Las locuras que más se lamentan en la vida de un hombre son las que no se cometieron cuando se tuvo la oportunidad. (Helen Rowland).

A menudo, amigo lector, no somos conscientes de que somos seres humanos esencialmente limitados; ¿no os ocurre con cierta asiduidad que cada vez que alguien de nuestro entorno toma una decisión en su vida que se aleja mínimamente del esquema de la nuestra no dudamos en llamarlo loco?

¿Acaso cuando ese amigo o conocido nuestro nos dice que renunciará a todo por intentar cumplir una máxima (su máxima), un deseo personal que ni siquiera sabe si saldrá adelante, nuestra primera frase, o al menos nuestro primer pensamiento, no es: estás loco…?

A esto me refiero cuando afirmo que somos seres esencialmente limitados. Ante estas situaciones no somos capaces si quiera de barajar la posibilidad de que esa decisión del prójimo no responde a un estado de locura ( ni siquiera de locura transitoria). No nos planteamos que su determinación pueda deberse a que se siente vivo, a que quiere romper con aquello que la sociedad le ha impuesto, a que siente que no puede seguir viviendo sino es cumpliendo sus verdaderos sueños o, al menos, intentando cumplirlos…

Pongámoslo en palabras de J.W.Goethe: Y si la locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo diferente forma?. Y añado yo: ¿y si no es sólo en ocasiones sino siempre que la locura es la misma razón-cordura pero que nosotros la rebautizamos así cuando no encaja en nuestro esquema de vida?.

Y porqué no somos… valientes si queréis y aceptamos que lo que es verdaderamente de locos (y no me refiero aquí al concepto romántico y poético de locura) es renunciar a lo único que nos pertenece: decidir sobre nuestra propia vida?. ¿Por qué no asumimos que la verdadera locura radica en limitarnos a pasar por esta vida, cumpliendo una por una cada etapa socialmente impuesta, con el único objetivo de lograr el día de mañana que los nuestros (incluso la sociedad al completo) estén orgullosos de nosotros?. Y cuando “el día” llegue…¿estaremos realmente orgullosos de nosotros mismos?!.

Yo no quiero ser un loco, yo no quiero limitarme a “pasar” por la vida cumpliendo religiosamente lo que la sociedad espera de mí. Yo quiero “ser” en la vida, sentirme dueño de mis decisiones. Yo quiero equivocarme y apostar por algo que ya estaba perdido. Yo quiero reír por no haber logrado un sueño y llorar de alegría cuando lo haga realidad. Yo quiero vivir soñando y soñar mientras vivo.

Y cuando llegue “el día”, quién diablos se atreverá a juzgar mi locura o mi cordura sino yo mismo?!

Ese día quizás ya no tenga sentido ese juicio porque ya no habrá vida y solo nos quedará anhelar otra oportunidad por haber perdido la nuestra.

Cuando nos demos cuenta de que nuestra vida ha transcurrido sin más, que ni si quiera nos pertenece porque no hemos tomado ninguna decisión esencialmente nuestra. Ese día en que anhelemos otra oportunidad imposible… ese día quizás entendamos y asumamos que estamos realmente locos.

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