Sus profundos ojos lanzan un destello inequívoco cuando se le pregunta por Palencia, su tierra natal. Elena Anaya traza una amplia sonrisa y se relaja en plena promoción de ‘Hierro’, la ópera prima del madrileño Gabe Ibáñez, que ayer llegó a los cines de toda España, donde encarna a una madre al borde de la locura que tendrá que luchar en un entorno inhóspito y desconocido contra sus propios miedos, para reencontrarse con su hijo pequeño. En plena preproducción de ‘À bout portant’ (de Fred Cavayé), tiene además pendiente de estreno ‘Room in Rome’, la nueva película de Julio Medem, y queda por ver si llegarán a España la súper producción francesa ‘El enemigo público número 1’, y ‘Cairo Time’, de la canadiense Rubba Nada.

 

En su infancia y adolescencia practicó diversas actividades como kárate y montañismo. ¿Qué caminos le llevaron a la actuación?

De pequeña hice sobre todo kárate. Siendo de allí no quedaba otra que hacer alguna escapada a los Picos de Europa, pero era montañismo casero, con la familia, como creo que habremos hecho todos. Para mí actuar es un modo de vida, algo que necesito, y surgió de repente. En la vida llega un momento crítico en el que todo el mundo nos dice que tenemos que decidir qué queremos ser de mayores; no sé a ti, pero a mí me asustó mucho pensar: ‘Ahora tenemos que decidir qué queremos ser el resto de la vida’. Creo que en ese momento no sabes absolutamente nada, y yo intuí que lo que más me apetecía era actuar; gracias al apoyo que me han dado en casa toda la vida, donde me han dejado hacer lo que necesitaba y quería, acabé en esto.

 

Parece un proyecto utópico para haber nacido en Palencia, ¿no?

Totalmente, pero… hay que soñar (sonríe). Hay que desear las cosas mucho.

 

¿Cómo ha marcado su personalidad el hecho de haber nacido allí?

Palencia es una ciudad ideal para nacer, para crecer, para hacer el salvaje, para estar más o menos segura, porque jamás tuve el más mínimo problema. Allí viví muy bien, y me sentí muy acompañada, con el colegio además a un minuto de mi casa. No sé, Palencia, una ciudad pequeña, te da una calidad de vida que en una ciudad grande no tienes.

 

¿Regresa a menudo allí?

Pues no, voy muy poquito, porque ya quedan muy pocos de mi familia y de mis amigos en Palencia. Cuando tengo un rato me encanta escaparme porque lo paso fenomenal y me reencuentro con un montón de gente querida, pero no puedo ir mucho la verdad.

 

‘Familia’, ‘Lágrimas negras’, ‘Finisterre’… Sus inicios estuvieron muy ligados al Festival de Valladolid. ¿Qué recuerda de su paso por la Seminci?

El mejor recuerdo que tengo de la Seminci fue con ‘Familia’. El estreno mundial de la película fue allí y nadie del equipo habíamos estado antes. Todos hicimos un gran esfuerzo por ir; a mí me pilló ya en Madrid, durante otro rodaje del que tuve que salir corriendo y regresar justo después del pase. Vimos la película y el público se volcó completamente durante la proyección, y luego las críticas fueron buenísimas y Fernando ganó varios premios.

 

He leído que suele completar sus personajes con la gente anónima que observa por la calle.

Es cierto, observar es fascinante porque hace que no te alejes demasiado de la realidad, algo que nunca es bueno. De todos modos a los personajes hay que darles una verdad, y eso sólo se consigue con escuela, con lo que aprendes durante muchos años de oficio y con lo que sigo aprendiendo cada vez que vuelvo a prepararme.

 

¿Estamos ante el año de Elena Anaya, con cuatro títulos pendientes de llegar a las salas?

La verdad es que todos los años cuando he estrenado película siempre había otras pendientes de llegar a las salas. Este año hay dos españolas, ahora estamos en el momento de ‘Hierro’, luego llegará el turno de ‘Room in Rome’, y ya veremos qué ocurre con las de fuera. Para mí todos los años han sido buenos y estoy muy agradecida por lo bien que han ido todas las cosas y por toda la confianza que me ha dado toda la gente que me sigue llamando para colaborar con ellos.

 

Supongo que será difícil que le lleguen papeles como el de ‘Hierro’, en el que aparece desde el primer hasta el último plano, soportando todo el peso de la película.

Alguna vez había rechazado algún protagonista absoluto que no entendía muy bien por qué tenía que interpretarlo.

 

En este caso, ¿por qué aceptó el reto?

Porque me apetecía mucho trabajar con Gabe, sinceramente. Me presentó el proyecto con una cantidad de referencias y de material que ya había organizado y que estaba en su cabeza. Me atrajo su manera de afrontar este tema y de contar visualmente la perturbación de este personaje, de María, tras ocurrirle algo tremendamente horrible.

