El Festival Internacional de Títeres de Segovia, Titirimundi, ya tiene prácticamente cerrado el programa de su vigésimo octava edición, que contará con algo menos de 200 funciones de una veintena de compañías en la ciudad del Acueducto. Llevará espectáculos a Valladolid, Zamora, Ávila, León, Madrid y Alcalá de Henares, mientras que su presencia en Salamanca, de momento, no está confirmada.

Será la cita más corta de su historia junto con la de 2011, del 14 al 18 de mayo, pero promete cinco intensas jornadas de calidad óptima pese a tener buena parte de su presupuesto sin cubrir aún por los patrocinadores. Sobre todo los públicos, dado que el Ayuntamiento de Segovia es la única institución que ya ha anticipado a la organización que mantendrá su aportación del año pasado, 100.000 euros, aunque el convenio no se ha firmado todavía.

“Estamos obligados a trabajar con más de un año de antelación”, explica a Ical Julio Michel, director y creador de una de las citas más relevantes del mundo en su género. “Nosotros elegimos los espectáculos que queremos, no esperamos a que nos propongan, pero las compañías importantes tienen compromisos a muy largo plazo y si esperásemos hasta tener asegurados los apoyos, esto sería imposible”. De hecho, el líder de Titirimundi advierte que esperaba contar con dos grupos, uno francés y otro belga, con los que contactó hace un año y ya tenían ocupadas las fechas de esta próxima edición, aunque su participación está apalabrada para 2015.

“Lo que no tengo cerrado es el presupuesto”, confiesa, a pesar de que tiene comprometida ya una inversión mínima de 225.000 euros, 25.000 por debajo de 2013 y bastante menos de la mitad de lo que ha llegado a manejar en los años más prósperos de un festival que llegó a celebrar ediciones de once días. “Nosotros trabajamos con mucho entusiasmo, pero en el trapecio más alto y sin red, al borde del abismo continuamente. De lo contrario, no podríamos organizar una cita de este nivel”, insiste.

Para sobrellevar el riesgo recurrió a la creación de Titirimundi S. L., la empresa con la que soporta el déficit de un festival que, “aunque pueda parecer lo contrario por el éxito que tiene, no es rentable”. Arrastra unos 35.000 euros en rojo, 8.000 de 2013 y el resto de las ediciones anteriores, por eso Michel ha decidido reducir el formato de la cita de este año.

 

Un avance de la programación

En cualquier caso, la suerte está echada para esta edición en lo que a su oferta se refiere, y el director de Titirimundi garantiza “un gran festival”. De las “22 ó 23” compañías contratadas, más de la mitad son extranjeras. Llegarán varias de Francia y otras de Italia, Reino Unido, Rusia, Argentina, Chile… “y a lo mejor una de Vietnam”, avanza Michel. “Con la compañía ya está todo hablado, pero esta todo pendiente del patrocinio de una empresa con la que estamos negociando”.

El espectáculo indochino promete. Allí lo representan en los arrozales, en el agua, y en Segovia se desarrollaría en una laguna artificial de 81 metros cuadrados. “Tienen una de las manifestaciones de teatro de títeres más exóticas que se pueden esperar, pero aún está en el aire que puedan venir”, recalca.

Ninguna compañía extranjera traerá a la ciudad del Acueducto un estreno absoluto, pero todas presentarán sus espectáculos en España por primera vez. “Titirimundi es su puerta de entrada a nuestro país, saben que les da prestigio representar primero aquí”.

Michel se muestra especialmente ilusionado con la obra que la compañía belga Tof Théâtre representará en sala de La Alhóndiga, ‘Dans l’Atelier’ (‘en el taller’), con “dos o tres” funciones al día para 80 personas cada una. “Dura 17 minutos solamente, pero la intensidad es tal que el espectador sale como si hubiera estado una hora allí metido, pero además lleno de impresiones”. Un espectáculo alocado, incluso relativamente violento (sólo relativamente, porque de hecho está abierto a niños a partir de ocho años), que invita a pequeños y mayores a trastear con las marionetas. 

El resto de la trama del peculiar taller belga es mejor descubrirla sobre la marcha. “Va a ser uno de los espectáculos que pasará a la antología del teatro de títeres universal”, asegura el líder del festival. El precio de la entrada, “tres o cuatro euros”.

