Entre la veteranía consolidada, que siempre es un grado, y el deseo de que la crisis económica no estropee un buen sistema educativo forjado durante varias décadas, un grupo de profesores de las nueve provincias de la Comunidad analiza para la agencia Ical el inicio del curso escolar. Citando la existencia de una menor disciplina, un tanto cambiante como los tiempos, hasta el uso de las nuevas tecnologías -con la progresiva inmersión de la pizarra digital en detrimento de la tiza y el clásico encerado- todos ellos coinciden en señalar que el componente vocacional persiste pese a todo. 

También critican que las sucesivas leyes educativas y la falta de un pacto político global, junto a un menor número de docentes y la excesiva burocracia, han desmotivado un tanto el trabajo en las aulas aunque creen con firmeza que una gran mayoría antepone el desarrollo educativo del alumnado por encima del interés propio.

 

Segovia

Para el profesor segoviano Carlos González Maseda, de 64 años y a punto de jubilarse, la mejor época por la que ha atravesado la educación fue la del Bachillerato Unificado Polivalente (BUP). “Se impartían mejor las clases, ahora la indisciplina es mayor», asegura. No obstante, el Licenciado en Matemáticas y profesor en el IES Giner de los Ríos de Segovia, donde lleva 20 años, asegura que “lo mejor es vivir el presente puesto que cada época tiene sus momentos”. Sobre la nueva norma educativa que prevé el Gobierno, lamenta que “en vez de avanzar se retrocede, porque para ser una ley de educación debe valer para todos y ser universal, sin tener en cuenta las ideologías».

Y es que tras de 28 años y medio trabajando en la enseñanza y después de haber pasado por otros centros segovianos como el IES Mariano Quintanilla o el IES Andrés Laguna, el profesor Maseda, como se le conoce, afirma rotundamente: “Me gusta más la pizarra”. Para él, el cambio a la Logse y los reformas educativas posteriores supusieron “un giro radical” con “reformas, contrarreformas, más legislación, más papeleo y más reuniones”.

 

Ávila

Uno de esos ejemplos de larga vida docente, a punto de una merecida jubilación anticipada a los 60 años al término del inminente curso, lo representa Carmen Miguel Pañero, profesora de infantil en el colegio público ‘La Moraña’ de Arévalo (Ávila). Su dilatada trayectoria de enseñanza, que también tuvo un hueco en el ámbito del apoyo a minorías étnicas, cubre buena parte de la sierra abulense, a caballo entre el valle del Tiétar, Candeleda y el Barco de Ávila. “A pesar de la experiencia acumulada, cada día se es más exigente desde los despachos directivos y uno se cansa”, sostiene.

Carmen considera que se ha dejado de lado en el tiempo la importancia de la lectura el lenguaje y una buena ortografía, “que cada vez falla más”, al tiempo que afirma que las exigencias de las nuevas metodologías educativas propician que “que haya mucho que hacer en las aulas y que apenas pueda abarcarse todo”. Respecto al futuro de la educación opina que no es halagüeño dado que, cada vez más, “los recursos asignados son menores”.

Por otro lado, la veterana docente, sin renegar de un trabajo que también le ha reportado múltiples satisfacciones después de 34 años de ejercicio, indica a modo de balance que los últimos tiempos vienen marcados “por la existencia de menos profesorado que obliga a desdoblar clases, aumentando el número de horas y existiendo una evidente desmotivación en las aulas y entre los padres”. “Existe una mayor preparación informática y en idiomas como aspectos positivos, y en lado negativo el hecho de que se haya perdido un poco el respeto a los profesores”, enumera.

 

Burgos

Por su parte, Ana Arroyo, profesora de Secundaria desde hace 15 años, afronta el inicio del curso con optimismo, aunque es consciente que los recortes educativos no ayudarán al desarrollo de los alumnos. “Con la reforma ‘low cost’ que ha puesto en marcha el ministro Wert disponemos de menos recursos y más alumnos, en un contexto que ya no promueve el derecho a una educación básica, sino la competitividad”, explica.

