En España caía la noche del 25 de junio de 2009 cuando America conocía la noticia de la muerte del Rey del Pop. Mickael Jackson había muerto a consecuencia de un paro cardíaco producido por una combinación fatal de medicamentos como el demerol y propofol,

¿Mickael Jackson estaba muerto? Todo el mundo se sorprendió pero nadie podía decir que no era algo esperado en cierto modo. Todos llevábamos años asistiendo en directo a la decandencia más pública que el mundo moderno había vivido. Mickael Jackson, el personaje, el artista y la persona, llevaba años muriendo. Sus últimos años estuvieron marcados por los escándalos, los juicios, la ruina económica y el espectáculo trágico en que se convirtió su vida pública y privada: un tabique nasal menguante, una piel negra en extinción, un matrimonio raro, raro, raro con Lisa Marie Presley, un matrimonio aún más raro con una enfermera pasada de kilos, tres hijos llamados Paris, Prince Mickael y Prince Mickael II, demandas por pederastia, ruina económica, ruina personal, decadencia física…

En los últimos años apenas se dejo ver y cuando lo hizo, todos preferimos no haberlo visto: Mickael Jackson pone en peligro la vida de su hijo al asomarlo por encima de la barandilla de un balcón, Mickael Jackson llega en pijama al juzgado, Mickael Jackson dice en una entrevista que ve qué hay de malo en dormir en la misma cama con niños, etc.

Su vida, personal y artística, resulta difícil de resumir en unas pocas líneas pero en este caso los tópicos son los que mejor trazan la línea de la vida de Mickael: una infancia dura, con un padre estricto y violento, el estrellato musical con los Jackson 5, la presión del niño artista, el sello musical Motown, una infancia robada, un talento insuperable, Quincy Jones, el Moon Walk, el funky, el pop,  el disco más vendido de la historia, un videoclip-cortometraje con zombis, Thriller, Billy Jean, números 1, Liz Taylor y Brooke Sheild, anuncios para Pepsi, un guante de lentejuelas, medicamentos, Smooth Criminal, operaciones de cirujía plástica, Black or White, complejo de Peter Pan y de ahí a la decadencia.

Y sin embargo y a pesar de todo el legado musical de Michael Jackson será algo que perdurará en el tiempo durante siglos. Artistas como Beyoncé o Lady Gagá serían difíciles de imaginar sin Michael. Los videoclips tal y como los conocemos hoy, pequeñas cortometrajes artísticos que cuentan una historia con planteamiento, nudo y desenlace, serían imposibles sin Mickael. Los macroespectáculos musicales al estilo de U2, Shakira o Beyoncé no existirían sin Mickael Jackson. El pop, ctal y como lo conocemos hoy, no existiría sin Mickael Jackson.

Su muerte dejó en nuestra memoria imágenes inolvidables que cerraron la era «Mickael Jackson»: la pamela que lució La Toya Jackson en el funeral de su hermano, el guante de lentejuelas del pequeño Blacket y el emotivo discurso de su hija Paris: «Desde que nací, mi padre ha sido el mejor padre que uno podía imaginar», sollozaba Paris mientras Janet le indicaba «habla más cerca del micrófono, cariño, habla más cerca del micrófono».

Su funeral, fue el antepenúltimo espéctaculo que protagonizó el Rey del Pop, después llegarían las esperadas batallas por su legado económico (no estaba tan arruinado como se decía de él en vida), la legal por la custodia de sus tres hijos y los rumores esperpénticos de que su padre, Joe Jackson, quería formar un grupo al estilo Jackson Five con Paris, Prince Mickael y Blacket.

Afortunadamente, hoy tenemos cosas como YouTube y podemos recordar al Mickael de los buenos tiempos, al niño que cantaba Baby, give one more chance, al joven zombi genio inventor de Thriller, al bailarín extremo de Smoth Criminal y su maravillosa actuación en el 25 aniversario de Motown. Y también tenemos cosas como la película documental This Is It sobre su regreso a los escenarios, regreso que estaba preparando en el momento de su muerte. En ella podemos reconocer a Mickael en su máxima expresión, un genio tímido, excéntrico, inquietante y algo loco, pero genio al fin y al cabo. Todavía seguimos y seguiremos muchos años buscandole sucesor. Hasta entonces, ¡el Rey ha muerto! ¡Viva el Rey!

 

 

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