“Dos espectáculos magníficos que nadie debería perderse” llegarán desde Reino Unido y Chile. La compañía británica Blind Sumit Theatre propone ‘The table’, “una especie de tesis sobre el teatro de títeres divertidísima, en la línea de Tof”. Y las marionetas hiperrealistas de la chilena Teatro Milagros protagonizarán ‘Sobre la cuerda floja’, “otra maravilla para todos los públicos, a partir de siete u ocho años”. Será en el Teatro Juan Bravo, donde esta misma compañía también representará una obra de Gógol para adultos.

 

Un espectáculo para 12 espectadores

En un festival que copa claustros, iglesias, plazas, patios, teatros y cualquier rincón del centro histórico de la ciudad, por inesperado que parezca, no suelen faltar peculiares y exclusivos espectáculos como el que los franceses de Bakelite, veteranos ya en Titirimundi, representarán en una caravana con “tres o cuatro” funciones diarias para apenas una docena de espectadores cada una. La obra se titula ‘La caravana del horror’ y “no hace falta ni recomendarla, porque en cuanto la gente se entere de que vuelve esta compañía y además con algo nuevo, va a llenar”.

Y también volverán a celebrarse talleres, como uno de construcción de marionetas gigantes que comenzará un mes antes del festival. En resumen, menos compañías, funciones, días y dinero pero, aun así, “un festival que está llamado a ser de los más grandes por su nivel y no va a defraudar a nadie”, sentencia Michel.

 

Otra edición de cinco días

El festival de 2011 también se prolongó solamente durante cinco días, pero aquel de las bodas de plata lució un presupuesto de casi medio millón de euros y la contratación de casi medio centenar de compañías, frente a las “22 ó 23” que compondrán la oferta de este año, que ya no se prevé ampliar “aunque entrara un dinero que no se esperase”. La única variación posible depende del patrocinio de una empresa privada que, si finalmente se consigue, permitirá costear la llegada de esa vigésimo tercera compañía, procedente de Vietnam.

A quienes sí espera la organización sobre todo es a las instituciones públicas, que suelen cubrir en torno al 80 por ciento del presupuesto. El resto corre a cuenta de la venta de entradas y los patrocinadores privados: “Otros años hemos conseguido enjugar el déficit de las funciones de Segovia llevando espectáculos a otras ciudades, sobre todo a Madrid, pero llega un punto en el que ya no puedes contar con compensar así esas pérdidas por completo”.

La organización confía en cerrar un acuerdo con la Diputación: “Fue uno de los patrocinadores importantes hasta hace unos años, llegó a aportar unos 50.000 euros, y ahora, con la llegada de Francisco Vázquez, se está recuperando de alguna manera esa colaboración que nunca se debió perder”, valora Michel. Y el Gobierno de Castilla y León, que en las ediciones en las que más se implicó rondó los 200.000 euros, tampoco ha concretado su aportación de este año. 

“Quedan lejos los tiempos de Silvia Clemente en la Consejería de Cultura (2003-2007), con ella firmamos por primera vez un acuerdo para varias ediciones y además a propuesta suya, que es como se puede trabajar con tranquilidad”, recuerda el director de Titirimundi. “Fue la primera persona consciente de que un evento de este tipo necesita esa seguridad, pero es algo que no nos ha vuelto a ocurrir con esta ni con ninguna otra institución”. 

De hecho, Michel lamenta “el trabajo sin red” que ha supuesto lo ocurrido sobre todo en las últimas ediciones: “La aportación de la Junta de hace dos años, unos 65.000 euros, nos llegó dos semanas antes de iniciarse el festival, y el año pasado con un mes de antelación”. Peor es el caso del Ministerio de Cultura, cuya aportación precisa que se sitúa sobre los 20.000 euros, muy por debajo de los cinco millones de las antiguas pesetas con los que entró por primera vez a finales de los noventa: “En 2012 nos dieron su presupuesto definitivo en pleno festival y el año pasado, después”.

En resumen: «O te la juegas y tienes el empeño que le ponemos nosotros o esto se muere, porque cualquiera con dos dedos de frente lo saca adelante con lo mínimo, con el presupuesto del Ayuntamiento y ya está”. Pero no será así porque, después de 27 ediciones y camino de la vigésimo octava, el repertorio de trucos y piruetas de uno de los festivales de títeres más importantes del mundo no tiene fin. O casi.

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