Recuerdo la primera vez que vi la película ‘El Cuervo’. Una frase, de las últimas que se escucha en el largometraje, concluye con una preciosa cita ante una ciudad desolada. En ese momento, una voz en off, afirma «Los edificios arden, las personas mueren pero el amor verdadero es para siempre«. Hoy, 1 de noviembre, el día de Todos los Santos es, sin duda, el mejor día para recordar que estamos vivos. Al menos, así pienso yo…

De niña, de la mano de mis padres y abuelos, recorría los cementerios donde se encontraban mis bisabuelos y tíos que, aún sin haberlos conocido peronalmente, siempre habían estado presente en la vida cotidiana de mi familia. En Segovia, en Cantimpalos y en Paradinas he visitado durante años a los bisabuelos Lídia y Florentino, a Juana y ‘al tío Paco’. Resulta extraño que, aunque cuando yo nací muchos de ellos ya habían muerto, sus historias y forma de ser siempre me han acompañado.

Han pasado los años y mi familia, supongo que como la de todos ustedes, ha ido evolucionando. Se han incorporado personas de esas que te encuentras por el camino y eliges tener siempre a tu lado, han nacido nuevos miembros (en mi caso, he sido madre) pero también otros nos han dicho adiós. Ahora, como se suele decir, ‘las tornas han cambiado’ y si  tengo la oportunidad de vivir más años, y mi hijo tiene salud, seré yo la persona que lleve a Manuel donde descansan mis abuelos, Antonio y Tomás, mi abuela Esperanza y mi tío Jose y, sobre todo, le descubriré cómo eran el día de Todos los Santos, pero también en cualquier oportunidad. Ellos han marcado mi vida, mis ilusiones e incluso han influído (y mucho) en mi forma de ser, de sentir, de luchar y de pensar. Quiero que les conozca, y que, como yo hacía aún sin haber sentido una caricia de sus manos, disfrute de las historias de mis abuelos, de cómo emprendieron, de cómo vivieron, de cómo eran. ¡Cuánto tenemos que aprender de nuestros mayores!.

Aunque hoy no es el día de los Difuntos, y sí el de Todos los Santos, tradicionalmente ha sido esta jornada en la que se recuerda a los que no están. Quizá sea rara, y seguro que a muchos de ustedes les pasa, pero una jornada como hoy (como también ocurre en Navidad) no puedo evitar pensar en qué pasará en los 12 meses que llegan, cómo será el 1 de noviembre de 2012,  en si las visitas aumentarán, e incluso si yo misma seré visitada. Es duro pensarlo, pero también es humano. Por eso, hoy para mí es el día para recordar que estamos vivos, que la vida no espera ni avisa, y que tenemos que luchar por ser felices, por hacer felices a los que nos rodean y por disfrutar de la gente que nos acompaña.

Sólo una persona feliz y con la conciencia tranquila es capaz de regalar felicidad a los suyos, esta es una lección que he aprendido de mis padres y de mi hermana, y que siempre intentaré transmitir. Algún día, y Dios quiera que sea dentro de muchos años,  sueño con que unos niños escuchen  atentos hablar de la ‘abuela María y del abuelo Roi’, de cómo se conocieron y de las peripecias que vivieron, cada uno por su lado y en conjunto, para formar una familia y así, generación tras generación, hasta que sólo el paso de los años duerma para siempre los recuerdos.

Decía la película de El Cuervo que ‘El amor verdadero es para siempre’, yo también lo creo. Y creo que las personas que me dejaron siguen a mi lado. Una vez alguien muy especial, dos días antes de morir ,me agarró la mano y me dijo: «Cuando esté en el Paraíso te seguiré queriendo». Sé que es verdad. Las personas no mueren mientras sus recuerdos permanecen vivos en nosotros. Hoy ha salido el sol (poco, pero algún rayo asoma), disfruten de la jornada en familia, dediquen sonrisas y hagan por regalar felicidad. Algún día, seguro, alguien les recordará por ello.


*María Coco Hernando, directora de Segoviaudaz.es

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