El Hay Festival de Segovia bajó el telón con el teatro Juan Bravo como escenario de un último encuentro, el número 69 del certamen, protagonizado por Antonio Muñoz Molina, galardonado este año con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, y el maestro Josep Pons, director musical del Gran Teatro del Liceo de Barcelona, según recoge la agencia de noticias Ical.

Hablaron de Richard Wagner y Giuseppe Verdi en el bicentenario de sus nacimientos, con el Cuarteto Avanti de la Orquesta de Castilla y León, para dar el toque netamente musical al evento que puso el broche a la VIII edición de esta cumbre de las letras, las artes y el pensamiento, que ha congregado a más de un centenar de autores y artistas en los últimos cuatro días.

Pons y Muñoz Molina, moderados por Jesús Ruiz Mantilla, coincidieron en reseñar la consideración del compositor, director de orquesta, poeta, ensayista, dramaturgo y teórico musical alemán como más influyente que Verdi para la historia de la música, a pesar de la «indudable genialidad» del segundo, tocado por cierto «complejo de inferioridad». Aunque «Wagner respetaba y admiraba a Verdi», matizó Pons.

De las óperas de uno y otro, Pons destacó que «en las de Verdi ves personajes moralmente buenos y moralmente malos, pero en Wagner siempre tienen un lado oscuro, aunque a la vez te van seduciendo».

«Las personas estamos siempre llenas de prejuicios, tú no que eres músico, pero a mí me sorprendió», dijo Muñoz Molina a Pons sobre Wagner, con quien «te dan ganas de invadir Polonia». «Nadie lo diría, pero Manuel de Falla sólo tenía las obras completas de Wagner», señaló el director musical del Liceo.

De Verdi, «al ser más accesible, podemos menospreciar contribuciones muy importantes a la música», apuntó el escritor, citando obras como ‘La Traviata’. «No hay discusión de su grandeza», asintió Pons.

«En el amor por Verdi cabe más gente, en el amor por Wagner cabe otra cosa, porque es el primer ejemplo tras Beethoven de la consideración del artista como genio», según el escritor y académico jiennense, que encuentra «un punto de toxicidad» en el alemán. «El culto a Wagner es el culto al artista que está por encima de los demás, que se puede permitir cualquier cosa. La idea hipertrófica del genio ególatra, esa manipulación casi mediática de la figura del genio… Es quizá la parte más antipática del personaje», señala Ical.

«Por eso Hitler lo acoge como tal», añadió el director de orquesta barcelonés sobre Wagner y «el lado oscuro wagneriano». Tiene «un lado detestable», pero también «una veneración absoluta» que «no sucede con Verdi». De hecho, el director musical del Liceo advirtió de que no hay continuadores de la línea verdiana.

Los fanáticos de Wagner y Verdi quizá discreparan en ciertos aspectos con los dos conversadores de este encuentro, pero el silencio del patio del Juan Bravo, sólo roto por la tácita informalidad de un enriquecedor turno de preguntas que contó incluso con la improvisada intervención del maestro Tarazona, quien rompió una lanza en favor de la personalidad de Verdi, confirmó que el Hay Festival de Segovia volvió a componer un cierre musical de altura para su particular cumbre de intelectuales.

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