Considera que la supresión de algunas líneas de transporte escolar es una de las principales trabas con las que se encuentran los alumnos de los pueblos de la Comunidad cuando quieren desplazarse a un colegio o a un instituto. En un contexto económico incierto, Ana teme que los recortes “se carguen el derecho básico de la educación universal”, y los alumnos de familias humildes o medias “no puedan llegar a culminar sus estudios por falta de recursos o becas”. “Me dolería que una persona válida se quede sin estudiar. El que necesita becas las necesita, no es necesario una nota”, opina

Reivindicativa y miembro de la Plataforma por la Enseñanza Pública, la docente añora los tiempos en los que la educación era vista de “otra forma”, y las enseñanzas humanísticas eran “igual de importantes que la Economía o las matemáticas”. “Ahora solo prima la competitividad a costa de recortar docentes y crear reválidas, es una pena”, sentenció.

 

León

Con 38 años como docente en su haber, Jesús Leunda, actualmente está en situación de jubilación parcial con contrato de relevo y enseña la materia de Religión en el Instituto de Enseñanza Secundaria Juan del Enzina de la capital leonesa. A su juicio, la escuela, en lo que se refiere a profesores y alumnos, ha perdido mucho protagonismo social. Más que nunca, dice, se observa que su campo de influencia es mínimo en comparación a décadas pasadas. “Aquella connivencia entre lo escolar-familiar-social se ha diluido, de forma que se está llegando a una situación en la que los mensajes pueden llegar a ser contradictorios”, apunta.

A su juicio, la escuela ha pasado de centrar sus objetivos principales cifrados en aspectos como la puntualidad, el respeto, el trabajo, la convivencia armónica o la aceptación de normas a preocuparse sin más de los resultados académicos y a evitar acciones violentas o de acoso, en la medida de sus posibilidades. “Hoy en día podría calificase de ‘quijote moderno’ al protagonista que en su actuación escolar persiga alcanzar un nivel adecuado de honestidad y de trabajo bien hecho”, explica.

“Por una parte se va diluyendo el componente de referentes con el contexto y se ha vaciado casi por completo el grado de satisfacción intelectual que proporciona el desarrollo afectivo-social. Avanzamos en conocimientos, pero nos estancamos en el campo de la inteligencia emocional y ejecutiva”, resume.

 

Palencia

Dario Caminero Antolín se jubila el día 12 de este mes después de casi 50 años en la enseñanza, primero, puntualiza, como alumno y después como maestro porque “los profesores ejercen una profesión a la que están vinculados desde la infancia”. Pese a que dejará la docencia en unos pocos días, trabaja como el que más para tenerlo todo preparado para el inicio del curso aunque ya no como jefe de estudios del colegio Blas Sierra de la capital palentina. Reflexiona y se traslada a los años 60 cuando llegó por primera vez a la escuela de su pueblo de la mano de su madre. “Entonces, el sistema era el tradicional, muy cerrado y estaba controladísimo”, arguye. 

Los cambios en los medios en la escuela han sido, asegura Darío, muy importantes. “Ahora hay pizarras digitales y portátiles para los alumnos”, apunta, y confirma que también encuentra que hay una mayor indisciplina entre el alumnado que, en parte, achaca a la propia sociedad y los cambios legislativos y, dentro de éstos, a la decisión de pasar a los alumnos del antiguo sexto de EGB al Instituto. “Estaban más tutorizados y controlados en el colegio y los profesores de Secundaria se dedican más a la enseñanza que al aprendizaje”, explica. Lo que no ha cambiado en los últimos 40 años, finaliza, es el voluntarismo del profesorado.

