La periodista Nieves Herrero afirmó que, repasando su trayectoria tras ser nombrada ‘Matahombres de oro’, mantiene la constante de “visibilizar” a mujeres que la historia se ha encargado de “darles esquinazo” y “echarles polvo encima” para «ponerlas en su sitio». Herrero pidió, en la fiesta de Zamarramala (Segovia), que hombres y mujeres “caminen juntos” para seguir recorriendo el camino que queda hasta lograr la Igualdad. Las zamarriegas celebraron su fiesta grande que tiene 793 años de historia.
Nieves Herrero recordó que son muchas las mujeres “ninguneadas” por la historia como la protagonista de su último libro, Pilar de Valderrama ‘Guiomar’, la musa y último amor de Machado. Para seguir sus pasos dio muchos paseos por Segovia sin imaginar la propuesta que iba a recibir de Mónica Martín y Yolanda Cubero, alcaldesas de este año de Zamarramala, de recibir el premio ‘Matahombres de Oro’.
La periodista defendió que en su trabajo hay una constante para hablar y reivindicar el papel de muchas mujeres. “Lo primero que hice en radio fue un programa que se llamaba ‘Cien mujeres cien’ y de los últimos ‘Mujeres al natural’ en ‘El Mundo’, con una serie muy larga de entrevistas de mujeres”, detalló.
Nieves Herrero aseguró sentirse muy feliz de estar en la fiesta de Zamarramala que conoce desde niña porque le “llamaba mucho la atención que las mujeres mandaban un día” y nunca pensó que le iban “a dar este honor”. El galardón del ‘Matahombres de Oro’ simboliza el imperdible con el que las mujeres pinchaban a los hombres para que no se acercaran mucho durante el baile. Para Herrero tiene un carácter reivindicativo porque para alcanzar la Igualdad “queda mucho camino por recorrer y hombres y mujeres, para tener futuro, tienen que ir juntos”.
La periodista y presentadora de televisión remarcó que hay que dejar a las nuevas generaciones “las cosas mejor que las recibimos” y “vamos por el buen camino” al superarse muchas situaciones en el Periodismo que existía cuando ella empezó y que ahora “serían impensables”.
Nieves Herrero compartió protagonismo con el ginecólogo Ignacio Bermejo fue nombrado ‘Ome Bueno y Leal’. Un título que asumió con “mucha emoción” y agradeció que se reconozca a los profesionales que “trabajan por y para la mujer”, recordando el reconocimiento como ‘Aguedera Honoraria y Perpetua’ a una oncóloga que pasó por el Hospital General, María Isabel Gallegos.
Hace 793 años
El pregón tuvo la firma y la voz de la ilustradora Mónica Carretero que se centró en imaginar el hecho histórico ocurrido en 1227 que da pie a esta fiesta. “La noche en la que las zamarriegas se prepararon para ayudar a los hombres del pueblo para asaltar el Alcázar, el ambiente, las conversaciones y la valentía de esas mujeres”, explicó Carretero. Una cualidad que tienen las mujeres del siglo XXI.
Como ilustradora, Mónica Carretero aseguró que la fiesta de la aguederas de Zamarramala, con el colorido de su vestimenta, puede ser un motivo de inspiración para sus dibujos, fijándose en todos y cada uno de los detalles del traje de las alcaldesas Mónica Martín Gil y Yolanda Cubero Otero, con su mantilla blanca y la montera de ‘doce apóstoles’.
El Concejo de Aguederas cumplió con la tradición y las zamarriegas, de distingas generaciones, vestidas por su elegantes mantones de manila y manteos rojos segovianos bailaron, con el Alcázar de fondo. Además se ejecutó el vistoso juego de banderas y escolta de alabardas recordando el papel de sus antepasadas, a comienzos del siglo XIII, para arrebatar la fortaleza que estaba en manos de los sarracenos.
Tras la procesión y la misa, de vuelta en la plaza de las Alcaldesas, se realizaron los nombramientos de ‘Aguederas Honorarias y Perpetuas’ a Gina Aguiar, Noemí Otero, Carmele Anabitarte y María Isabel Gallegos.
Una mañana de temperatura agradable y buen ambiente en Zamarramala que fue muy especial para las alcaldesas Mónica Martín y Yolanda Cubero, en el 793 aniversario de la fiesta de Santa Águeda en Zamarramala. Las alcaldesas y las aguederas bailaron, haciendo volar sus manteos al son de la dulzaina y el tamboril, formando un gran círculo mientras en el centro se quemó el pelele, símbolo de todo lo negativo hacia las mujeres.
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