El año nuevo con sus nuevos propósitos junto con la nueva Ley Antitabaco que ha dejado a los fumadores sin poder fumar en los bares, discotecas y cafeterías; y la subida del impuesto del tabaco; están haciendo que ya sean muchas personas las que se hayan planteado dejar de fumar. Son muchas las formas que se están buscando y poniendo de moda como las terapias, parches, chicles, libros para dejarlo definitivamente…pero la más novedosa de ellas, llega pisando fuerte y hace que las demás parezcan obsoletas a su lado. Se trata del cigarrillo electrónico. Pero, ¿es efectivo? No todas las opiniones son favorables. Os explicamos un poco más para que sepáis en qué consisten.
Los cigarrillos electrónicos son dispositivos que simulan el aspecto y el uso de un cigarrillo común con el que se consigue recrear las sensaciones que experimenta el fumador: desde sujetar el cigarrillo, pasando por inhalar a través del cigarrillo electrónico con la potencia de succión deseada mientras éste se ilumina simulando una combustión; hasta sentir el sabor del tabaco y exhalar el humo, que en realidad es vapor.
Muchos lo están viendo ya como una buena opción para poder «fumar» en bares, evitar los malos olores, eliminar los efectos perjudiciales del tabaco…pero el mayor número de personas lo ve como una oportunidad para reducir su consumo, no para eliminarlo totalmente.
El cigarro, incorpora un mecanismo que utiliza una tecnología micro-electrónica que al activarlo con la inhalación desencadena un proceso de vaporización de aspecto igual al humo de un cigarrillo, que en realidad es vapor y que desaparece en el aire en unos pocos segundos. Cada cartucho cambiable del cigarrillo electrónico equivale a unas 300 caladas. Lo que podría equipararse con unos 20 cigarrillos por cartucho.
Los dispositivos se componen de una batería de litio recargable que se corresponde con la sección blanca, similar al papel del cigarro; y el cartucho inhalador que se corresponde con el filtro. En este último, están integrados el vaporizador y el cartucho que contiene el líquido a vaporizar, que se sustituye por uno nuevo cuando se agota el contenido.
Su precio, que varía entre 50 y 60 euros, incluye la satisfacción de muchos porque «vapear» está significando para muchos una salida a las cadenas del tabaco; y para otros, sólo consiste en un entretenimiento más que no va a sustituir al tabaco ni consigue calmar el ansia. La polémica está servida. ¿Funcionará o no funcionará? ¡Tú opinas!