Francisco Monjas (Anaya, 1950) es una leyenda del baloncesto español, pero desde su lado menos amable: el del árbitro. El pasado mes de agosto de 2021, el segoviano puso punto y final a una carrera de cuarenta y cuatro años en los que ha pitado tanto a hombres como mujeres, a niños y a mayores y en los que destaca, además, por su labor en los despachos como responsable de la dirección arbitral de la ACB en dos etapas (1998 – 2002 y 2013 – 2021) «Todo se lo debo a Ildefonso Martín Rodríguez que me animó a arbitrar desde que tengo dieciséis años», evoca Paco Monjas mientras comparte un café con Segoviaudaz.
Diecisiete clásicos a las espaldas
Un mundial femenino absoluto, varios campeonatos de edad en el ámbito internacional, los primeros partidos de la ACB y hasta diecisiete clásicos entre Real Madrid y Barcelona forman parte del bagaje profesional de Monjas, que puede presumir de haber llamado a capítulo deportivo a jugadores como Fernando Martín, Sabonis, Petrovic, Norris, Epi o Dino Meneghin, por solo mencionar unos pocos. Fuera de la cancha y además de la dirección de árbitros de la ACB, Paco Monjas tiene mucho que contar sobre la puesta en marcha de la Euroliga, máxima competición en el ámbito continental.
Además de su trabajo en el arbitraje y hasta su jubilación, Monjas desempeña una tarea docente durante treinta y siete años en el I.E.S La Albuera de Segovia, (antes Ángel del Alcázar) donde empieza impartiendo estereotipia y, con el paso de los años, Historia y Geografía, fundamentalmente.
Arbitrar «a pelo»
Paco Monjas – así lo conocen todos – juega en su juventud al balonmano, un deporte en boga en Segovia en los años 60, llegando a ser Campeón de España con las Escuelas de Magisterio. En el baloncesto, un Paco Monjas de dieciséis años dirige su primer partido en el patio de Los Maristas, en su antigua ubicación en el centro de la ciudad de Segovia «a pelo, sin cursillo preparatorio ni nada», y bajo la atenta mirada del Hermano Teófilo, referente del deporte local en aquellos años. «Era un baloncesto diferente al actual, con menos fuerza física, pero había muy buenos jugadores», cuenta Monjas que compagina un tiempo la práctica del balonmano y el arbitraje de baloncesto.
Segovia pasa por ser una plaza importante del deporte de la canasta durante unos años en que equipos como el Imperio o La Guardia de Franco son conocidos y, poco a poco, el árbitro segoviano va creciendo con ellos. «Empiezas a pitar partidos fuera de Segovia, la gente te conoce e incluso piden que seas tú el que arbitres», recuerda. Son tiempos en los que hay un colegiado por partido y no tres, como en la actualidad. Siempre implicado con el arbitraje, Monjas ocupa durante un tiempo la presidencia del colegio de árbitros de Segovia.
El árbitro como deportista
Los árbitros no lo han tenido nunca fácil para desarrollar una tarea ya de por sí ingrata. «Los jugadores ven al árbitro como una autoridad impuesta y les cuesta admitirlo», dice Monjas. «Hay que considerar al árbitro como un deportista, con los mismos derechos y obligaciones», añade. Pese a esta dificultad, Monjas «sufre» más los rigores de la docencia que del arbitraje. «A Epi, por ejemplo, lo podía mandar a su casa después de dos técnicas, pero a los alumnos los tenía que aguantar», bromea.
La evolución del arbitraje «ha sido para mejor», destaca Paco Monjas. «Antes el árbitro no admitía quejas y ahora llegan a reconocer errores sin establecer barreras», sostiene. «El árbitro comete errores y forma parte de su trabajo, pero si bloquea canales de comunicación con el jugador no progresa», insiste Monjas.
Petrovic, Fernando Martín y la toalla de Meneghin
El famoso torneo amistoso de Puerto Real en el que comparecen periódicamente: Petrovic, Sabonis o Meneghin durante varios años seguidos es una fuente de anécdotas para Monjas, que recuerda especialmente al genio de Sibenik. «Petrovic era muy conflictivo, no entendía de amistosos, pero Fernando Martín tampoco era fácil», rememora. «Con Dino Meneghin una vez llegamos a pasar hasta miedo, porque le pitamos cinco faltas seguidas y se puso a perseguirnos con una toalla», cuenta Paco Monjas.
