El museo de Segovia, gestionado por la Junta de Castilla y León, rescata de sus fondos es una conclusión teológica de Manuel Antonio de Bartolomé dedicada a la Virgen de la Fuencisla, de 1792. La pieza está impresa en tela, un hecho poco frecuente y que en el pasado era una forma de significar un acontecimiento que se deseaba resaltar y dejar un recuerdo más perdurable en el tiempo del que suponía el papel.
Concretamente, el documento que descubre el Museo de Segovia está realizado en un tejido de seda natural, con ligamento de tafetán, de color beige e impreso en tinta negra. Dentro de un marco de tallos, hojas y flores carnosas que resaltan sobre un fondo de fino rayado se presentan unos textos en latín rodeados de triple orla y compuestos por letras de distintos cuerpos y nomenclaturas.
En la parte que encabeza el documento, Manuel Antonio de Bartolomé pide a la Virgen de la Fuencisla que le ayude, le proteja y le defienda. Tras una serie de alabanzas a la Virgen, el autor dice que la necesita para poder defender los asertos teológicos que va a presentar a continuación.
La conclusión teológica se estructura en cuatro teoremas: en el primero refuta algunas teorías que no creen en la resurrección de los muertos y afirma que las almas andarán vagando por miles de años. También refuta a Calvino que sostiene incluso un juicio del Diablo. Concluye que las almas, después de la purificación en el purgatorio, gozarán de la gloria, conforme a lo que dice el Concilio de Florencia: “Las almas, una vez plenamente purgadas, son recibidas en el cielo y ven claramente al Dios Uno y Trino”.
En el segundo teorema, Manuel Antonio de Bartolomé sostiene la potestad del Papa de poder canonizar a los santos porque en ello no puede errar; mientras que en el tercero contradice a Calvino que niega el poder ver a Dios cara a cara, y es partidario de exterminar las imágenes de los santos en los altares. Defiende la doctrina de los Padres de la Iglesia que afirman la veneración de los mártires y santos desde los tiempos remotos hasta hoy.
En el último teorema que aparece en el documento, el autor vuelve a refutar a Calvino, al que ofenden las reliquias de los santos, las victorias de las tiernas vírgenes y las gestas de los mártires. Concluye que los santos que reinan con Cristo conocen nuestras peticiones y los podemos invocar, venerar sus imágenes y dar culto a sus reliquias.
En el centro de la parte superior del documento destaca una xilografía con una imagen de María que, aunque pudiera creerse que representa a la Fuencisla, pues lleva corona, doble aureola, rostrillo, amplios ropajes y creciente lunar, no lo es. La Virgen sostiene al hijo con el brazo izquierdo, en la mano derecha lleva un cirio y se apoya sobre un trono adornado con cuatro jarrones de flores, detalles que la identifican con Nuestra Señora de la Soterraña, patrona de Santa María la Real de Nieva. Debajo, dentro de una rocalla había un escudo con las enseñas de la Orden de Dominicos, borradas posiblemente por el impresor para que fuera menos evidente que no se trataba de la patrona de Segovia.
Los visitantes pueden acercarse a descubrir la ‘pieza desconocida’ de agosto y septiembre en el Museo de Segovia en el horario habitual de apertura al público del centro, de martes a sábados, de 10.00 a 14.00 horas, y de 16.00 a 19.00 horas; y los domingos de 10.00 a 14.00 horas.