El judión de La Granja encara la recta final de su reconocimiento como marca de garantía. El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) prevé remitir en los próximos días el informe favorable a la Oficina Española de Patentes y Marcas para su definitiva declaración, una vez que ya se han resuelto de manera positiva las últimas cuestiones técnicas apuntadas por este organismo dependiente de la Junta a la comisión encargada del proyecto impulsado por el Ayuntamiento de La Granja.

El Gobierno autonómico, a través del Itacyl, ha tutelado los trámites para la obtención de la figura de calidad de esta peculiar variedad de judía que no ha dejado de crecer desde que fuera importada de Uruguay en el siglo XVIII por iniciativa de Isabel de Farnesio, la esposa de Felipe IV, para plantarla en la finca de Navalaloa y alimentar a los faisanes que cuidaba en los jardines de La Granja de San Ildefonso.

Hoy, casi 300 años después y tras una notable evolución de su semilla, no falta en la carta de ningún restaurante típico segoviano y muy pronto contará con una producción, promoción y comercialización más estable. Y sobre todo, con una calidad diferenciada del resto del mercado gracias a una figura legal que protegerá al auténtico judión de La Granja, poniendo coto al uso indiscriminado de esta denominación para otras variedades dentro y fuera de la provincia e incluso del país.

El Consistorio granjeño presentó la solicitud, el estudio justificativo y el reglamento de uso de la marca el pasado mes de julio. La Consejería de Agricultura y Ganadería remitió sus observaciones en agosto y, según indicó a Ical el coordinador del proyecto, Jesús Gómez Grande, la unidad de Control y Certificación del Itacyl acaba de darles el visto bueno verbal. El avance es clave, ya que el informe favorable de la Comunidad es imprescindible para el posterior registro en la Oficina Española de Patentes y Marcas.

El plan de viabilidad redactado contempla una inversión de 169.000 euros para costear, entre otros gastos, el equipamiento de una nave industrial cedida por el Ayuntamiento de La Granja para llevar a cabo el proceso de envasado y etiquetado del producto. La gestión del proyecto será asumida entonces por una asociación de próxima creación que, una vez obtenido el informe favorable al reglamento de uso por parte del Itacyl y completado el registro en la Oficina Española de Patentes y Marcas, tomará el relevo del Ayuntamiento de La Granja con subvenciones del Gobierno regional para seguir adelante.

La Consejería de Agricultura y Ganadería, dentro de su línea de apoyo al Fomento de la Producción de Productos Agrícolas de Calidad, sufraga todos los gastos para iniciar la actividad en el primer año, desde los equipos y programas informáticos hasta el mantenimiento de páginas web o los costes del personal administrativo; y colabora, con la cobertura de hasta un 50 por ciento de la inversión, en acciones de promoción y publicidad como la participación en ferias nacionales o la organización de degustaciones o presentaciones.

 

La primera cosecha con la marca

“Para soportar la marca de garantía se necesita cultivar unas 25 hectáreas”, recuerda Gómez Grande. Con esa superficie se podrían producir unos 25.000 kilos al año, pero La Granja cuenta con apenas 5,5 hectáreas, de ahí que se vaya a contar con terrenos de fuera de este municipio ubicados “en la ribera del Eresma y por lo tanto dentro de la delimitación geográfica que aparece en el reglamento de uso”, que permite la extensión de los huertos de judiones por 131 localidades, incluida la vega del Pirón de forma secundaria. De hecho, la Junta ya elevaba a finales de agosto la estimación de la superficie prevista a 26,07 hectáreas con una producción de 31.132,5 kilos.

De esta manera, los propietarios de parcelas en esta zona interesados en incorporarse al proyecto pasarán a ser “operadores de la marca de garantía como cultivadores”, del mismo modo que “los restaurantes que sirvan judión de La Granja o los comercios que lo vendan”, cada cual en su categoría.

Los productores aludidos ya han sido informados y “muestran una buena predisposición”, valora el coordinador del proyecto. “Cada vez son más los que nos confían sus semillas para llevarlas al Consorcio Agropecuario Provincial de Segovia”, que gracias a un convenio con el Consistorio del Real Sitio analiza los judiones de los huertos de los interesados para comprobar si se ajustan a las condiciones necesarias para formar parte de la marca.

Así, quienes cultiven judiones con los requisitos exigidos “obtendrán un informe reconociendo dichas cualidades” para que puedan sumar su siembra de la primavera de 2015 a la de los huertos ya preparados este año en La Granja. Y además, el banco de semillas que empezará a funcionar en 2014 proveerá producto ajustado a los estándares de calidad establecidos a quienes tengan finca en la zona, quieran ser operadores de la marca y no estén consiguiendo el fruto adecuado, de manera que la primera cosecha amparada por la marca de garantía llegará a principios de otoño de 2015.

Una subvención concedida por la Consejería que dirige Silvia Clemente ha facilitado el empleo de 17 personas con contratos temporales de entre tres y seis meses durante la segunda mitad de este año, lo que ha permitido acelerar los trabajos iniciados en 2012 para la obtención de la marca. “Se trata de un proceso que por lo que nos han contado suele durar cerca de dos años y nosotros lo hemos conseguido resolver en la mitad de tiempo gracias al ritmo de estos últimos meses”, destaca Gómez Grande.

La ayuda económica en vigor expira a finales de este año. Por esas fechas se espera la constitución de la nueva asociación y, con la siguiente subvención, se formalizarán los contratos de quienes se encargarán del banco de semillas. “Y una vez obtenida la primera producción amparada por la marca de garantía se contratará al personal de la planta envasadora”, añade el coordinador del proyecto, que calcula que serán necesarios cuatro empleados fijos para todo el año y tres eventuales durante los meses de verano.

A partir de entonces, los agricultores que cultiven, los restaurantes que sirvan y los comerciantes que vendan la popular judía granjeña podrán presumir de ello con papeles, y los que no, lo tendrán más complicado para hacer de la confusión el principal ingrediente de su receta.

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