El 35 Festival Internacional de Teatro de Títeres de Segovia Titirimundi, desarrollado del 2 al 5 de septiembre, es decir, en su edición más breve, terminó con un balance de un 97 por ciento de ocupación de sus aforos en 128 funciones llevadas a cabo por 21 compañías en 35 espacios diferentes en patios, jardines, salas de interior y terrazas de la ciudad.
Las funciones del Teatro Juan Bravo oscilaron entre el lleno absoluto en la función de ‘El Espejo Negro’ y el 95 por ciento de ocupación en las actuaciones de la compañía Natacha Belova-Iacobelli con su espectáculo ‘Chaika’, que inauguró por todo lo alto la edición, y Festuc, con ‘Adiós Peter Pan’. En el resto de las salas de interior llegaban al cien por cien, con la incorporación de nuevos espacios como el imponente jardín del Palacio Episcopal o el gran auditorio de la UVa, en el campus ‘María Zambrano’.
Se vendieron las 6.002 entradas puestas a la venta de manera anticipada desde el 6 de agosto, y en los patios y jardines de mayor tamaño se ha podido ampliar mínimamente el número de filas aforadas al poder disponer las sillas por grupos familiares y convivientes. Por esta razón, en estos espacios logró dejar a la venta un 3 por ciento más de entradas para adquirir en puerta, del que se ha cubierto una tercera parte. Un total aproximado de un 96 por ciento de ocupación en patios y jardines.
En las terrazas, las dos compañías participantes, ‘Mr. Barti’ y Roma Monasterio, recordaron el espíritu de ilusión que se transmite en las calles de manera intrínseca en Titirimundi y despertaron la expectación del público que estaba disfrutando de las noches segovianas. “Han llegado para quedarse”, dijo la directora de Titirimundi, Marián Palma, para añadiar que es “un marco que se intentará recuperar en próximas ediciones, en un lazo de unión cada vez más estrecho entre Titirimundi y la hostelería de la ciudad”.
Por segunda vez, se ha vivido un Titirimundi especial que no se ha podido disfrutar de espectáculos de calle ni de talleres de títeres, ni de campañas escolares presenciales debido a la imposibilidad de aforar en plazas y vías, manteniendo el protocolo sanitario vigente y el uso del sentido común.
Titirimundi volvió a adaptar su formato de evento de gran envergadura a las circunstancias tanto sanitarias como económicas. “En una edición difícil y con el equipo de organización mermado, hemos seguido trabajando para hacer posible este festival deseado que logra que las utopías se vuelvan realidad y que compañías y espectadores vuelvan a sentir el espíritu único de Titirimundi”, añadió Palma.
Por segundo año consecutivo, no ha habido fiestas, ni grandes producciones, ni labor social en hospitales y centros especiales, pero, para la organización, “precisamente el espíritu ha continuado fluyendo entre público, artistas y equipo”, y mantener los lazos. “Titirimundi es justo eso, un gran familia que se ha mantenido con la unión, que es una de las bases del festival”, declaró.
Todas las compañías mostraron su agradecimiento, incluso al final de cada función, después de estos dos años en los que el mundo cultural se ha visto paralizado y en el que el teatro de títeres es uno de los más afectados.
Desde la organización subrayaron que gracias a su característica línea de calidad y un espíritu único valorado por los espectadores y compañías, Titirimundi es uno de los festivales con mayor éxito a todos los niveles que ha convertido a Segovia en la meca del arte del teatro de títeres y ha potenciado el mundo de la marioneta en la comunidad de Castilla y León a través de sus redes y puntos de unión.
Titirimundi ya piensa en el año que viene, como se hace de manera habitual cuando termina una edición y ya se realizan gestiones para la próxima. “Es un ciclo orgánico con un ritmo propio que no nos permite detenernos. El festival tiene vida propia y es a lo que nos empuja”, expresó su directora. “Si las circunstancias lo permiten Titirimundi 2022 se celebrará en mayo, esperando que también con mayor número de días, compañías, funciones y recuperando la calle”, dijo.
Necesita apoyo institucional
Aunque todo dependerá de la situación sanitaria y de la presupuestaria, que precisa de una inversión propiciada por todos, como patrimonio de la ciudad de Segovia y bien de interés cultural en España, además de la repercusión mediática, económica y vital demostrada. Palma destacó que Titirimundi necesita “un apoyo institucional comprometido a nivel económico y que sepa qué tiene entre manos para hallar vías y realizar convenios y aportes que conlleven la celebración de un festival de esta envergadura sin sobresaltos de última hora y con el honor de ser parte de él”.
En este sentido, Titirimundi agradeció al Ayuntamiento de Segovia ese compromiso y fidelidad y esa capacidad de visión para significar el prestigio del festival. También a las entidades que se han sumado con voluntad y conocimiento en el patrocinio económico, imprescindible para que después surjan las extensiones y demás formas colaborativas.