371 estudiantes ciegos y con discapacidad visual grave en Castilla y león afrontan estos la vuelta al cole en una etapa marcada aún por las restricciones sanitarias a causa de la pandemia de Covid-19.

Según explica la responsable de Atención Educativa de la ONCE, Ana María Llauradó, “si la presencialidad es de por sí beneficiosa para todos los alumnos porque mejora la socialización y muchos aspectos de la vida escolar, en el caso del alumnado con discapacidad visual resulta fundamental para responder de forma más eficaz a sus necesidades educativas específicas, especialmente en cuanto a materiales de acceso o cuando son necesarias adaptaciones”.

La accesibilidad, clave

Por ello, desde los diferentes grupos ACCEDO (Accesibilidad a Contenidos Educativos Digitales de la ONCE) se está en comunicación con las administraciones educativas del Gobierno central y de las comunidades autónomas así como con las diferentes editoriales de material escolar para lograr que tanto las plataformas como los contenidos sean accesibles a todo el alumnado. Solo así se estará cumpliendo la legislación vigente en cuanto a equidad, igualdad de oportunidades e inclusión educativa.

Asimismo, las máquinas del Servicio Bibliográfico de la ONCE no han dejado de funcionar en las últimas semanas preparando libros de texto en braille y en sonido y materiales en relieve. Así, los chicos y chicas se incorporan a las aulas con la mochilas llenas de tecnología accesible y de puntos en braille.

El reto de la tecnología

La experiencia del curso pasado, con las restricciones impuestas por la pandemia de la Covid 19, ha supuesto un gran reto para el profesorado, las familias y el alumnado que se atiende desde los Equipos Específicos de Atención Educativa a la discapacidad visual, que prestan un apoyo personalizado a los alumnos en sus centros educativos ordinarios, en base a los convenios de colaboración entre la ONCE y las diferentes administraciones educativas.

Estos equipos están formados por maestros y maestras itinerantes de los que 253 pertenecen a la ONCE, que desde el inicio de la pandemia han tenido que poner al día sus conocimientos tecnológicos y tiflotecnológicos y adaptarse a un gran cambio metodológico. En este sentido, la ONCE ha intensificado su esfuerzo en formación en competencias digitales para este profesorado, a quienes además ha dotado de ordenadores y dispositivos informáticos.

Según Ana María Llauradó, “hasta hace poco había voces desde el ámbito educativo que dudaban del beneficio de la tecnología para el alumnado con discapacidad visual, pero la pandemia ha demostrado nuevamente que su manejo es absolutamente beneficioso y necesario para los niños y niñas que atendemos desde los equipos, que requieren de un aprendizaje y apoyo inicial superior al de los niños con visión. La introducción precoz de la tecnología es imprescindible para ellos de cara a alcanzar su autonomía en el manejo de la misma”.

Equipos de atención educativa

La tarea de los maestros y maestras que integran los Equipos Específicos de Atención Educativa consiste en valorar al alumnado y elaborar una propuesta de intervención aplicada de forma individual. Esto requiere la coordinación con otros profesionales, tanto pertenecientes a la ONCE (técnicos de rehabilitación, instructores en tiflotecnología y braille, psicólogos, pedagogos, monitores de ocio y tiempo libre o especialistas en áreas de especial dificultad), como adscritos a las administraciones (orientadores, maestros en pedagogía terapéutica, tutores de aula, etc.).

En función de las necesidades del alumnado, la atención prestada puede variar desde el seguimiento, asesoramiento y orientación al centro donde se escolarice el estudiante hasta una intervención directa con el alumnado para garantizar su inclusión dentro y fuera del aula, tanto en aspectos académicos como en los relacionados con la inclusión social de estos alumnos y alumnas.

“Es de destacar la labor de los maestros de los equipos, que con recursos propios y gran ingenio y motivación han sido capaces de apoyar más que nunca a los alumnos y sus familias en el seguimiento de un curso escolar de especial dificultad como ha sido el pasado”. Para Ana María Llauradó, “gracias a ellos y a la implicación de toda la comunidad educativa se ha podido superar el curso con un alto grado de satisfacción por parte de todos y ha servido de aprendizaje para ayudar a las personas que, en el futuro, por unas u otras causas, no puedan acudir presencialmente a los diferentes centros educativos”.

Tramos educativos

Durante este curso 2021/22, los 7.366 alumnos y alumnas ciegos y con discapacidad visual, entre los que se incluye el alumnado con sordoceguera u otras discapacidades asociadas a la visual, se reparten, por nivel educativo, de la siguiente manera: 1.272 escolares participan en la Educación Infantil; 1.517 están escolarizados en Educación Primaria; 1.050 han llegado a la Educación Secundaria Obligatoria; 296 cursan Bachillerato; 396 se preparan en la Formación Profesional; 773 se enfrentan a la Universidad; y 2.062 están inscritos en otro tipo de enseñanzas.

Por Comunidades Autónomas, el censo se distribuye así: Andalucía, junto con las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, 1.776 estudiantes; Aragón, 217; Principado de Asturias, 135; Islas Baleares, 164; Canarias, 297; Cantabria, 75; Castilla-La Mancha, 332; Castilla y León, 371; Cataluña, 1.164; Extremadura, 135; Galicia, 336; La Rioja, 42; Comunidad de Madrid, 1.124; Región de Murcia, 325; Comunidad Foral de Navarra, 88; País Vasco, 143; y Comunidad Valenciana, 649.