda y localización de placas, negativos, e instantáneas en papel, relacionadas con Segovia, en mercados, tiendas y subastas, de diferentes países, según explica el secretario-patrono de la Fundación Rodera-Robles, Rafael Cantalejo, que participó en la presentación junto al presidente de la Asociación de Periodistas y Escritores de Turismo de Castilla y León, Pablo Martín Cantalejo. También acudió el presidente de la Academia de Historia y Arte de San Quince, Antonio Ruiz; el presidente de la Diputación, Javier Santamaría; y el coleccionista y propietario de las fotografías originales y de parte de los aparatos expuestos, Juan Francisco Sáez Casares.

 

Atracción internacional

Muchas de las imágenes son obra de Alfred Guesdon litógrafo, viajero y arquitecto francés (Nantes, 1808-1876) que se vio atraído por la majestuosidad del monumento. Fue autor de una serie de vistas aéreas de diversas ciudades europeas del siglo XIX. En 1853 llegó a Segovia para completar su libro de grabados ‘L’Espagne a vol d’oiseau’ (España a vista de pájaro) que hoy completan muchos coleccionistas, especialmente segovianos.

En un globo aerostático sobrevoló el Acueducto hace más de siglo y medio con el fotógrafo británico Charles Clifford y su ayudante, Galiano, que sacaron unas placas del monumento. Algunas de esas imágenes de los pioneros de la fotografía pueden contemplarse en el Museo segoviano.

Pero la joya de la muestra es una fotografía del Acueducto obra del francés Alphonse de Launay, quien en 1853 tomó cuatro imágenes del monumento, por encargo del Duque de Montpensier. Sáez adquirió cuatro fotografías sobre Segovia, en papel a la sal, que guarda con celo. En un álbum ahora descubierto, de 62 fotografías, Launay sólo firmó seis, y una era el Acueducto.

El resto de fotografías del monumento ya han integrado con anterioridad otras exposiciones retrospectivas. Entre ellas se encuentra la del primer fotógrafo que llegó a Segovia para recoger y plasmar el monumento: el inglés Edward King Tensión, que realizó su gran retrato monumental en 1852.

Un año después llegó Clifford, que no se resistió a captar el Acueducto, aunque su primer encargo, de la reina Isabel II, era captar imágenes del Palacio y fuentes de La Granja, lugar de descanso de los monarcas. Después llegarían otros pioneros de la imagen, cuyos trabajos también expone la muestra, como el citado Alfonso de Launay (1854).

Para el coleccionista autor de las fotografías “para estos primeros fotógrafos, lo único importante es el Acueducto y no las personas, que no aparecen en sus fotografías». Así, en las imágenes tomadas por Tensión, Clifford y Juan Laurent (1861), sólo aparece el monumento. Laurent hizo tres viajes a Segovia y además de reproducir el palacio del Real Sitio, captó tres vistas panorámicas de la ciudad: la Plaza de Toros, el Acueducto y el Alcázar, antes del incendio.

A partir de Levi (1888), una compañía de asociación de fotógrafos, el retrato del Acueducto aparece, como centro neurálgico de la vida de la ciudad, rodeado de gentes. De este modo se pueden contemplar fotografías de Levi de diligencias con caballos a los pies del Acueducto, de los puestos del mercado que se protegían del sol o del viento gracias a las piedras del monumento, de los arrieros “que no tenían conocimiento de lo que quedaba al ser retratados y posan con una naturalidad impresionante», asegura Saez.

E igual de impresionantes son las instantáneas del austriaco Alois Beer, del fotógrafo segoviano, Bernardo Maeso, como la del Acueducto, tomada a finales del siglo XI, desde la antigua carretera de Boceguillas, hoy Vía Roma, donde puede observarse la «bolsa» de mano del fotógrafo en un pretil, que dejó allí para hacer la instantánea. Y también de los fotógrafos Marcos y La Vandera, que en 1864 recibieron el encargo de la Diputación provincial, por 30.000 reales, de hacer 25 fotografías de Segovia y su provincia, informa ICAL.

Con la imagen permanente del Acueducto, se puede ver el entorno cambiante del Acueducto y ver cómo avanzaba la antigua iglesia de Santa Columba que fue demolida posteriormente, una procesión del Corpus junto a los arcos del monumento, a principios del siglo XX. También de los años 30 procede otra imagen con los pastores y una mujer vendiendo cacharros y piezas de cerámica en el mercado; una imagen sorprendente de la zona trasera de la iglesia de San Millán, una Calle Real desconocida….. También de los años 50 y 60, de cómo desaparecieron las casonas que ocultaban el Acueducto y se trazaba lo que hoy es la avenida de Fernández Ladreda.

La exposición muestra así, la transformación de la ciudad con el Acueducto como eje central, que sigue siendo la principal atracción y exposición permanente de la ciudad de Segovia.

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