Las Hermanas Clarisas elaboran secretos artesanales desde un monasterio del siglo XVII ubicado en un pequeño pueblo de Segovia, a una hora de Madrid y a 30 minutos de Segovia.
EL convento, como relata Fundación Contemplare, fue construido entre 1621 y 1632, siendo ocupado por monjas franciscanas a finales de este último año. Sus benefactores fueron Don Juan de Pedraza y los condes de Molina de Herrera (Don Pedro Mexía de Tovar y su esposa Doña Clara de Paz. A lo largo de los cerca de sus 400 años de historia, el monasterio ha sido morada de las Hermanas Clarisas. Durante un tiempo, incluso, acogió «un parvulario y escuela, y hasta no hace muchas décadas también bordaban» las Hermanas Clarisas entre sus muros. En 2011 decidieron iniciarse en el arte de la repostería con la ayuda de las Clarisas de Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real).
Desde entonces, elaboran delicias artesanales para cualquier época del año. Así, se pueden encontrar desde florones a delicias de Santa Clara hasta lotes de Navidad con polvorones, mermeladas o garrapiñadas. Además, hay roscón de Reyes o turrón de la abuela. Tejas, sirenitas, pastas de té o un surtido de dulces sin gluten se pueden encontrar entre los productos que amasan con cariño las Clarisas en Villacastín.
También hacen bizcochos caseros, caprichos de almendra o bocaditos de boda. Por cierto, según cuenta la tradición «las novias que desean tener buen tiempo el día de su boda para que no les llueva, o bien para pedir que deje de llover, deben llevar una docena de huevos al Convento de las Hermanas Clarisas. Las religiosas ofrecerán en nombre de los novios sus oraciones a Santa Clara, quien obrará el milagro deseado».
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