‘Atajo’ pone luz sobre el curioso pasado arqueológico de este pueblo segoviano, ubicado a escasos 30 kilómetros de la capital del Acueducto y que linda con la Comunidad de Madrid.
«Hasta hace muy poco la Carta Puebla bajomedieval era la solitaria referencia de su remoto pasado para el vecindario de El Espinar en Segovia y, ajena tanto a la enorme extensión del término como a su estratégica situación geográfica», señala el arqueólogo Iván Aguilera, historiador e impulsor del programa ‘Atajo’ quien, en su investigación, cuenta con la ayuda del Colectivo Azálvaro.
Aguilera apunta que «hoy por hoy, se puede afirmar en efecto como el origen del poblamiento en los valles altos del río Moros y Voltoya sobrepasa con creces las tradiciones vigentes». Señala que se puede confirmar que «en los estertores de la época cesariana, como fecha protohistórica para el final del formidable conjunto de yacimientos objeto de análisis».
De entre los inesperados hallazgos, «destacan ante todo un par de entidades tumulares, junto a otras probables, cuyas dimensiones y estado de conservación llaman la atención de esta apuesta arqueológica» confiesa el director de las intervenciones en curso.
Ante ello, «tan solo se aventura si estas estructuras podrían hablar sobre el hipotético ascendente prehistórico de la travesía del sistema central que, allá por el 2016, dio lugar al descubrimiento del monumental asentamiento de Canto-Los Hierros», señala.
Al mismo tiempo, lamenta que la arqueología como herramienta esencial para los descubrimientos siga siendo una asignatura pendiente.
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