Cuando sale el sol en Madrid, Segovia recibe sus mayores oleadas de turistas. Algo habitual en cualquier ciudad monumental del entorno de la capital española, solo que ninguna más llega a verse en la necesidad de cortar su casco histórico al tráfico con semejante asiduidad para evitar que el colapso sea también monumental. Ni cerca de Madrid ni en ningún otro punto del país.

“Segovia es muy peculiar, es una zona amurallada, pequeña geográficamente, pero tiene que acoger a un número de turistas enorme”, recuerda a Ical la concejala de Tráfico, María José de Andrés.

La última vez sucedió el pasado 2 de noviembre, sábado del puente de Todos los Santos: el cierre al paso de vehículos se prolongó durante las horas centrales del día y es previsible que la situación se repita en algún momento entre los festivos de la Constitución y la Inmaculada (6-8 de diciembre). Y según la concejala, así hasta seis o siete veces al año.

“Es impresionante, parece que se pusieran todos de acuerdo, lo cual es estupendo aunque tenga sus preocupaciones. Ya son avalanchas previsibles, sobre todo cuando hay puentes como Todos los Santos, el de diciembre, Semana Santa o la Almudena, a pesar de que este último solo sea de Madrid”, explica De Andrés, quien subraya que “todo se prepara con anterioridad”.

Y después están los sábados que se prevén ordinarios y acaban con protocolo policial de corte de tráfico y agentes “en contacto con Turismo” para poder ejercer como guías improvisados. De hecho, “a veces basta con que salga el sol en Madrid para que el día sea especial”.

Un turismo de día que después no reluce en las estadísticas oficiales, pero se hace sentir de murallas adentro e incluso en los restaurantes tradicionales de puertas afuera, con salones repletos y colas a la entrada. Porque más de 200.000 viajeros hacen noche en los hoteles de Segovia cada año, una cifra ya de por sí notable para una ciudad de interior, pero su fuerte reside en todos aquellos que vienen por la mañana y se van tras la puesta de sol sin pasar por recepción.

 

Viernes Santo 2008, récord de turistas

La principal oficina de turismo de la localidad, la de la plaza del Azoguejo, atendió a unas 7.000 personas en ocho horas y media durante el día de Todos los Santos. Aunque el récord histórico se remonta al Viernes Santo de 2008, con 10.942. Aquella jornada el Alcázar registró 6.730 visitas, ¿y cuántos de los turistas que paseaban por la ciudad entraron a la fortaleza de los reyes de Castilla? ¿Uno de cada diez? ¿Más? ¿Menos? No hay estadísticas que lo precisen.

Detrás de cada viajero atendido en la central suele haber unos cuantos que van con él y no quedan computados, igual que todos aquellos que frecuentan sus históricas callejuelas sin preguntar, visitantes habituales que buscan por su cuenta algo más que la foto del Acueducto, un plano y una ruta guiada. Entre unos y otros, como apuntan fuentes municipales, no es descabellado hablar de que en los días más concurridos Segovia prácticamente duplique su población (54.844 habitantes, según el último censo), y la mitad, dentro de la zona amurallada.

Con semejante estampa, y teniendo en cuenta las limitaciones del entramado monumental, su cierre al tráfico se perfila imprescindible en las horas punta de las jornadas más multitudinarias del año.

La Policía Local prepara el operativo días antes de cada puente: “Tiene reuniones con el Cuerpo Nacional siempre que se prevé mucho movimiento de gente, aunque el problema sea el tráfico por encima de la seguridad”, matiza la concejala; y los agentes municipales van dejando las señales junto a los accesos a la zona amurallada y el barrio de San Millán para cortar de inmediato cuando amenace el colapso.

El pulso al tráfico se toma en las áreas de aparcamiento en superficie del centro monumental: “En cuanto están saturadas y se ve que no hay posibilidad de que entre un coche, se cierra”, apunta De Andrés, que en esas jornadas permanece en contacto con el jefe de Policía. Las decisiones se toman en tiempo real, es el protocolo habitual y el personal municipal lo conoce de sobra.

 

Con el tren, sobre la marcha

El AVE es también una buena referencia, a pesar de que evidentemente muchos viajeros llegan por carretera; y junto a la señalización de los cortes, el otro resorte del Consistorio para regular el ritmo de la ciudad son los autobuses urbanos que conectan la estación con el casco. Sólo el sábado de Todos los Santos registraron más de 1.100 usuarios y hubo que “reforzar sobre la marcha porque no se daba abasto”.

Ese día el Ayuntamiento no estuvo tan prevenido como en otras ocasiones: “Antes la coordinación con Renfe era más fluida, avisaba si habían puesto más trenes o más vagones y entonces nos podíamos anticipar. Pero si esa información no la tenemos es más difícil adelantarnos, nos puede desbordar y debemos estar más pendientes”, reconoce la edil. “Bendito problema” de tráfico, en cualquier caso, para una ciudad que tiene en el turismo su mayor industria.

 

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