A continuación reproducimos los artículos firmados por estudiantes segovianos participantes en la actividad promovida por Cruz Roja con motivo del día internacional de los Derechos Humanos que se celebra el día 10 de diciembre

Prejuicios

Creo que no hay nada como quererse a si mismo y a su cuerpo, pero esta sociedad nos pone barreras.

Que no eres guapa si tienes kilos de más, acné… Que eres raro si eres de fuera, de otra religión, si tienes otros gustos, otras opiniones…

Vivimos en un mundo en el que si te quieres, habrá alguien que llegue y te quite las ganas de hacerlo, que te diga mil defectos, que te haga daño… Pero hay que ser fuertes y no dejar que nos lo impidan.

Un mundo que quiere hacerte sentir vergüenza del lugar del que vienes, de quién eres y a quién quieres. Donde desde pequeños nos enseñan que a las niñas, las muñecas y a los niños, los camiones. Que las niñas peluqueras y los niños pilotos. Donde ponen barreras a nuestra imaginación y a nuestra persona. Donde, por desgracia, aún está mal visto el matrimonio entre dos mujeres o dos hombres, que ellos también se quieren. Donde los que piensan diferente a las ideas generales de la sociedad, son radicales. Donde defender tus ideas y principios parece algo malo.

A la gente así siempre se le cierran puertas, porque estamos llenos de prejuicios. Y hay que conocer a la gente, dejar de cortarles las alas y de ponerles obstáculos.

Admiro a quienes, aún con todo esto, se quieren, confían en si mismos, llegan alto y dan la cara, y demuestran que lo de fuera no es lo de dentro.

Ojala que un xenófobo se enamore de un extranjero, un homófobo de un homosexual, o un blanco racista de alguien de color. Y vean, que no hay nada malo en ser quien somos. Que hay que quererse y valorarse por nosotros y por todos.

“El contagio de los prejuicios hace

creer muchas veces en la dificultad de

cosas que no tienen nada de difíciles”

                     Pío Baroja.

Sofía Cabrero Fernández  (IES Cauca Romana)

Derechos humanos…..¿Realidad o ficción?

Estimado lector, ¿ha pensado y reflexionado en algún momento de su vida sobre las personas más desfavorecidas del mundo?¿se ha puesto alguna vez en su lugar y ha imaginado cuál sería su situación? Uno de los artículos que se recoge en la declaración universal de los Derechos Humanos, concretamente el artículo número 3, defiende que todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.

Estas últimas semanas la noticia que inaugura la portada de la mayoría de periódicos en España y Europa es la grave situación en la que se encuentran los refugiados sirios que huyen de su país para conservar su vida.

Para los ciudadanos europeos estos hechos se encuentran en un segundo plano, y es frecuente que no se muestre ningún interés, preocupación o curiosidad por el desarrollo de lo acaecido. La mente humana está preparada para aislar aquellas cosas que nos provocan malestar o no nos gustan con el fin de que pensemos en otras cosas que no tienen que ver con ellas. Tal vez esta sea la causa de la indiferencia de muchas personas con respecto a los refugiados, o quizás tengan sus propios motivos. Esta situación podría cambiar si los hombres y mujeres que no sufren estas desgracias se pusieran en la piel de aquellos que las experimentan a diario.

Imagine por un momento que usted es un ciudadano sirio que se gana la vida trabajando de fontanero para poder mantener a su mujer, su padre de avanzada edad y a sus cinco hijos. Un día después de trabajar llega a casa cansado y es espectador de un asalto que se produce en cuestión de minutos, en el que unos locos armados con armas de fuego matan a su mujer y a dos de sus hijos. Sin tiempo para pensar, recoge a su padre y a sus tres hijos supervivientes y huye con la esperanza de salvar su vida. Tras días andando, debe cruzar el mar Mediterráneo para llegar a costas europeas donde no haya peligro, y para ello debe pagar una cantidad ingente de dinero por persona para entrar en una embarcación sin ningún tipo de seguridad y en el que se jugara la vida intentando no ser presa de las corrientes o del mal tiempo. Poco antes de desembarcar, la embarcación sufre un naufragio y su hijo menor y su padre no consiguen nadar hasta la orilla y mueren ahogados. Tras toda la tragedia solo consiguen sobrevivir usted y dos de sus hijos, y se alojan en un campo de refugiados sin tener seguridad de cuál va a ser su futuro y como conseguirán salir adelante.

