El claroscuro que define las nuevas canciones de Nadadora no es anecdótico. Por ellas se filtra la búsqueda constante de un grupo que perfila matices que se convierten en imágenes de sonido. Allí conviven destellos, sombras, deslumbramientos y ausencias. «Luz, Oscuridad, Luz» es un disco que expone las cualidades del quinteto gallego en un pulso constante con su creatividad. El álbum, producido por Fino Oyonarte, cobija canciones que desde su inicio envuelven sentimientos y pensamientos encontrados a la manera de sendas viñetas plenas de pop que se nutre de vigorosas melodías, guitarras y pequeños detalles. De auténtico pop sin tapujos. La aventura de este disco se abre con trazos de júbilo en «1987». Luego llega «El sueño ardiendo» y el desapego se cuestiona en voz alta, mientras «Sara dice» y «Siempre» reflexionan entre capas de guitarras que describen ambientes de intimidad. «Una nueva vida» es una ascensión hacia una cumbre en la que las voces de Sara Atán y Gonzalo Abalo otean la distancia para acorralar a su presa para después confesarse ante ella en «Deshazte de mí».

Luego continúan alzando vuelo en «Solo sombra», planeando nuevamente sobre esa distancia donde siempre es lejos entre la belleza y la nostalgia, entre un cielo y un mar que en el Fondo son la misma cosa, oscuridad y profundidad. Por eso «Me llamaréis asesino» es eso y todo a la vez.»Cerca» juguetea con acordes del recuerdo mientras las palabras pasean queriéndose. Las palabras continúan en «Julie Christie» y no disparan a las estrellas porque buscan una verdad para quedarse. Y bien que se quedan en «Coge mi mano, este es el camino», yéndose directas hacia el sol, donde una herida limpia a la otra. Así es «Luz, Oscuridad Luz». Un espejo emocional en el que la banda se refleja entre luminiscencias de diversa intensidad. Entre ecos que pueden acercarles a patrones afines a sonoridades shoegaze, pero que no se dejan enmarañar por los tópicos del género pues se libran de ese influjo gracias a la notoria constante de sus estribillos. Porque el pop de Nadadora en esta, su cuarta entrega tras «Aventuras Dentro De Cajas» (2004), «Todo El Frío Del Mundo» (2005) y «Hablaremos Del Miedo» (2007), se sitúa en una nueva altura en la que moverse con soltura y talento resolviendo un repertorio en el que cada pieza admite variadas lecturas. En ese hipnótico hallazgo de disfrute que hace de «Luz, Oscuridad, Luz» un trabajo de notable sensibilidad.

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