Las tarjetas son el medio de pago favorito de los españoles. La clave de su éxito está en su versatilidad, y las posibilidades que ofrecen al consumidor para pagar sin necesidad de tener dinero, características que las han convertido en el principal medio de pago de las compras a distancia.
Para los clientes de los bancos, con mucha frecuencia, tarjetas y cuentas forman un tándem indisoluble. Sin embargo, no hay ninguna razón para que esto sea siempre así: el consumidor tiene la posibilidad de contratar la tarjeta que más le convenga. Debes fijarte en el coste y, muy importante, la seguridad.
Quizá el principal «pero» que se le puede poner al uso de las tarjetas son los riesgos que se derivan de su utilización fraudulenta. Una vez se ha comunicado el robo a la entidad, el usuario deja de ser responsable, pero hasta entonces es suya la responsabilidad. La Recomendación Europea de Medios de Pago estableció que en los contratos se incluyera una cláusula que limitara la responsabilidad antes de la comunicación del robo o pérdida, fijando en 150 euros la cantidad máxima que debía afrontar el usuario en caso de un uso fraudulento de su tarjeta tras un robo o pérdida. Las entidades limitan la responsabilidad de los usuarios en caso de uso fraudulento, siempre que no exista mala fe o negligencia grave.
En las compras a distancia (a través de Internet o por teléfono), es mejor usar el sistema de «compra segura», siempre que los mecanismos de autenticación que ofrezca su entidad sean lo bastante fiables. Por ejemplo, aporta una garantía adicional el método que emplean algunas entidades de enviar una clave aleatoria al teléfono móvil; sin embargo, la utilización del PIN de la tarjeta, tan fácil de conseguir para los ladrones, es insuficiente.
Consejos
Firma la tarjeta cuando la recibas.
No lleves encima el número secreto, y tampoco lo apuntes en un sitio accesible. Es mejor que lo memorices, aunque debes evitar fechas muy significativas, como tu fecha de nacimiento, números del DNI o de teléfono, etc.
Sé cuidadoso con extractos de cajeros, recibos de compra y otros documentos donde pueda aparecer el número de tu tarjeta. Piensa que el número y la fecha de caducidad bastan para hacer una compra por teléfono o Internet.
Si observas algún dispositivo sospechoso en el cajero, no lo uses. Evita abrir la puerta para acceder a cajeros situados en el interior del banco, pues ése es un sitio habitual para colocar grabadores de tarjetas. Si quieres usar esa terminal, intenta abrir la puerta con otra tarjeta de banda magnética (tarjeta sanitaria, de un club, etc.).
Cuando uses la tarjeta para pagar una compra o servicio, procura no perderla de vista.
Plantéate la posibilidad de usar medidas de seguridad adicionales, como el envío de SMS al móvil cada vez que se use tu tarjeta.
Si aun así te roban o duplican la tarjeta, avisa a la entidad cuanto antes, y confirma la comunicación por escrito, para que quede constancia. Denúncialo también en comisaría. Pide que te devuelvan el importe defraudado y exije los justificantes de todas las operaciones realizadas con la tarjeta: si los resguardos están sin firmar o si la firma es muy diferente, reclama, el banco está obligado a devolverle todas las cantidades defraudadas, incluso las que no superen el límite de responsabilidad. Si se trata de una compra a distancia (por teléfono o Internet), puedes exigir que anulen el cargo, pues el titular no es responsable si el medio de pago no se presentó físicamente.
Atento a los intentos de conseguir el código de seguridad CVV de la tarjeta.
A veces las pólizas de seguros de hogar cubren el robo o pérdida de tarjetas: compruébalo.