Ahora reflexione solo un instante sobre lo que acaba de leer. Esto sucede todos los días habitualmente en Siria. Piense en la suerte que posee por tener una vida normal y segura en la que usted es libre. Hay personas que ni siquiera pueden disfrutar de unos derechos tan básicos como son la vida, la libertad y la seguridad. Como dijo Mahatma Gandhi, “El hombre no posee el poder de crear vida. No posee, por consiguiente, el derecho a destruirla”.

Daniel Díez García 

Siéntase afortunado de ser quien es y de tener lo que tiene, porque hay personas que no tienen nada.

Derecho a la reflexión

Puede que este interrogante no te lo llegues a plantear en tu vida diaria, una vida donde no te falta nada, donde todo lo que necesitas está a tu mano y aquellos caprichos innecesarios que te puedas permitir fácilmente en tu, desde tu punto de vista, “corriente” vida. Seguramente el mero hecho de levantarte cada mañana de una cama calentita, sobre un techo que te de cobijo, bajar y encontrarte una taza de café para desayunar mientras ves la televisión es algo que no te diferencia del resto. Estás muy equivocado.

Resulta que mientras ves el televisor, por casualidad aparece un anuncio de patrocinio de cualquier organización no gubernamental que pide que recaudes dinero para eliminar paulatinamente, la pobreza en el tercer mundo (África, principalmente). “¡Qué anuncio más conmovedor!” piensas mientras das otro sorbo de tu café. “¡Si hasta han puesto un bebé africano, qué mono!”. Se acaba el anuncio y ponen otro de crema de afeitar…

En ese lapso de tiempo entre el anuncio anterior y el siguiente. ¿Te has parado a pensar en aquel bebé, si lo ponen de propaganda barata? ¿O es verdad? ¿Puede que sea un niño enfermo, muriéndose de hambre? Y, ¿Te has parado a pensar si eso es un mundo paralelo, muy lejos de tu casa, quizá en otro planeta? ¿O es el mismo mundo en el que vives? ¿Siquiera has reflexionado si en otra vida tu fueras él, y él fuera tú, ahí sentado sin mover un dedo? ¿Tú crees que él apostaría por ti? ¿Él es un ser inferior? ¿No tienes sus derechos?

Probablemente no te des cuenta de lo afortunado que piensan que eres todas esas familias dejadas de la mano de Dios.

Tú te quejas de tener que compartir la habitación con tu hermano. Ellos no tienen un techo de donde cobijarse del frío. Te quejas de que tu madre no te compra esas galletitas que tanto te gustan. Ellos se matan por un pedazo de pan a la semana para mantenerse. Te quejas de ir al colegio cinco días a la semana. Ellos no saben escribir “Ayuda”. A ti te encanta ver películas bélicas. Ellos ven en directo los largometrajes más sangrientos que te hayan podido imaginar. A veces son “extras” de ella.

A esa gente le encantaría llevar a cabo tu “corriente” vida. Pero carecen de algo que tú posees y que a ellos se lo arrebataron hace mucho. El derecho a la vida.

Ellos tienen derecho a una educación. Un techo. Comida. Sanidad. Pero, ¿todo ello tendría sentido si no poseyeran el derecho a vivir? Si la vida, eslabón principal de los derechos humanos, no se cumple y se suelta, la cadena se rompe en mil pedazos.

¿Cómo vamos a poder arreglar este mundo sino respetamos “el” derecho fundamental?

Tú tienes un derecho nuevo, derecho a la reflexión.

César Soto Gimeno

Lo que hay mucho más allá  

Hace aproximadamente un año, vi una película llamada ‘’La Vendedora de Rosas’’ que mostraba la dramática situación que vivían unos niños recogidos de las calles por su director, Víctor Gaviria. La película reflejaba la cruel realidad que esos niños realmente sufrieron y que, desgraciadamente otros siguen sufriendo ahora.

