«Recuerdo que estaba cogiendo el urbano para ir a trabajar», «iba en el metro con mis hijos para dejarlos en la guardería e irme a trabajar», «estaba de Erasmus» en Groningen, «me desperté tarde, cuando escuché la noticia», «iba de camino a Madrid»… seguramente éstas sean muchas de las frases que oigamos a lo largo del día de hoy. Efectivamente, todo el mundo recordará probablemente lo que estaba haciendo el 11-M una fecha para el recuerdo.

El 11 de marzo de 2004, España vivió uno de los momentos más trágicos que recuerda en el que ha sido el atentado terrorista más sangriento de la historia contemporánea de Europa. 192 inocentes perdieron la vida en unos trenes que pasarán a la más triste historia de este país; Un atentado que dejó además cerca de 1.500 heridos.

Paralelamente, la sociedad española se movilizó como no lo hacía desde el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Todas las ciudades fueron testigo de las manifestaciones de dolor y cariño llegadas desde todos los sectores sociales.

Españoles de nacimiento y de adopción, de todas las edades, sintieron como propias aquellas pérdidas porque… ‘todos íbamos en ese tren’, como rezaban las muchas pancartas que se veían durante aquellos días.

Aquellos días fueron ejemplo de lo mejor y de lo peor: la brutalidad de la masacre contrastada con la solidaridad de todos. Ciudades como Madrid o Barcelona asistieron a las más generosas donaciones de sangre que se recuerdan; Bomberos; SAMUR; Protección Civil; Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado; Sanitarios; Psicólogos… Todos se entregaron al máximo para rescatar a Madrid del dolor.

 

¿Cómo lo vivimos en Segovia?

Los segovianos no dudaron un segundo y desde primera hora de la mañana del 11-M de 2004 buscaron una convocatoria, un símbolo, una pancarta, una llamada de ayuda, un medio de comunicación o un punto de encuentro donde manifestar su rechazo a la violencia y su solidaridad con las víctimas de la masacre de Madrid, que Segovia siente como una tragedia propia.

La vida de la ciudad quedó totalmente alterada y la conmoción fue creciendo según iban llegando las noticias sobre los dramáticos efectos de los atentados terroristas perpetrados en los trenes de la red de cercanías de Madrid. Los actos que estaban organizados por partidos políticos e instituciones quedaron anulados. Las banderas a media asta y los crespones negros aparecieron en los balcones de las sedes institucionales con la misma rapidez que algunos ciudadanos colocaban en las fachadas de sus casas pancartas pidiendo la paz. También en los colegios e institutos aparecieron símbolos contra la violencia y el terrorismo.

Recordamos cómo antes de las doce de la mañana, los segovianos se lanzaron a la calle, algunos con lágrimas en los ojos, otros pendientes de los teléfonos móviles y muchos pronunciando palabras de rabia.

En la Plaza Mayor más de un millar de personas respondió a la convocatoria del Ayuntamiento y se concentró en silencio. La actividad del mercado, que cada jueves tiene lugar allí, cesó casi de forma automática. Los turistas detuvieron sus visitas. La corporación municipal, representantes de la Diputación, la Junta, la Subdelegación del Gobierno, de todas las fuerzas políticas, así como de organizaciones empresariales y sindicales y muchos ciudadanos de todas las edades guardaron cinco minutos de silencio, roto por aplausos de solidaridad. Aún después de terminar el acto muchos fueron los que permanecieron inmóviles ante la fachada del Consistorio porque, según manifestaban a los periodistas, era la única forma de calmar la impotencia que sentían.

 

Universitarios solidarios

También a media mañana centenares de estudiantes abandonaban sus aulas para concentrase a las doce horas ante la fachada de la Escuela de Magisterio. El vicerrectorado de la Universidad de Valladolid en Segovia pidió a la comunidad universitaria que se manifestara unida ante el brutal asesinato perpetrado en Madrid, y mostrara su solidaridad con las víctimas. Tras guardar unos minutos de silencio los universitarios iniciaron de forma espontánea una manifestación hacia el Azoguejo, donde pintaron sus manos de blanco y gritaron lemas como “ETA escucha así es como se lucha” o “Madrid somos nosotros”, para continuar después hasta la Plaza Mayor.

A la misma hora, cerca de un millar de alumnos y profesores de la Universidad SEK ratificaron su compromiso con la democracia y las libertades reuniéndose ante la fachada del campus de Santa Cruz.

Así mismo, los conciertos de las velas que cada año se celebran en Pedraza cada mes de julio, se hicieron eco de la masacre, dibujando en muchas de sus calles un siginificativo símbolo de este día.

Seis años más tarde, el 11 de marzo ha quedado probablemente en el olvido de algunos, pero para la mayor parte aún persigue un triste recuerdo. Así, el 11-M todos fuimos víctimas de aquel horrible atentado que cambiaría la historia. Para muchos, nada volverá a ser lo mismo.

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