Santiago Posteguillo cuida al detalle el título de sus libros porque entiende que en la sociedad de los ‘tuits’ hay que captar el interés del lector con pocas palabras. Sirva de ejemplo el último libro que ha publicado, ‘La noche en que Frankenstein leyó El Quijote’ en el que desvela algunas curiosidades sobre la vida secreta de los libros; anécdotas que le han servido durante años para llamar la atención de sus alumnos sobre las grandes obras de la literatura. En esta entrevista concedida a Ical, el autor de la trilogía de Escipión reflexiona sobre algunos de esos episodios, reivindica los clásicos y fantasea con lo que podrían aportar a la sociedad actual algunos de los grandes personajes o sus creadores. Todo ello sentenciado con una recomendación literaria que cae con aplomo sobre la clase política.
El libro tiene cierto sabor a asunto pendiente, ¿es así o la idea surge de repente?
Sería una combinación de las dos cosas. Desde hace tiempo quería compartir con los lectores aspectos de la literatura clásica, más allá de la novela histórica donde tan bien me lo paso. Además, en la editorial surgió la posibilidad de que hiciera algo diferente y el proyecto les pareció muy interesante. La conjunción de esos dos factores es la que ha creado ‘La noche en que Frankestein leyó El Quijote’.
Cómo fue el proceso para reunir estas curiosidades
El proceso viene de 20 años de dar clase de lengua y literatura en la universidad. Desde hace tiempo vengo recopilando curiosidades, anécdotas y enigmas literarios que me son muy útiles a la hora de dar las clases para captar la atención de los estudiantes y, a partir de lo anecdótico, conducirlos hacia lo fundamental, que es la obra literaria que a mí me interese. He recopilado parte de ese material para convertirlo en relatos que resulten atractivos para los lectores. Es cierto que una vez que tienes el chip de escribir el libro, se conecta un radar y surgen nuevas curiosidades. Así, el año pasado durante la promoción de mi última novela histórica,‘Los asesinos del emperador’, me alojaron en el hostal Reyes Católicos en Santiago de Compostela donde conocí la historia de Rosalía de Castro que se cuenta en uno de los relatos.
Se dirige al lector directamente en numerosas ocasiones, ¿con qué intención?
No veo que sea malo que las obras literarias tengan un cierto componente didáctico. Es algo que está muy patente en mis novelas históricas, pero hay que hacerlo con gracia para que al lector no le parezca que le estás impartiendo una conferencia. Ese tono desenfadado o informal, directo, puede facilitar una proximidad con los lectores sobre la historia que se está contando y eso, a su vez, puede ayudarlo a estar más receptivo. De esta forma se lleva dos placeres por el mismo precio: disfrutar, ya que siempre voy con el entretenimiento por delante, y aprender.
Es un libro especialmente apto para curiosos a los que engancha con intriga
Sin duda alguna y además a diferentes niveles. Por una parte, para lectores más avezados que tienen curiosidad por lo que hay detrás de sus autores favoritos. Y para lectores jóvenes que estén empezando a leer y no sepan muy bien por dónde empezar, este libro puede servirles de guía orientativa sobre qué textos o a qué escritores acercarse. En cuanto a la intriga, hay que utilizar el mayor número de recursos que te permitan crear una pieza literaria atractiva,y en el caso del relato breve una de las fórmulas para ello es el misterio.
En ese curioso recorrido por los clásicos cuenta la hipótesis de que fuera Marlowe y no Shakespeare el autor de las grandes tragedias, ¿cuál es su tesis?
Es difícil, no sabría decantarme por uno o por otro. Pienso que como la realidad suele ser más sorprendente que cualquiera de las elucubraciones que hagamos, al final probablemente sea Shakespeare y ya está. Por encima de todo, como digo al final del relato, lo importante son esas obras, no ya tanto el nombre que las firmara, aunque sería genial saberlo con seguridad. Lo importante es que tenemos un Hamlet, un Julio César, un Otelo o un Macbeth que son maravillas.
¿Cree en las casualidades?
Yo creo que las casualidades se buscan.
Dedica un episodio al ‘ghost writer’, al escritor cuya pluma contribuye a exitosas obras y que, sin embargo, queda en la sombra como en el caso de August Maquet y ‘Los tres mosqueteros’, que firma únicamente Alejandro Dumas ¿Qué piensa del ‘escritor fantasma’?
Es un fenómeno literario que se da hoy día, y la idea del relato era mostrar que ha existido desde que hay literatura. Es una pena que personas geniales queden en el anonimato y no sean descubiertas porque no es noble. Creo que cada uno debería tener su reconocimiento en función de lo que ha hecho.
Hay una clara reivindicación de los clásicos, en concreto de ‘El Quijote’ al hilo de una anécdota en una biblioteca para descatalogar los libros que apenas se solicitaban. ¿Qué perdemos si los clásicos caen en la indiferencia del gran público?
Estamos perdiendo gran parte de lo que somos y, si vas perdiendo parte de quien eres, al final te quedas en muy poco y estás aún peor armado para enfrentar los problemas del devenir de tu propia vida. En concreto, ‘El Quijote’ tiene una gran cantidad de conocimiento, de ideas de las que puedes aprender y, además, Cervantes tuvo el enorme ingenio de presentárnoslo de una forma muy entretenida. No obstante, es cierto que para un público joven el lenguaje de una versión original del siglo XVII puede resultar en algunos momentos difícil o distante, por eso tenemos que abrir la puerta a adaptaciones para que de una forma u otra se lea.
