Otra vez. Los canales venecianos se convierten en protagonistas. Las lanchas motoras con estrellas del celuloide acaparan el flash de los fotógrafos. La plaza de San Marcos y los dos leones custodiando el Palazzo del Cinema son la portada de la sección de cine de las revistas. Ha comenzado la Biennale di Venecia.
La mostra cumple 67 años, ahí es nada. Casi 7 décadas intentando ser un escaparate de nuevas corrientes, nuevas generaciones de jóvenes cineastas. Y el cartel de este año, promete.
Entre los platos fuertes de esta edición, del 1 al 11 de septiembre, destaca la encargada de inaugurar el certamen. Darren Aronofsky presenta su nuevo trabajo, Black Swan, tras el éxito recogido con The Wrestler. Una película sobre la oscura relación entre dos bailarinas de ballet. Natalie Portman ya hipnotiza en el trailer, así como su compañera de reparto, la rusa Mila Kunis.
Otra buena baza del certamen es Sofia Coppola, tan querida como odiada. A mi me conquistó con su Lost In translation. Después me entró curiosidad por ver Las vírgenes suicidas y me reconquistó. Maria Antonieta llegó años más tarde y con una estética arrolladora, pero nada más, me quedé fría. Ahora llega Somewhere y la expectación por mi parte es máxima. Coppola fue muy criticada por su breve actuación en El padrino, pero supo recomponerse y explotar su faceta de director de orquesta.
Y… ¿qué más? Pues la española, esa que siempre esperamos ver en un cartel internacional. Esta vez es Alex de la Iglesia, que va a tocar en Venecia su Balada triste de trompeta. Antonio de la Torre, Santiago Segura y Carlos Areces son los maestros de ceremonia en una comedia dramática ambientada en la España previa al franquismo.
Al frente del jurado, otro de los grandes, el que convirtió a Umma Thurman en la novia más peligrosa y sexy de Ámérica, el que luego la enfundó en una traje de plástico amarillo para Kill Bill y luego le puso bigote a Brad pitt para convertirlo en asesino de nazis. Si, el sanguinario Quentin Tarantino. Él tendrá la dura tarea de decidir quién se lleva el dichoso león de Oro, al que llevan puliendo un año entero, esperando que caiga en las manos adecuadas. El premio que ya es seguro es el de John Woo (Blackjack, Misión imposible II). Él recibirá el premio honorífico, por toda un vida dedicada al cine.