El tapiz más impresionante de Segovia de la colección de la Fundación Torreón de Lozoya se encuentra expuesto en la Sala de Tapices del Torreón de Lozoya, tras su reciente restauración.
Tras once meses de ausencia, el tapiz más importante de la Fundación Torreón de Lozoya ha vuelto a su espacio museístico habitual, después de haber sido sometido a un meticuloso proceso de restauración por parte de la Real Fábrica de Tapices.
Inversión para la restauración del tapiz
Esta intervención ha supuesto una inversión de 17.625,00 € que, para Francisco Javier Reguera, “ha sido un esfuerzo que había que hacer imprescindiblemente, tanto por el progresivo deterioro de la pieza, como por la relevancia que ha supuesto su reciente identificación con una creación de Pedro Pablo Rubens, lo que supone un valor añadido a nuestra colección y al patrimonio artístico segoviano, algo que la Fundación “la Caixa” entendió desde el primer momento en el que acudimos a ella en busca de una colaboración económica que agradecemos”.
Costó 750.000 pesetas en el siglo XX
Adquirido a finales de los años setenta o principios de los ochenta del siglo pasado en la Galería Cid por 750.000 pesetas, el tapiz estuvo durante un tiempo colgado en la planta noble del Torreón de Lozoya, figurando en la colección con el título erróneo de “La muerte de Alejandro”.
La musealización del Torreón de Lozoya, llevada a cabo por la Fundación que lleva su nombre, supuso su regreso tras varias décadas en las que estuvo almacenado, fuera de la vista del público. Ello permitió que varios investigadores y conservadores de museos identificaran correctamente el asunto y la autoría, hasta entonces desconocidos: “La devolución de Briseida a Aquiles”, que formó parte de la serie “La historia de Aquiles”, último de los cuatro importantes ciclos de tapices que Pedro Pablo Rubens diseñó a lo largo de su vida. Esta serie, ideada entre 1630 y 1635, estuvo integrada por ocho escenas en las que se narraban las peripecias de este héroe de la Guerra de Troya.
Se desconoce la identidad del comitente que encargó el ciclo al maestro por excelencia del barroco flamenco, pero se sabe que Rubens trabajó en él minuciosamente, creando ocho bocetos al óleo, en pequeñas tablas, que se conservan en el Museum Boijmans Van Beuningen de Rotterdam. Posteriormente, elaboró los temas con mayor detalle en unos soportes de dimensiones superiores (llamados “modeli” o “modelos”) con la participación de su taller; el modelo de “La devolución de Briseida a Aquiles” forma parte de las colecciones del Museo del Prado. Finalmente, estos modelos sirvieron como base para pintar los llamados “cartones”, composiciones en grandes hojas de papel encoladas, del tamaño definitivo de los tapices, en los que los maestros liceros se apoyaron para tejer los tapices. Ninguno de los cartones de esta serie se han conservado.
La guerra de Troya aportó a la historia de la tapicería un sinfín de argumentos para sus creaciones.
La historia de Aquiles en tapiz
El argumento que se narra en el tapiz del Torreón de Lozoya es crucial en aquella contienda bélica. El griego Aquiles participaba activamente en ese largo conflicto que duraba ya diez años y que enfrentaba a griegos y troyanos. El ejército sitiador de Troya se encontraba en desventaja, en buena medida por la peste que los asolaba y que obedecía a un castigo de Apolo por haber convertido a la hija de uno de sus sacerdotes, Criseida, en esclava del líder de los griegos, el rey Agamenón. Presionado, el monarca liberó a Criseida pero exigió como compensación la entrega de una cautiva de Aquiles, Briseida, lo que llevó al héroe a abandonar la guerra y aumentar aún más la complicada situación de los griegos. Este estado de cosas cambiará completamente cuando el compañero favorito de Aquiles, Patroclo, muera a manos del príncipe troyano Héctor y cuando Agamenón devuelva a Briseida a Aquiles, lo que determinará su retorno activo a la guerra, que se saldará con la derrota y destrucción de Troya. El tapiz recoge, por un lado, el llanto sobre el cadáver de Patroclo, al interior de una tienda de campaña, simultáneamente a la devolución de Briseida y a la entrega de otros presentes a Aquiles, narrados por Homero. En la imagen tejida, Aquiles abre sus brazos para recibir a Briseida, detrás de la cual aparece un anciano -Néstor, el más sabio de los griegos que combatieron en Troya- y un personaje con una mano levantada indicando hacia el cielo -que puede ser Odiseo, quien recomienda calma a Aquiles a la hora de vengar la muerte de Patroclo, dado el cansancio de las tropas griegas- o el mismo Agamenón -jurando no haber violentado a Briseida, mientras la tuvo consigo-.
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