Los vecinos de los municipios de la cara sur de la Sierra de la Paramera vivieron este lunes con gran angustia el avance de las llamas, pero con una idea muy clara, había que ponerse ‘todos a una’ para intentar que el fuego no se aproximara a sus pueblos. Y el esfuerzo fue incansable, pues mientras algunos cogían sus máquinas del campo para hacer cortafuegos, otros se encargaban de la intendencia, subiéndoles comida y agua.
Así pasaron la madrugada del lunes la mayoría de ellos, en vela y mirando al monte, con todo el humo y las pavesas cayendo sobre sus cabezas y con el temor de ser evacuados y tener que dejar atrás sus viviendas y bienes más preciados, mientras algunos grupos de personas se esforzaban en frenar el avance del incendio. Es el caso de Jesús Meneses, vecino de Villarejo, que explicaba que estaban «tratando de hacer todo lo posible, pero con mucha angustia».
«Nosotros con las máquinas hemos estado haciendo cortafuegos desde el domingo, lo que hemos podido, porque por esta zona no vino nadie, nos tuvieron abandonados todo el día», asegura este vecino de Villarejo, que explica que «a última hora llegaron los de la UME, pero fue la gente del pueblo la que estuvo arriba en Navandrinal y luego aquí en Villarejo haciendo cortafuegos, y seguro que nos tendremos que ir a otra zona porque hay más frentes activos». «Yo me acosté a las 6.30 de la madrugada y a las 7.30 horas ya nos estaban llamando para subir a hacer el cortafuegos», comenta Meneses.
Otra vecina de este pueblo, Gema Encabo, señala en la misma línea que «se les ha escapado el fuego, no sé si por que no había recursos o por qué». «Al principio pensábamos que lo peor estaría en Navandrinal, pero el fuego ha llegado a muy pocos metros de nuestro pueblo. Lo malo es que se ha juntado con la zona de Navalmoral de la Sierra», lamenta.
«Anoche vinieron efectivos, pero como no había visibilidad en el monte, no se pudo hacer nada. Gracias a la gente de Villarejo, Navarredondilla, Navatalgordo y Navalosa, todo el mundo que ha podido venir, la situación no está peor, porque los medios aéreos no han venido hasta casi las 10 de la mañana de este lunes. A lo mejor los necesitan otros pueblos, pero es que este fuego se come ocho pueblos. Ha sido un poco caótico», recuerda.
Desliza que el fuego esta mañana estaba ya muy abajo, Navarredondilla «ni se veía, ha sido horrible y lo sigue siendo». Gracias a la gente del pueblo que ha hecho cortafuegos y sofocado las llamas, remarca Encabo, quien rememora que la noche anterior la habían pasado «a la intemperie, de mala manera, y mucha gente se ha ido».
En Navandrinal, la situación vivida fue similar, según explica Mode Jiménez. «La noche la hemos pasado en vela, intranquilos, pero a la vez dando tranquilidad y paz a quienes nos encontrábamos por la calle y ayudando a la UME a mover sus vehículos por las calles estrechas», comenta, pues «las llamas las teníamos muy cerca y de hecho en dos ocasiones nos han dicho que estuviésemos preparados por si nos tenían que evacuar, aunque mientras no nos digan nada no nos movemos porque entorpeceríamos la subida y bajada de vehículos de extinción», advierte.
Esta vecina de Navandrinal, que colaboró subiendo bocadillos y bebidas a los que trabajaban en los cortafuegos, reconoce que el domingo «solo estaban los del Ayuntamiento y vecinos», pues «los medios de extinción vinieron ya por la tarde, cuando ya estaba todo cercado, pero entiendo que hay muchos focos y ellos saben cómo tienen que actuar, porque son los expertos y hay que apoyarles».
Cerca de allí, en Navalmoral de la Sierra, durante el domingo y la madrugada del lunes fueron muchos los vecinos que, tras darse un pregón solicitando ayuda, acudieron al monte para limpiar los caminos, especialmente la zona de pinar, y así intentar impedir que el fuego llegase al municipio. Testimonios, en suma, de una tragedia medioambiental que los vecinos de los pueblos afectados están viviendo en primera persona y con gran angustia y desaliento.