El olor a pegamento y betún es inconfundible en las instalaciones de Reparación de Calzados Julio… la cola reposa en un bote que tiene bastantes años y, varios pares de zapatos se amontonan en el mostrador. No hay duda, estamos en el taller de una de las profesiones más antiguas del mundo: El zapatero.

Julio, dueño del negocio, aprendió el oficio de su abuelo, con el que empezó a trabajar cuando era tan sólo un niño. Ahora regenta uno de los locales de arreglos de zapatos que quedan en Segovia, en la calle Encuadernadores del barrio de La Albuera. Aunque no quiere desvelar sus trucos de trabajo, y nos responde que “cada maestrillo tiene su librillo” ,Julio conoce los principales arreglos que realizan los zapateros “filis, tapas y pegados”, es decir protección de pisos y tapas.

“El oficio del zapatero como tal -de hacer zapatos- ha quedado para algunas artesanías, eso ya no se hace”, explica Julio, que recuerda con nostalgia las enseñanzas que recibió de su abuelo y que le animaron a continuar con esta labor. “Antes todo se hacía a mano y cosido y ahora todo es pegado” con lo que se pierde cien por cien en calidad, agrega.

Además, añade esta profesión está cambiando y se adaptan a la sociedad sin perder un ápice de las necesidades que les vieron nacer. Tras 11 años al frente del negocio, Julio asegura que la crisis se está notando mucho y “cada año hay menos que hacer” lo que está causando que muchos establecimientos dedicados a esta materia echen el cierre.

El zapatero remendón de antaño, aquel que arreglaba el calzado de la gente del barrio e incluso de la ciudad ,está perdiendo negocio porque, afirma,que los establecimientos chinos están haciendo mucho daño a este oficio. Por este motivo, Julio decidió hace tiempo diversificar su negocio y sumar a sus servicios la realización de copias de llaves.

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