Mohamed El Rhazi, un marroquí de 34 años que lleva ya casi nueve viviendo en España, es optimista respecto a su futuro: “Siempre tengo la esperanza de que la situación mejore, porque uno se acostumbra al estilo de vida de aquí y no se plantea volver a su país”. Una ilusión que le mantiene en el Real Sitio de San Ildefonso (Segovia), donde reside desde hace dos años con su mujer y su hijo, y que le ha llevado a aprender un nuevo oficio con el que poder regresar al mercado laboral después de varios años sin trabajar.

Él, junto a otros 22 hombres y mujeres marroquíes, participa en los cursos que por primera vez pone en marcha Iniciativa Social de Mujeres Rurales (Ismur), en colaboración con el Ayuntamiento y los técnicos del CEAS de la localidad segoviana, con el objetivo de favorecer su integración en el ámbito laboral y social basado en saberes tradicionales.

En el caso de las mujeres, esas oportunidades pasan por la costura, con el aprendizaje de diferentes técnicas y el uso de una máquina de coser, haciendo frente además a las barreras del idioma, “ya que suelen llevar una vida más cercana al entorno familiar”, como explica la presidenta de Ismur, Rosa Arranz.

Para los hombres se ha optado por la pintura, valorando las salidas laborales que pueden tener en un futuro. De esta forma, Mohamed El Rhazi y sus ocho compañeros se forman desde el pasado 9 de junio en este oficio y, a la vez, se implican en la vida del pueblo, ya que la parte práctica la realizan adecentando las instalaciones municipales del consultorio médico y el centro de jubilados de Valsaín.

“Mientras estamos parados por lo menos somos útiles y vamos aprendiendo cosas. La pintura es algo que yo nunca había hecho y lo veo una oportunidad”, comenta El Rhazi, que compagina este curso con otro de informática. Lo mismo opina Bousselham El Haimar, de 43 años, diez de ellos en España, aunque considera que deberían pagarles algo por el trabajo que están realizando en estos centros. “Ojalá salga otro en el que cobremos, porque tenemos que mantener a una familia”, añade.

A él ya se le terminó hace tiempo el paro y, con un hijo y otro en camino, vive con la renta garantizada que le da la Junta de Castilla y León. Se muestra confiado en que la situación económica cambie y por eso decidió apuntarse al curso, “para mejorar y ver si en el futuro hay trabajo en la pintura”. En su caso lo tiene claro, prefiere quedarse en España para garantizar un futuro a sus hijos, “aunque nosotros ya no lo tengamos, quiero que estudien aquí”.

También lo ven desde esa perspectiva Majdi Tauiati y Rachid Taouati, de 49 y 50 años, respectivamente. Ambos llevan más de veinte años en España, trabajando en la construcción en los años de bonanza y ahora viviendo de las ayudas para poder mantener a sus familias. “Para vivir no falta, pero falta trabajo”, asegura Majdi Tauiati, que reconoce que en el curso se aprende un oficio, pero además “mejoras el idioma y conoces a gente”.

 

Para Rachid Taouati la formación “está bien, pero no pagan”, cuando lo que necesita es trabajo para mantener a sus seis hijos. “Cómo voy a volver a mi país si mis hijos estudian aquí, no saben árabe, ellos solo hablan español. Así que ahora estoy buscando trabajo por todos lados pero no hay nada”, dice.

 

Ampliar su radio de acción 

La puesta en marcha de estos curos surge bajo el paraguas de la integración y con el apoyo económico del Ministerio de Empleo y Seguridad Social y el Fondo Social Europeo, con el único objetivo promover la inserción laboral y social del colectivo de personas inmigrantes no comunitarias residentes en la provincia de Segovia. “Si con esta formación también amplían su radio de acción y buscan trabajo en otros campos, estamos encantados de poder hacer algo que redunde en beneficio de estas personas”, agrega Rosa Arranz, que destaca que la mayoría de los participantes son parados de larga duración.

Mientras que otros años dedicaban sus esfuerzos a talleres destinados a “la búsqueda de empleo o a moverse por internet”, en esta ocasión Ismur quiso apostar por “un enfoque diferente” y abrir las oportunidades tanto a hombres como a mujeres. Con este objetivo se pusieron de acuerdo con el CEAS del Real Sitio de San Ildefonso, “para ver qué tipo de población tenían y que necesidades había”.

De estos encuentros surgió el de costura, en el que participan 14 mujeres inmigrantes, y el de pintura, con nueve hombres. “Hubiéramos podido coger a más, pero es verdad que nos hemos encontrado con la dificultad del idioma, sobre todo en el caso de ellas”, señala Arranz, que explica que la labor con las mujeres ha sido más difícil, “al llevar una vida más cercana al entorno familiar y la casas”.

 

Sus propias máquinas de coser

Para la ejecución del curso de costura, impartido por Myriam Vivas, las alumnas cuentan con el material didáctico necesario, así como con varias máquinas de coser, lápices, hilos, patrones, telas, metro, agujas, tijeras, descosedores o alfileteros, de manera que puedan practicar diferentes arreglos de ropa, cosido de vestidos, cambios de cremalleras o elaboración de patrones básicos.

“Su evolución es muy buena”, recalca la presidenta de Ismur, que detalla que “están haciendo chilabas, han arreglado cosas que necesitan en casa y ahora aprenden a hacer cortinas”. Cuando terminen, la intención de la asociación es vender a las participantes las máquinas de coser y que de esta forma “pueden continuar con el oficio”.

También se muestra satisfecho de la evolución de sus alumnos Abdelkader Agharda, el profesor de origen marroquí que imparte el curso de pintura a los hombres. Con más de 30 años de experiencia, conoce tanto el castellano como el árabe, por lo que la comunicación con todos los participantes y su aprendizaje está siendo “óptimo, primando siempre la lengua castellana, ya que es primordial que se vayan familiarizando con la misma para facilitar su integración social y laboral”.

 

Continuidad del curso

La elección de poner en marcha este tipo de acciones en el Real Sitio vino marcada por “la buena relación” con el equipo del CEAS de esta zona, además de la elevada población inmigrante no comunitaria que tiene. “Ellos conocen de primera mano la situación de estas personas y saben quien lo puede necesitar más, así como el tipo de curso que podría ser mejor”, aclara Rosa Arranz.

En su opinión, “en estos momentos es imprescindible que los recursos que llegan estén muy bien utilizados, por eso se pensó en un curso que les ayude a ampliar su campo de profesiones”, concreta. Para ello, todas las entidades implicadas han diseñado un programa basado en un asesoramiento individualizado en materia laboral, la gestión de una bolsa de empleo y la formación en saberes tradicionales como recursos laborales. 

Además, se ha adaptado el contenido y el lenguaje a las características y necesidades específicas de cada persona, ya que en algunos casos muchos de los beneficiarios del programa se encuentran con dificultades para hablar o escribir en castellano, por lo que la atención en estos talleres es personalizada.

De momento, como puntualiza Arranz, su continuidad está en el aire y depende de las condiciones de la próxima convocatoria de ayudas públicas, aunque la experiencia ha sido “muy positiva” y si se repite, se ampliará a otras zonas de la provincia.

 

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