El pueblo de Lusio (León), arrasado por el fuego. César Hornija, Ical
El pueblo de Lusio (León), arrasado por el fuego. César Hornija, Ical

Lusio, en el municipio berciano de Oencia, era hasta hace apenas unos días un pequeño rincón donde el tiempo parecía detenido. Unas treinta personas habitaban este pueblo leonés de casas de piedra, huertas familiares y un silencio interrumpido solo por los sonidos de la naturaleza. Hoy, tras el paso del fuego, Lusio es ceniza, humo y ruinas. Un escenario desolador que, según pudo comprobar la Agencia Ical, recuerda más a una zona de guerra que a un apacible enclave rural.

El incendio, que entró en León procedente de Ourense, avanzó sin control empujado por el viento cálido y seco. En cuestión de horas, las llamas arrasaron con casi todas las viviendas, muchas de ellas centenarias. Una rápida evacuación obligó a los vecinos a abandonar sus casas “con lo puesto”, como relató una de las personas realojadas en un albergue de Ponferrada. “Solo escuchábamos el rugido del fuego detrás de nosotros. Nadie imaginaba que sería la última vez que veríamos nuestras casas como las recordábamos”, añadía con emoción, según recoge la agencia Ical.

Entre el desconcierto y el dolor, un gesto se convirtió en símbolo de resistencia. Una vecina logró rescatar la imagen de la Virgen de Santa María, que se encontraba en la ermita del pueblo. Una de las casas que se han salvado albergaba a la Virgen de Santa María, rescatada, una de las señas de identidad de Lusio.

Una vecina de Lusio (León), rescata la Santa del pueblo antes de llegada del fuego. César Hornija, Ical

Los vecinos lamentan la falta de atención que, aseguran, sufren las pequeñas localidades en situaciones de emergencia como esta. Reclaman a las administraciones mayor implicación y agilidad para responder en escenarios que, como el vivido en Lusio, ponen en riesgo vidas y arrasan con el patrimonio material y emocional de comunidades enteras.

Hoy, las calles de Lusio están cubiertas de ceniza, los tejados se han desplomado y los árboles se alzan carbonizados. Solo quedan los recuerdos y la esperanza de quienes fueron sus habitantes, que ahora observan con impotencia cómo su pueblo desapareció entre las llamas, pero también con la convicción de que el espíritu de su comunidad seguirá vivo más allá de las ruinas.

El pueblo de Lusio (León), arrasado por el fuego. César Hornija, Ical