D.H/L.S/J.D.S / ICAL
Los pequeños pueblos han tomado mayor protagonismo en estas elecciones en Castilla y León después de que la España Vaciada haya presentado por primera vez candidaturas en cinco provincias (Burgos, Palencia, Salamanca, Soria y Valladolid). La Agencia Ical estuvo esta mañana en algunos de esos municipios en las provincias de Palencia, Soria y Zamora.
En el soriano Cirujales del Río, Bhirshma Hernández y Raúl Escalada, custodian la urna que tan sólo recoge cuatro votos. En esta localidad soriana si se tiene en cuenta que tienen derecho a voto 21 personas y una lo ha hecho por correo, a las 11.00 horas ya ha votado el 25 por ciento de los electores. «Nos tenemos que quedar hasta las 20.00 horas. Ahora después de misa vendrán a votar, pero hay uno que creemos que no lo va a hacer, por lo que, como no estamos seguros echamos el día aquí», relata Bhirshma quien teletrabaja desde la mesa electoral.
El joven emprendedor asegura que en casi todas las elecciones le toca mesa, ya que los mayores de 70 no pueden participar y en el pueblo la mayoría es gente mayor. «Aquí duermen diez personas como mucho», afirma.
Asimismo, es inevitable hablar de Soria ¡YA!, un nuevo partido que casi inventó la llamada España vaciada. En su opinión, existen «muchas expectativas de cómo puede irrumpir la nueva formación», ya que su futuro depende de su comportamiento los próximos cuatro años.
«El colectivo se la juega. De Teruel Existe sabemos que piensan sobre uno u otro tema, pero de Soria ¡YA! no sabemos que opinan de aspectos que a los sorianos nos preocupan como las macrogranjas o los tendidos eléctricos», relata para subrayar que «tienen que meter goles» porque sino se difuminarán como les ha pasado a otras marcas políticas.
José Luis Romera, que ejerce su derecho a voto, es más escéptico, incluso, con la nueva marca, ya que en su opinión Soria ¡YA! solo apoyará a un gobierno de izquierdas en la Junta. «Hay mucha gente que no confía en la Soria ¡YA! porque se han politizado. No creo en los políticos, ahora han creado convocatorias de ayudas para el sector primario y presentamos la documentación, aún sabiendo, que no vamos a recibir dinero», relata, para recordar que salga quién salga mañana «todo seguirá igual en la España vaciada»
El Aldealseñor, el pueblo de la cineasta, Mercedes Álvarez, el colegio electoral está en la plaza de la Iglesia, al lado de la fuente, flanquea la bella estampa del pueblo típico soriana una casa en cuyo balcón se enarbola la bandera de Soria ¡YA!. Jesús García, vocal, lee un libro y Teófilo Fernández custodia la urna a la que están llamados a depositar el voto 26 personas y sólo tres lo han hecho. «Aquí vienen a votar en cuenta gotas y muchos lo hacen por correo. Todos los años me toca o presidente o vocal», relata Teófilo quien alude a que no se mueve de la mesa hasta que realice el recuento.
En Aldealices pasa algo similar, a las 11.20, tan solo había votado uno. Uno de los miembros de la mesa se había ido a almorzar. El presidente de la mesa, Darío García que da pequeñas vueltas en círculo fuera del centro social reconoce que se turnan porque el día con tan poco movimiento «se hace largo».
Día muy normal
“Es un día muy normal, con una rutina típica de la gente rural y de pueblo”, afirma Iluminado tras atender a su caballo en las cuadras con las que cuenta su casa, un domicilio que tiene en frente a la biblioteca, que hace a su vez de colegio electoral con la única mesa en toda Frómista (Palencia).
Una única mesa, que sustituye a las tres totales que llegaron a necesitar en otros tiempos mejores, la cual representa la pérdida de población y ese fenómeno tan repetido durante la campaña por la clase política, esa llamada España vaciada.
“Se está ante un día importante en el que todos podemos elegir a los que queremos que nos gobiernen, jornada en la que no debería quedarse nadie en casa, independientemente del pensamiento y la elección. Luego vienen las quejas, así que hay que votar”, afirma a Ical.
