La Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía de Segovia han detenido o imputado al menos a trece hombres y mujeres por poner denuncias falsas o simular delitos para cobrar indemnizaciones en los últimos once meses. Sobre el papel no es una cifra importante, teniendo en cuenta la cantidad de personas que se presentan como víctimas y acaban como delincuentes por tales causas en España, más de 3.000 sólo en 2012. Pero llama la atención que la mitad de los casos registrados en esta provincia durante 2013 se concentraran en dos meses, septiembre y octubre.

La ignorancia es atrevida, pero no impune. El artículo 457 del Código Penal fija multas de seis a doce meses por denuncia falsa o simulación de delito, y según la información facilitada a Ical por la Subdelegación del Gobierno, en esas circunstancias ya ha habido una docena de casos (con 13 implicados) desde enero. La mayoría son españoles y los hay de todas las edades, desde 30 hasta más de 60 años.

Obviamente, otros muchos habrán colado porque los indicios deben ser claros, pero de vez en cuando la ingenuidad del bisoño delincuente simplifica la labor de las autoridades. Sobre todo, cuando el exceso de confianza le lleva a bajar la guardia tras salir de la comisaría o el puesto de la Guardia Civil de turno con la denuncia puesta. De hecho, muchas de ellas se destaparon como ficticias cuatro, cinco y seis meses después de presentarse.

Los más habituales dieron parte de hurtos o robos con fuerza; otros, más atrevidos, se inventaron la escena en la que eran presuntamente rodeados por asaltantes en plena calle. Y aunque el teléfono móvil es el objeto ‘robado’ más recurrente, aparte de otros aparatos electrónicos y dinero en efectivo, se ha llegado a denunciar la sustracción del coche o incluso del perro para justificar un accidente o una infracción.

 

Las falsas denuncias y delitos simulados de 2013

El primer caso del año en Segovia se descubrió el 21 de enero, aunque venía de atrás. Un hombre (J.J.D.D.) había denunciado el 6 de agosto de 2012 ante la Guardia Civil el hurto de su teléfono móvil. Curiosamente, el mismo que utilizó su esposa apenas 48 horas después de aquel día, aunque la Policía no lo confirmó hasta pasados casi cinco meses.

Sucedió en un pueblo de la provincia que la Subdelegación del Gobierno declina precisar, como en el resto de casos que se detallan a continuación, para evitar que el infractor sufra mayor castigo por la vergüenza pública de ser identificado en su entorno que por la propia multa.

El siguiente lo resolvió el Instituto Armado el 7 de febrero, una vez verificada la incoherencia de un presunto robo con intimidación denunciado por otro vecino de la provincia, R.S.O., el 20 de diciembre de 2012. Aunque resultó más atípica la ocurrencia de F.B.H.D., que para intentar eludir una multa que le había puesto el Seprona por dejar suelto a su perro denunció que se lo habían robado. Un error, porque el 23 de febrero la sanción terminó siendo doble.

El 13 de junio, J.P.Q.L.L. daba parte de un robo en una nave industrial de su propiedad en la que quien dejó demasiadas pistas fue el propio denunciante; y algo menos de tres semanas después, el 1 de julio, la Guardia Civil comprobaba que un hombre que había denunciado la sustracción de su teléfono móvil el 28 de abril seguía teniendo ese mismo aparato asociado a su número, según pudieron verificar los agentes a través de su operadora.

 

Septiembre y octubre, ‘temporada alta’

En la recta final del verano arrancó la ‘temporada alta’ de denuncias y detenciones por falsos delitos. La Policía informaba el pasado 2 de septiembre de un hombre de 41 años detenido después de denunciar un atraco en una plaza de Segovia capital por parte de tres jóvenes que, tras agredirle, le habrían sustraído un teléfono móvil y una pequeña cantidad de dinero.

El día 6, la Guardia Civil descubría a dos mujeres que casi ocho meses antes, el 17 de enero, habían denunciado la sustracción de un teléfono móvil en un pueblo de la provincia. Una tuvo la idea, la otra la puso en práctica y las dos acabaron imputadas como autora e inductora.

De vuelta a la capital, tres semanas después del atraco ficticio atribuido a tres jóvenes, un hombre de 51 años elevaba a cuatro el número de (también) jóvenes que se supone que le habían robado en una calle del barrio de San Millán. La Policía, sin embargo, averiguó que la presunta víctima había vendido su teléfono y pretendía la restitución del aparato y la indemnización económica de su seguro.

Mayor castigo le cayó a un vecino de un pueblo de la provincia, J.H.J.O., que el pasado 26 de septiembre era detenido por la Guardia Civil por simulación de delito y también por estafa tras dar parte de un robo con fuerza en su casa. Difícilmente podía temer ser descubierto a esas alturas, porque la denuncia la había interpuesto casi medio año antes, el 8 de abril.

Ya en octubre, los blancos de los ladrones ficticios resultaron ser los coches. El día 11, un hombre denunciaba ante la Guardia Civil, con no demasiada habilidad, la supuesta sustracción de distintos objetos del interior de su vehículo. Y el día 16, el detenido era otro hombre que denunció el robo de su vehículo entero. Subió la apuesta y pagó el doble, porque los agentes del instituto armado comprobaron que en realidad era un allegado sin carné (se había quedado sin puntos) el que había tenido un accidente con el coche del denunciante, quien por tratar de arreglarlo gratis terminó arrestado por simulación de delito y denuncia falsa.

Teléfonos móviles, el perro, material industrial, el coche, dinero… En las falsas denuncias cabe de todo, pero como apunta el dicho, para mentir hace falta buena memoria y en estos casos, algo más.

 

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