Padres y madres piden medidas para evitar el cierre de una escuela infantil en Segovia capital con más de 30 años de trayectoria.
El problema es que esa escuela infantil no dispone de patio y, por ello, tras más de 30 años de experiencia, el centro tendrá que cerrarse.
Aparte de los inconvenientes que les puede generar el cierre del centro a las familias, lamentan que «Kangurolandia, una escuela infantil con 33 años de experiencia, se vea obligada a cerrar por no tener patio».
Posibilidad de usar el patio de la comunidad de vecinos o un espacio del Ayuntamiento de Segovia
En este sentido, señalan, para resolver esta circunstancia «han intentado numerosas opciones».
Una de ellas, ponen como ejemplo, la solicitud del «uso de 20 minutos al día de 20 metros de los 500 que tiene el patio de vecinos al que tiene acceso el local de la escuela». Sin embargo, señalan, «unos pocos vecinos lo han rechazado porque dicen que los niños molestan y hacen ruido».
Asimismo, añaden, han intentado «con el Ayuntamiento la posibilidad de uso de una pequeña área del ayuntamiento con el consiguiente alquiler o lo que fuese necesario».
Padres y madres insisten «necesitamos la ayuda por parte del Ayuntamiento de Segovia para que conceda el alquiler de ese terreno que hay en Las Lastras para que pudiese utilizarse como patio».
Sin embargo, según ha informado la directora del centro, Ana Hernando, a Segoviaudaz.es «el Ayuntamiento de Segovia no nos cede ese callejón». Para negarse «alega que es un espacio público, no un parque, y no lo considera adecuado para que salgan los niños», explica Hernando.
Así las cosas, reconoce la directora de Kangurolandia, «no nos cierran directamente, pero sí nos cierran indirectamente. Nos dan la opción de quedarnos en el sector privado, pero sólo esa opción impide directamente la permanencia».
A mayores, explica Ana Hernando, «Educación nos deja que el curso 2025/2026 nuestros niños terminen el Ciclo». Entonces, tendrán que funcionar «con una única aula, con 13 niños y niñas, con lo que supone económicamente mantener el centro en esas condiciones», recalca.
Tanto para Ana Hernando como para Inmaculada López, su socia, Kangurolandia no es sólo su negocio, es su vida, a la que se han dedicado en cuerpo y alma durante más de 30 años. Ahora, tanto Ana como Inmaculada se plantean cuál va a ser el futuro. «¿Quién me va a contratar a mi ahora?», reflexiona Ana. Además, otra parte dolorosa, será tener que despedir a Esther, su empleada. En definitiva, «dejan en la calle a tres familias», reconoce con tristeza.