Ana María aprovecha también la mañana antes que haga más frío, quien comenta que ha salido temprano de casa, como siempre, y ha ido a caminar. Espera que, “por primera vez, entre alguien que tire por el medio rural, porque se ha puesto de moda algo que lleva ocurriendo muchos años y solo se acuerdan ahora”.
De igual modo se muestra Javier, que vive en la capital palentina, pero no ha dejado de estar empadronado en Frómista, motivo por el que no duda en desplazarse puntual al pueblo para ejercer su derecho tras levantarse madrugador y tomar su café de rigor.
Hartazgo rural
“Para mí no es ningún esfuerzo. Tomo café y vengo a votar. Se deja hecho por la mañana y punto. Es todo como un día normal, no noto nada. Luego a la noche preguntaremos, aunque ahora nos importa menos, porque no votamos al alcalde, que es lo que produce intriga en los pueblos”, señala Jesús, un vecino de Amusco.
Califica la situación como una “vergüenza”. “Dicen lo contrario a lo que sienten y no hacen nada por los pueblos. Nos quitan los médicos, la educación y todo. Luego dicen bobadas de volver al pueblo, algo que es inviable, porque nos han echado”. Y es que, “todo es dinero, pagas más y hay para menos”, apunta.
Juan Manuel siente un parecer similar, quien relata que votar en el medio rural es “triste”, ya que cada vez queda menos gente en los pueblos. Por suerte, en Amusco se sigue teniendo mesa electoral, pero el resto de servicios van decayendo. “Lo que pedimos es que no solo se acuerden del medio rural para las elecciones”, sentencia tras votar en el Ayuntamiento.
Cierre en invierno
El número de habitantes de la provincia de Zamora se reduce a ojos vista. De hecho, respecto a las Elecciones Autonómicas de 2019, el número de electores se ha reducido en más de 3.500 para situarse en apenas 165.000.
No obstante, el puzle sigue teniendo las mismas piezas, concretamente, 248 municipios y 512 núcleos de población, incluyendo Otero de Sariegos y La Cernecina, que no tienen habitantes censados, y unas cuantas localidades que, en la práctica, puede decirse que ‘cierran’ durante el invierno, aunque todavía quedan muchas personas que intentan mantenerlas vivas durante la primavera y el verano y que procuran no llamar la atención sobre ese halo gris que se cierne sobre el futuro de sus pueblos.
Las estadísticas lo son todo y, si se añaden las circunstancias creadas por la pandemia de COVID-19, se entiende que cada vez hay personas con más edad, menos movilidad y mayores dificultades a la hora de desplazarse para ejercer su derecho al voto. No es algo nuevo, especialmente en provincias como Zamora, que mantiene desde hace muchos años una curva descendente de población y que, además, cuenta con una población envejecida y dispersa.
Sin ir más lejos, entre las numerosas rutas habilitadas por la Junta de Castilla y León para facilitar de forma gratuita el servicio de autobús a electores que no puedan desplazarse por sus propios medios y que, simplemente, prefieran que les llevan a ir a votar, figuran las de municipios como Cobreros, 120 kilómetros al noroeste de la capital zamorana, que cuenta con una docena de pedanías: Quintana de Sanabria, Limianos de Sanabria, Sotillo de Sanabria, San Román de Sanabria, Avedillo de Sanabria, Castro de Sanabria, Barrio de Lomba, Riego de Lomba, San Miguel de Lomba, San Martín del Terroso, Terroso y Santa Colomba de Sanabria.
Los votantes de Sitrama de Tera tienen que acudir a Santibáñez de Tera; los de Aguilar de Tera, a Micereces de Tera; los de Santa Colomba de las Carabias, a San Cristóbal de Entreviñas; los de Vecilla de la Polvorosa, a Morales de Rey; los de Litos, a Ferreras de Abajo y, así, una larguísima retahíla de pueblos por Zamora y por toda Castilla y León.