Comencé a buscar documentales acerca de la vida de estos y otros tantos niños y, conocer su realidad, me hizo reflexionar acerca de lo poco que sabemos sobre hechos igual de trágicos que los que sufren los refugiados sirios, o las personas que vienen en pateras a nuestras costas en busca de una vida mejor… Y es que hay cosas que ya no son noticia, que ya asumimos y toleramos sin alzar nuestra voz. Y, con estas palabras, yo quiero hacerlo.

Según una investigación realizada en 2011 por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en cooperación con la Unión Europea, en las calles de las 16 principales ciudades de Colombia, hay viviendo alrededor de 5000 niños menores de edad. En su mayoría están enfermos, consumen drogas y sufren abusos sexuales. En esa investigación, estos menores admitieron que consumen cigarrillos, alcohol marihuana, pegamento y bazuco (una droga elaborada a partir de los residuos de la cocaína procesada con bicarbonato de sodio y agua) y se detectó que las niñas inhalan más ‘’perico’’ o cocaína que los niños. Para financiar el vicio y la alimentación, los niños encuestados respondieron que tienen que pedir limosna, cuidar coches, robar, reciclar e incluso vender su cuerpo; duermen en andenes, parques, albergues de paso, etc. La mayoría abandonó su hogar por el maltrato que sufrían a manos de sus padres, otros lo hicieron a causa de la pobreza en que estaba sumida su familia y los menos porque su familia también vivía en la indigencia.

En situaciones como esta se vulneran la gran mayoría de los derechos humanos; a estos niños se les priva de dignidad cuando tienen que someterse a trabajos como vender su cuerpo y cuando no les queda más remedio que entregarse a las adicciones para escapar de la cruel realidad y para poder soñar con tener una vida mejor y poder ser como los demás niños de su edad. Están sometidos constantemente a maltratos, tanto físicos como psicológicos y en muchos casos, este maltrato es ejercido por familiares y personas de su alrededor.

Estos niños no tienen un hogar estable ni una educación digna. Sus familiares, cuando los tienen, aun trabajando más de 12 horas cada día, no se lo pueden proporcionar, ni eso ni ninguna de las cosas que cualquier niño necesitaría.

La mayoría de estos niños son producto de las circunstancias que les rodean: familias que consumen todo tipo de drogas o madres que, para poder darles de comer, tienen que prostituirse. Estas circunstancias facilitan que el comportamiento de los niños se desvíe y se dejen llevar por el camino de la delincuencia, metiéndose en pandillas, vendiendo drogas, haciéndose mulas de carga e incluso llegando a matar a gente por una suma insignificante de dinero…

Es muy triste, pero además, este tipo de vida hace que estos menores corran el riesgo de contraer enfermedades de la calle o de transmisión sexual y la gran mayoría de estos niños y niñas no llegan a la edad adulta.

Después de haber conocido todo esto, no me queda más que preguntarme, no me queda más que preguntaros: ¿Cómo es posible que en nuestra sociedad haya niños con tan poca humildad, que se creen capaces de manipular a quienes les rodean y de chantajear egoístamente a sus padres con rabietas por no comprarles cualquier capricho, mientras hay otros niños que ni siquiera disfrutan de su derecho a la infancia, de su derecho a la dignidad y de su derecho a vivir dignamente, teniendo que conformarse con soñar con la vida que nosotros tenemos y que en gran mayoría no valoramos?