 

El rodaje parece que tuvo que ser bastante duro, con muchas escenas de noche, en el agua, todo el infierno personal de esta mujer…

Hay noche, hay niño (ríe), hay perro, que me pegaba unos ladridos tremendos… Kaiet (Rodríguez, que interpreta a su hijo en la ficción) ha sido un grandísimo compañero de viaje en esta película, y su casting fue interesante. Gabe y yo tuvimos muy claro cuando llegó este niño que era un ángel, por cómo miraba y su manera especial de asustarse; no actuaba, como sucede con otros niños y con muchos mayores también. Aparentemente, ha sido un rodaje duro y realmente fue agotador, pero yo me lo he pasado fenomenal. Cada día me iba a casa rendida, agotada, me dolía el cuerpo de todas las maneras posibles, e incluso he llegado con millones de moratones después de tres días rodando la pelea, con moratones, mordiscos y de todo. Entre todos los compañeros, el equipo técnico y sobre todo Gabe, que ha estado a mi lado de una manera muy especial, me han hecho disfrutar de este rodaje como muy pocas veces había conseguido.

 

Estéticamente la película parece que está muy cerrada, pero su aportación ha resultado decisiva para construir este personaje.

No queda más remedio. En este caso además el guión no era del director, que parece que está un poco más blindado, pero el guionista (Javier Gullón) estuvo con nosotros todo el rodaje y si teníamos alguna propuesta que hacer siempre respondió de una manera muy positiva. Pero bueno, sobre un guión hay una idea y para que funcione tiene que tener alma, y para eso hay que ponérsela.

 

Participaron con la película en la Semana de la Crítica en Cannes, y en Sitges recibió el premio a la mejor actriz por su trabajo. Parece un inmejorable punto de partida para la película.

La verdad es que sí. En Cannes se llenaron los cines en cada pase, con un centenar de personas sin butaca cada vez, y la acogida fue muy buena.


Su siguiente película en llegar parece que será ‘Habitación en Roma’, de Julio Medem. Para muchos espectadores usted nació a la profesión con ‘Lucía y el sexo’. ¿Qué supuso aquel trabajo para su trayectoria?

Para mí ‘Lucía y el sexo’ fue un regalo caído del cielo. Julio Medem es un director con un talento brutal y con una sensibilidad que hacía que actuar fuera un deleite. Para mí otra película que fue relativamente sencilla fue ésa. La gente decía: ‘Jo, qué difícil, qué duro’, y yo decía: ‘Sí, pero no’. Eso no tiene por qué ser lo más difícil.

 

¿Cómo ha sido el reencuentro con él?

(Sonríe ampliamente) Años después, con años de amistad de por medio y conociéndonos más, y con los dos un poco más viejos (carcajada).

 

Ha comentado que cuando leyó el guión le pareció un tesoro…

Sí. Como todos los guiones de Julio, fue creciendo y modificándose a través de las distintas versiones, y hubo una de ellas en concreto con la que lloré como muy pocas veces he llorado leyendo una novela o un guión.

 

Tampoco debería tardar en estrenarse ‘El enemigo público número 1’, una súper producción francesa que costó 50 millones, donde comparte cartel con Amalric, Depardieu, Sagnier, Le Bihan y Cassel. ¿Tiene mucho que envidiar el cine español al francés?

Que envidiar no, pero en Francia se rueda de una manera diferente; creo que a todos los españoles nos vendría bien rodar algo allí. Yo creo que el cine francés hace que los franceses amen todo lo suyo y quizá eso es lo que tendríamos que envidiarles; tendríamos que aprender a amar más lo nuestro, y a no criticarlo tanto. De todos modos, como en España no se está en ningún sitio, y siempre hemos tenido actores y sobre todo realizadores maravillosos. Tenemos grandes clásicos de la historia del cine. Ya lo fue Buñuel en su día, pero ahora Pedro Almodóvar me parece un director absolutamente brillante en todo lo que hace. Y ya no solamente los directores de siempre, que todos conocemos, sino una nueva oleada de técnicos y directores que llegan con historias fascinantes que contar.

 

¿Cómo está viviendo la fractura que se está viviendo en la industria del cine español, en torno a la polémica Ley del Cine?

Me parece un tema complicado del cual no estoy completamente informada. En cuanto a la anticonstitucionalidad de la ley ya se verá si es así o no, pero lo que tengo claro es que el cine sin el apoyo de las televisiones privadas va a ser muy difícil. Creo que películas pequeñitas como ‘Hierro’ desaparecerán sin el apoyo de cadenas de televisión.

 

Ya ha trabajado con Díaz Yanes, con Medem, con Almodóvar…. ¿Le quedan sueños pendientes en el cine español?

Hombre claro. Me quedan muchísimos sueños por cumplir, como supongo que a ti también. Hay que seguir dándolo todo, esperándolo y sobre todo deseándolo.

 

¿Y queda mucho de esa chica que dejó Palencia hace ya catorce años?

Claro, queda todo. Queda todo lo que soy yo, todo lo que fui y quizá no sabía que era, y todo lo que me queda por vivir.

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