Una fuga de agua ocasionada por la avería de un calentador ha provocado daños en unos 600 de los 75.000 legajos que guarda el Archivo General Militar de Segovia, el más antiguo de las Fuerzas Armadas y que se ubica en el Alcázar. Tras localizarse la inundación el domingo por la noche, los trabajadores se emplearon a fondo para sacar la documentación de las dos salas afectadas por el agua y extender las hojas por varias estancias de la fortaleza, que se mantienen siempre ventiladas y con luz para evitar la aparición de hongos en los papeles.
El director del Archivo, el coronel Emilio Montero, aseguró en declaraciones a Ical que, “tras el susto inicial”, el papel “está respondiendo bien, lo mismo que las tintas”, por lo que confía en recuperar la mayoría de la información afectada por el agua. Tal y como avanza El Norte de Castilla en su edición digital, la avería se localizó en un servicio ubicado en la parte superior del archivo. La fuga se filtró a la sala del archivo ubicada en la planta baja y a otra en el primer sótano.
Montero detalló que fue el servicio de seguridad del Patronato del Alcázar el que se dio cuenta de la inundación cuando vieron “cómo salía agua por una de las puertas del sótano”. “Cuando llegamos vimos la que se había preparado, porque el agua mojó gran cantidad de legajos de las dos salas. Entonces procedimos inmediatamente a sacarlos y llevarlos a otras zonas para que no siguieran sufriendo daños”, explicó.
Unos trabajos que se alargaron hasta las tres de la madrugada y que continuaron ayer por la mañana con la puesta en marcha de una serie de medidas “para evitar que se deterioren”. Además, el director del archivo explicó que “el daño en cada uno de ellos es diferentes, porque hay algunos más mojados que otros”. “Se han ido desatando, separando la documentación más húmeda y colocando papel absorbente en las diferentes páginas. Es un trabajo que va a llevar bastantes días para evitar que las páginas se queden pegadas y cuando se sequen no se formen bloques de papel, porque ya no se podría hacer nada”, concretó.
Afortunadamente, como recalcó Montero, al tratarse de documentos antiguos, “que no están hechos con impresoras actuales”, están respondiendo bastante bien, “porque la tinta china ha aguantado y no se ha desprendido de la hoja”, por lo que consideró que “las pérdidas de información no van a ser muy grandes”.
La documentación afectada, que extendida ocuparía dos campos de fútbol, son expedientes personales militares del Ejército de Tierra español, tanto de Infantería y Artillería como de Caballería. En cada legajo, que es una tabla de 30 ó 40 centímetros cada una de ellas, puede haber varios expedientes de personas diferentes o solo de una. “Son de épocas diferentes, porque antiguamente se conservaba la documentación por los apellidos, por eso hay una gran variedad en cuanto a años y número”, matizó el director del archivo.
Evitar la aparición de hongos
El coronel Emilio Montero señaló que tras la inundación se han puesto en contacto con una empresa especializada en la restauración de documentos para seguir una serie de pautas para evitar la aparición de hongos: “Hay que tratar que las salas en las que los tenemos acumulados estén bien ventiladas y que haya siempre luz, incluso de noche vamos a dejar las luces encendidas, porque esto favorece que no aniden estos hongos que arruinarían los papeles”.
Este archivo, que se fundó el 22 de junio de 1892, permanecerá cerrado aproximadamente quince días para el personal se dedique exclusivamente a recuperar los papeles afectados, “a cambiar las tapas de todos los legajos, las cuerdas que los sujetan y eliminar todas las humedades durante esa aireación”.
Ésta no es la primera vez que el archivo del Alcázar de Segovia sufre un accidente parecido, ya que hace dos años, en unas pruebas de un simulacro de incendio, uno de los tubos de agua para apagar el fuego se rompió y mojó algunos legajos de una de las aulas. “Eso ha servido de experiencia, porque muchas de las personas que estaban en ese momento han sido las mismas que ahora, por lo que se ha actuado con mayor diligencia y preparación”, señaló.
Emilio Montero aseguró que tras el accidente se van a adoptar medidas: “Vamos a hacer unas llaves de entrada de agua exteriores a la instalación y que van a ser cerradas todos los días cuando acabe la jornada de trabajo. Igual que se corta la corriente eléctrica para evitar incendios, se va a cerrar el agua al salir”.