Verónica Pinto Cuadrado

Cooperativa de Enseñanza Alcázar de Segovia

Esos derechos humanos

Cuando los miembros de la ONU se reunieron para pensar cuales eran las necesidades de la raza humana, y debatir entre ellos para crear los derechos humanos, se les debió iluminar la cabeza. Qué bien suena eso de todos tenemos derechos a la vida, o todos somos iguales ante la ley y tenemos derecho a un juicio justo, derecho a tener un trabajo, un hogar, derecho a estudiar, etc. Qué bonito, que bien suena todo eso, como se les llena la boca al pronunciarlo, y qué orgullosos se sentirán de haber creado tantos mandamientos. Ahora sólo faltaba comunicárselo a todos los gobiernos del mundo para que fueran aplicados. Hoy en día casi todos los países del mundo han firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Y yo me pregunto, ¿de verdad hay alguien que crea que esos derechos se pueden llevar a cabo? Eso suena a falacia. De todos es conocido que el mundo se mueve principalmente por motivos económicos, todo está basado en el dinero, hay muchos intereses creados entre personas e incluso entre naciones, no teniendo ningún reparo en saltarse a la torera los derechos humanos. Vemos que en muchos de los países que se denominan desarrollados, entre ellos incluimos España, no se respetan los derechos dentro de sus propios territorios. Hay muchos lugares del mundo en los que las personas no pueden expresarse con libertad, ni practicar su religión, ni tener un juicio justo, ni confiar en su seguridad personal, ni disfrutar de un trato igualitario. Especialmente graves son las violaciones de los derechos humanos en las mujeres, los niños y las personas indefensas. Por mucho que se difunda, se legisle, se promueva, siempre habrá personas que no comulguen con parte o todos los derechos humanos. Eso quiere decir que los derechos nos e respetan de verdad en todas partes, por lo cual todo se queda en una utopía, una declaración de buenas maneras e intenciones, imposibles de llevar a buen puerto. Ni uno sólo de los derechos se ha cumplido ni será posible cumplirlo a nivel mundial o universal.

A modo de conclusión, me parece importante resaltar la importancia que tienen los derechos humanos y el deber de todos los hombres de reconocer tal importancia.

Creo que en el mundo, donde todos los valores están confundidos, donde progresar económicamente es el único fin, sin tener en consideración el detrimento que se genera a los demás. Esto es porque estamos cargados de un terrible individualismo, “sólo importo yo y mi propio bienestar”

Habría que tomar conciencia que para que el mundo avance y no vayamos en retroceso, tiene gran importancia respetar la dignidad del otro y reconocer en cada uno aquellos derechos que brotan de su propia condición natural de persona humana.

Asimismo creo que este reconocimiento tiene que ser por parte de todos, no sólo de quien está constituido como autoridad, porque no serviría de nada exigir el cumplimiento por órdenes dictadas por las autoridades, si los ciudadanos podemos eludirlas o no respetarlas.

Ahora bien, si todas las personas se respetan recíprocamente, es válido que se exija el respeto también a la autoridad. Pero, también reconozco, que si ella nos invitase con su buen ejemplo, todo sería más fácil para el desarrollo y armonía de la sociedad, ya que ellos son nuestros representantes.

Jacobo Gómez Matarranz

IES Giner de los Ríos

 

Paris, ciudad de luz y las sombras 

Hace ya tiempo que DAESH comenzó con sus actividades terroristas, en Oriente Próximo y Medio masacrando gente, siendo estos actos noticias de cabecera durante meses. Pero a comienzos del presente año, un acto hizo que algo cambiase, que Europa y sus aliados viesen el conflicto de otro modo.

Dicho acto fue el ataque a la revista de viñetas satíricas Charlie Hebdo, ejecutando con disparos a matar a todo el que tuviese a tiro con fisiles AK 47; mataron a un policía que acudió a socorrer tras recibir el aviso, siendo el agente de confesión musulmana, macabra casualidad. Tras este ataque, el terrorismo yihadista golpea Europa. Golpea a Francia en su punto débil, a la vea que su bastión, la ciudad de París. Ni Francia, ni Europa, ni la ONU, ni nadie se doblegó ni se dejó someter por el terror de esos asesinos.

