Esto nos dice que somos parte de una sociedad en la que, seas como seas, tienes la misma importancia como persona que cualquier otro ser humano.
O eso se supone. Pero es bien sabido que esto, en la práctica, no es así.
Para explicarlo, deberíamos remontarnos largo tiempo atrás, casi hasta la aparición del ser humano, cuando la supervivencia (caza, pesca, lucha contra animales salvajes, etc) era llevada a cabo por los hombres, que poseían una mayor fuerza física. Por lo tanto, las mujeres fueron relegadas a las tareas del Hogar y al cuidado de los Hijos. Esto se fue sucediendo a lo largo de los milenios hasta bien entrado el siglo XIX -en España concretamente con la Constitución de 1931- en la que se reconoció el derecho al voto de las mujeres o Sufragio Universal.
Aun así, todavía hay prejuicios y desigualdades notables entre hombres y mujeres.
Por ejemplo: el salario.
Por cada hora trabajada, una empleada recibe un 17% menos, según los datos de la Comisión Europea referidos a 2010.
Otro dato, extraído de un artículo de RTVE, objeta que cuanto mayor es la formación académica, mayor es la brecha salarial entre hombres y mujeres.
Hace tiempo, debatí con un compañero sobre la explotación de la desigualdad de género a favor de las mujeres para acceder a puestos de trabajo con mayor facilidad que los hombres. Específicamente, en las pruebas físicas para acceder al cuerpo de Policía. Por ejemplo:
“Requisito: Tener una estatura mínima de 1,65 metros los hombres y 1,60 las mujeres.”
Contraatacando (sin quitarle razón) dije que las mujeres no teníamos las mismas aptitudes físicas innatas que los hombres.
Él me dijo que entonces las mujeres y los hombres éramos completamente diferentes. Yo asentí y le dije que físicamente era un hecho comprobado que no éramos iguales, pero no por eso un sexo tenía que ser superior a otro.
Ésta lucha por la Igualdad de Género(que realmente no debería ser necesaria, ya que nunca tendría que haber existido esta desigualdad) no debería ser solamente batallada por el sexo femenino, sino por todos y cada uno de los individuos de la nuestra sociedad.
Por eso animo a todos esos hombres que creen realmente en la igualdad que existe entre los dos sexos, para que luchen apoyando nuestra causa, que TAMBIÉN ES LA SUYA.
Raquel García Marañón 4ºESO