Las poco llamativas ‘Primeras impresiones’ de Jane Austen salieron a la luz como ‘Orgullo y prejuicio’ ¿El título de una novela puede marcar su éxito o su fracaso?
El principal problema de Jane Austen para publicar era ser mujer en una época en la que a las mujeres no les solían publicar libros. En cualquier caso, quizá no tanto antes, pero hoy día, en un mundo muy mediático –el de los tuits, los sms y los whatsapp- donde lo breve es fundamental, el título es clave. Se publican miles de libros al año en España, así que, salvo que busques algo concreto, te acercarás a un libro por dos cosas: por el título o por su portada, si eso no te atrae, no hay nada que hacer. Yo dedico mucho tiempo a pensar el título de mis libros, luego estaré acertado o no.
No deja escapar en esta obra que a los editores a veces también les falla la intuición, a partir de ejemplos como Harry Potter y ‘El señor de los anillos’
A todos nos pasa y siempre parece que nos acordamos más de los fallos que de los aciertos. Los editores han tenido grandes errores, pero no necesariamente ese fallo significa que un editor es malo. Son personas que toman muchas decisiones a lo largo de su vida profesional y el que puede cometer errores es el que toma muchas decisiones; el que no toma ninguna, nunca se equivoca.
Sir Arthur Conan Doyle se vio obligado a resucitar a Sherlock Holmes después escribir su muerte. A qué personaje o a qué autor resucitaría y qué le preguntaría
Me encantaría resucitar a George Orwell y le preguntaría si no cree que lo que está pasando hoy día con esta crisis económica -que en realidad procede de una crisis financiera artificialmente creada por unos pocos-, es el peor pronóstico que hacía en su novela ‘1984’.
Sabrán convivir eternamente el libro electrónico y el libro impreso
Ésa es la gran pregunta. En el libro pronostico, a riesgo de equivocarme, que por lo menos durante un tiempo importante -40 ó 50 años- tiene que haber una convivencia más o menos equilibrada. Que se llegue a un punto de descompensación y que el libro electrónico suplante completamente al otro, no lo creo, pero realmente pienso que nadie lo sabe. Lo que sí que podemos ver es que su sustitución está siendo al menos mucho más lenta de lo que se vaticinaba. Mi hija pequeña de seis años me está pidiendo un libro electrónico y probablemente se lo compraremos, aunque intentaré que lea de los dos formatos. Después, ella decidirá.
‘La noche en que Frankestein leyó El Quijote’ ¿es un paréntesis?, ¿retornará pronto a la Antigua Roma?
Por supuesto, de hecho ahora estoy haciendo unos esquemas de un capítulo de la segunda parte de la trilogía de Trajano que tiene que salir en septiembre y que sucederá a la primera, ‘Los asesinos del emperador’. El paréntesis fue muy breve, quizá de unas semanas para recopilar todo el material y organizarlo, pero en seguida retomé la novela histórica porque las que yo escribo, de mil páginas y cien personajes, me ocupan dos años, así que estoy completamente volcado en la segunda parte.
Qué anécdota o curiosidad de su trayectoria literaria podría recuperar en un futuro otro autor para incluirla en un libro que pudiera titularse ‘La noche en que Trajano leyó El señor de los anillos’, por las referencias a Tolkien en ‘Los asesinos del emperador’
Tampoco es que sea demasiado especial, pero por ejemplo a mí todas las editoriales del país me dijeron que no. Tengo montones de noes recopilados. Bueno, todas no, hubo una pequeñita que dijo que sí y otra que dijo que sí, pero tardó tanto en aceptar, que ya había firmado con la pequeñita. Es muy raro, aunque pasa, el caso del escritor que publica su primera novela y es un éxito demoledor y se convierte en un best- seller. Es más habitual que a un escritor le cueste mucho llegar a ser razonablemente popular o conocido y ese camino es el que yo he recorrido.
En otro episodio confiesa que echa de menos a personajes como Guillermo de Baskerville (‘El nombre de la rosa’), qué podrían aportar personas como él a la sociedad actual
En el caso de Guillermo de Baskerville se trata de una persona inteligente, aguda, culta y no manipulable. Si tuviéramos en este momento cuatro o cinco líderes políticos de esta tesitura, al mundo le iría mucho mejor. Pienso que los políticos tienen que darse más cuenta de que son nuestros intermediarios entre los grandísimos poderes económicos y nosotros. Los políticos hablan de desafección hacia ellos, que es un eufemismo muy grande porque no es desafección sino una gran rabia, y la rabia surge porque da la impresión de que estos intermediarios -que hemos elegido- han dejado de trabajar para nosotros y han hecho una dejación de funciones en favor de los grandes poderosos del planeta. Esto no es sostenible en el tiempo, y si no gobiernas pensando en el pueblo, la cosa va a ir mal. Y ya no me refiero sólo a nuestros políticos, sino también a los que más capacidad de decisión tienen en el mundo, desde el presidente de los Estados Unidos a Ángela Merkel.