Pero no haberse dejado someter ha costado un alto precio a la ciudad de París y sus habitantes, de 129 a 132 muertos y más de 300 heridos en tres ataques simultáneos, en los aledaños del estadio de París, una zona de restaurantes y la ya tristemente célebre discoteca Bataclán por ser el mayor escenario de la masacre, muriendo más de 80 personas en su interior hace escasos dos días, el viernes 13 de noviembre de 2015. Hoy domingo se están sucediendo muestras de apoyo espontáneo de la sociedad junto a las de autoridades como Barack Obama, Ángela Merkel, los Reyes de España y otras autoridades. Como era de esperar, nuevamente ni la ciudad de París ni sus habitantes han sido vencidos por el terror. Ni el pueblo francés, ni el pueblo europeo ni sus valores junto a todos los pueblos y personas que han mostrado su apoyo a Francia para plantar cara al yihadismo, han sido vencidos por el terror y la barbarie con la que predican el islam, haciendo la lectura tan radical que hacen, desprestigiando ellos mismos a la causa por la que creen luchar en una guerra de aterrorizar al contrario.

En resumen, es admirable el coraje con el que la sociedad se une para ayudar en esas tragedias para aliviar la carga de los demás y colaborar para volver a la normalidad, o lo más cercano a ella. Pero esto seguirá ocurriendo mientras no se coordine una respuesta común contra el DAESH, sin rivalidades, unidos contra la misma causa, únicamente mirando que esa organización de deleznables criminales sea juzgada y condenada en la corte internacional gracias a la colaboración de todos. Y ojalá demos fin a la pugna que se tiene también con la manera de lidiar con los refugiados sirios que huyen del terror de la guerra, el régimen de Al-assad y otros asesinos. Necesitan casa, trabajo y vida digna como todo el mundo y me parece hipócrita que la Unión Europea, basada en los derechos humanos, ponga trabas a esa gente, que son P-E-R-S-O-N-A-S, y vienen de lo peor y les dejamos morir a las puertas de Europa, me avergüenza ser europeo si permitimos un solo muerto más.

Héctor Hernando Gutiérrez

4º ESO Marqués de Lozoya (Cuéllar)

 

Cultura como seña de identidad

Desde hace unos años, y hasta nuestros días se han venido repitiendo numerosos atentados contra nuestra seña de identidad. Sí, han leído bien. Y cuando me refiero a nuestra seña de identidad, me estoy refiriendo a nuestra cultura, más concretamente a nuestro patrimonio histórico. Esto que a muchos de ustedes les parecerá una tontería, bajo mi punto de vista no lo es.

¿Pero qué importa la opinión de un chico de 15 años que vive en un pueblo de 2600 habitantes dentro de la provincia de Segovia? Pues tienen toda la razón, y por este motivo con este artículo pretendo convencerles e intentar hacerles pensar como yo.

Por el contario, sé que esto no es posible y que seguirá habiendo muchas personas a las que no las haya hecho reflexionar y cambiar su forma de pensar ni un solo instante. A pesar de ello, la intención es lo que cuenta.

Hace un tiempo, la Asamblea General de la ONU se juntó para condenar la destrucción del patrimonio histórico de Irak producido por el Estado Islámico y exigir medidas para proteger el legado cultural que hemos recibido como herencia de nuestros antepasados en éste y otros países. En consecuencia de esta reunión, la ONU realizó un texto que podría ser resumido de la siguiente manera:

“La destrucción del patrimonio cultural, que es representativo de la diversidad de la cultura humana, borra la memoria colectiva de una nación, desestabiliza a las comunidades y amenaza su identidad cultural”.

Por todo ello, bajo mi punto de vista, creo que tendríamos que perseguir más a todos los que, como hemos visto en los medios de comunicación, atentan (Es como creo que deberíamos denominar a este tipo de incívicos) contra nuestros monumentos y museos como el de la Civilización de Mosul en Irak o las estatuas gigantes de Buda en Kabul. Todo ello, claro, sin respetar lo que nos ha llevado a ser como en la actualidad somos.

Y os preguntaréis, ¿qué tienen que ver unas simples esculturas con nuestra forma de pensar o nuestra persona?

Pues yo creo que sí, que sin nuestro arte, tradiciones, costumbres o creencias no tendríamos identidad propia y nada que nos identifique y nos diferencie del resto de pueblos y culturas.

Antonio a. García García 4º ESO

IES Vega de Pirón Carbonero el Mayor