Y por fin, después de 34 años, ayer Riaza era declarada por la Junta de Castilla y León, Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico.
La declaración cerraba un expediente incoado en 1987 por la Dirección General de Patrimonio y Promoción Cultural de la que fuera Consejería de Educación y Cultura. Fue ayer, 11 de noviembre cuando se aprobó esa resolución que pone en valor todo el conjunto de la villa, desde el punto de vista arquitectónico, por supuesto, pero también histórico.
Sin duda Riaza son muchos los factores que hacen que la villa de Riaza sea merecedora de este reconocimiento:
Ubicada en un entorno natural de gran valor
Su ubicación la hace única al encontrarse al nordeste de la provincia, cerca de la Sierra de Ayllón y en la margen Del Río Aza, una zona de alto valor natural. Sus conocidas fuentes, conocidas como la Nevera o el Escorial recorren las calles de Riaza por regueras que transportaban el agua de la sierra hasta las huertas y praderas de la villa.
Eje transhumante de la Cañada Real Soriana Occidental
En el siglo XV Riaza llegó a ser un importantísimo centro ganadero y de esquileo. Por ello contaba con batanes, casas de cardados y de tintes de lana y la convirtió en un núcleo poblacional de gran importancia en la zona. La lana la convirtió en un lugar ideal para desarrollarse profesionalmente y por tanto atrajo a multitud de personas que se instalaron en la villa favoreciendo aún más su desarrollo.
Arquitectura inigualable y una Plaza Mayor muy peculiar
A quien visite la villa no se le escapa que el centro de la misma está en su Plaza Mayor, de forma elíptica, un aspecto que data de 1873. La plaza porticada, extremadamente bien conservada, que ha hecho las veces a lo largo de la historia de coso taurino, cuenta con columnas de piedra o madera que servían de abrigo a la población, especialmente en días de mercado.
Además de esas columnas que conforman los pórticos, en Riaza las casas presentan las típicas galerías y solanas en la planta superior, que delatan su pasado vinculado a la lana pues desde esas solanas se secaba la lana de las ovejas merinas de la provincia. Grandes balcones y amplios aleros y sus calles con una estética popular propia de los siglos XVIII y XIX culminan un estilo propio y característico que la convierte en un exponente único de arquitectura serrana que la ha hecho valedora de este reconocimiento como Bien de Interés Cultural.
Y además, la iglesia y el ayuntamiento
El edificio del Ayuntamiento y la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Manto terminan de rematar una arquitectura digna de un paseo. La iglesia fue levantada durante la repoblación y ha sufrido numerosas intervenciones a lo largo de la historia desde el siglo XVI y hasta el XIX. Hoy puede verse una interesante colección de arte sacro.