El atentado de Vitoria
Durante muchos años, España sufre los rigores del terrorismo de ETA, algo que también afecta al baloncesto. «En un partido en Vitoria del Caja de Alava contra el Estudiantes se escucharon disparos y tuvimos que parar el partido», explica Monjas. El 10 de marzo de 1985, TVE retransmite el partido para todo el país. En el exterior del polideportivo Mendizorroza, una ráfaga de metralleta hiere a dos policías que custodian la unidad móvil y a dos operarios de televisión que están dentro. Después de la lógica angustia, el partido se reanuda con triunfo visitante.
La retirada
El presidente de la ACB en 1996, Eduardo Portela, reclama a Monjas para un puesto directivo, pero la primera opción del segoviano es rechazar la propuesta, aunque luego la acepte. «Han sido años muy duros, de dar clase en el Instituto e ir a Barcelona todas las semanas», cuenta. Un homenaje en el pabellón Pedro Delgado con las selecciones de España y Lituania que se celebra en 1997 pone broche de oro a su etapa como árbitro y abre su ciclo en la dirección de arbitraje.
El árbitro como persona
Con su dilatada experiencia por bandera, Monjas recomienda a los interesados en el arbitraje a jugar, primero, luego compaginarlo y después empezar pitando a los más pequeños «porque son lo únicos que no piensan en ganar de inicio, solo en divertirse».
Cuando son adultos, los árbitros en la élite requieren de un apoyo psicológico que ayuden a detectar los problemas que puedan tener. «En los partidos se nota la inestabilidad y se pueden ver conductas inadecuadas», asegura Monjas. «Es fundamental hablar con los árbitros, acercarse a ellos y transmitirles tranquilidad», añade. La mayor parte de los problemas que pueda tener un árbitro no están asociados al miedo a arbitrar «sino a la ansiedad», recalca el segoviano.
El Scouting como herramienta
Los árbitros disponen en la actualidad de herramientas técnicas para el correcto desempeño de su tarea. Análisis previos de los partidos que les asignan, seguimiento de los jugadores… «el objetivo es que nada de lo que pueda pasar en el partido los sorprenda, que estén preparados», explica Monjas. En ACB hay establecidas tres categorías de árbitros en función de su trayectoria. De esta manera, cada equipo arbitral está formado por un representante de cada grupo. «No son categorías cerradas y los árbitros pueden subir o bajar de grupo en función de su trabajo», cuenta. En estos casos el informe post partido y el análisis es fundamental para la promoción de los colegiados.
La mujer en el arbitraje
Cada vez son más mujeres las que arbitran encuentros masculinos, además hacerlo en los partidos femeninos. «Se han ido incorporando de manera muy efectiva, tienen las mismas normas, reglas y pruebas físicas que pasar que los chicos y poco a poco se nota su progresión», apunta Paco Monjas.
Las reglas
La Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) es la responsable de los cambios normativos. Un comité de expertos compuesto por árbitros, jugadores, dirigentes… propone cambios que han de ser refrendados por la mayoría de las 183 federaciones que conforman la Federación Internacional lo que no resulta fácil. El aumento del tamaño de la cancha a lo ancho y alejar más la línea de tres puntos son cuestiones a debate que podrían ser validadas en próximas reuniones como lo fue recientemente el cambio en los pasos – obviando el primero de ellos en carrera – o el cambio en el criterio en la señalización de las antideportivas.
La NBA, un mundo aparte
«En la NBA prima el espectáculo, a veces parece un concurso de triples», expresa Paco Monjas. «El baloncesto debe ser un equilibrio entre la defensa y ataque. Ahora en la NBA hay partidos de 120 puntos», añade.
El contagio del «show» afecta al baloncesto FIBA «porque a los jugadores cada vez les gusta menos pegarse en la pintura y hay cada vez más juego exterior», asegura Monjas. «Las normas deben ir enfocadas en que haya más igualdad», sentencia.
Un proyecto aglutinador para Segovia
Paco Monjas no es ajeno a la realidad del baloncesto segoviano. «Había años en los que se celebraban 1.500 partidos en Segovia», recuerda. «Segovia es una provincia pequeña y los recursos son escasos. Creo que los proyectos deberían ser únicos y falta un equipo que amalgame a todos los demás», reflexiona. «Ejemplos como los de la Avispa son buenos porque generan ilusión en los pequeños, pero los niños necesitan espejos donde mirarse», concluye Paco Monjas.
Texto: Javier de Andrés
Foto: Paco Monjas, con la placa que recibió el día de su homenaje en Segovia, al confirmar su retirada del arbitraje/ Jesús Romano