 

Salamanca

Miguel Ángel González, director del CEIP Piedra de Arte de Villamayor (Salamanca) lleva ejerciendo la docencia durante 33 años y sin titubear asegura que “no ha habido un solo día” en que no le haya gustado ir a dar clase, por lo que afirma que el nuevo curso lo afronta con “con toda la ilusión posible, sin duda”. Cuando empezó era un maestro de los de “pizarra y tiza”, y ahora lo es de ordenador y PDI, es decir, “de pizarra digital interactiva”, porque cree que las tecnologías abren posibilidades a la docencia y contribuyen de manera muy positiva a la formación de los alumnos.

Sin embargo, lo que se niega a abandonar es su método docente, el que independientemente de la herramienta que se utilice llega “al corazón” del alumno, porque explica que “la enseñanza que deja huella no es la que se trasmite de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón”. Cuando echa la vista atrás, si hay una cosa que cree que ha cambiado y no para mejor es el actual desprestigio de la figura del maestro y, aunque no echa la culpa a leyes ni a nadie en concreto, cree que la autoridad ya no es lo que era y esto repercute en una enseñanza de calidad.

“Es una minoría en las aulas, pero es significativa porque antes no se daba”, matiza. La falta de disciplina no es “tan problemática” cuando los alumnos están en el colegio, pero lamenta que una vez que acceden a la Educación Secundaria Obligatoria, se producen “verdaderos conflictos”. Entre los aspectos positivos en los que se ha avanzado, el profesor destaca que la enseñanza actual ofrece “mayores posibilidades de acceso” y los alumnos que lo deseen pueden hacer una carrera, mientras que antes, por las circunstancias de la vida, muchos no podían continuar con sus estudios.

 

Soria

María José Ruiz cumple este año las cuatro décadas como docente de enseñanza secundaria, con 38 años en el Instituto Castilla de Soria. “La educación ha cambiado como lo ha hecho la propia sociedad”, manifiesta ´Marisé` -como es conocida cariñosamente en la comunidad educativa- quien valora ahora la “mayor espontaneidad de los chicos” y lamenta el “bajo esfuerzo” y el escaso “respeto al profesorado” del que dan prueba en las clases con muchos padres “a los que sólo parece preocuparles el aprobado y no la formación”.

Nunca le han gustado los inicios de curso, “y ahora menos”, comenta la profesora de matemáticas e informática. “Estos días son muy aburridos, y cada vez con más papeles y burocracia”, comenta la profesora que presume de “haber tenido siempre una buena relación con los estudiantes”. “Los cambios que se han hecho, educativamente han sido un desastre”, señala Ruiz. 

Sus años de experiencia le ha mostrado que los alumnos “son mucho más inmaduros, y es como si se hubiera alargado la adolescencia”. Para la profesora, no es fácil orientar su formación futura, ya que “se les educa en un mundo ficticio”.

 

Valladolid 

Jesús Ángel Martín, profesor de Filosofía en el Instituto de Enseñanza Secundaria Núñez de Arce, de Valladolid, lleva 29 años como docente desde que lograra una plaza por oposición poco después de concluir su carrera en 1984. Considera que los años de experiencia contribuyen a desarrollar una nueva metodología y la forma de relación con los alumnos, “dentro de una sociedad muy cambiante, donde se aprenden continuamente estrategias didácticas adaptadas a cada situación”. Respecto a su trabajo reconoce ser “un privilegiado” y critica la “idea equivocada” de que en el ámbito educativo hay falta de disciplina o crisis de autoridad.

Prueba del optimismo que, en su opinión, hay que mantener sobre el sistema educativo es que cuando los estudiantes universitarios salen al extranjero “son apreciados y demandados”, lo que quiere decir que la preparación que llevan “es buena”. No obstante, precisa que a nivel político los gestores de la educación “transmiten una idea contraria” propiciando en pocos años “hasta cuatro o cinco cambios” en las leyes educativas. “El alumno ha cambiado y antes podía escuchar una hora una lección magistral y ahora la educación es mucho más dinámica y difícilmente se aguanta un rollo oral de diez minutos. Gracias a las nuevas tecnologías y métodos, la enseñanza es mucho más participativa y menos pasiva que antes”, sostiene.

Respecto al futuro, Martín se muestra “optimista” y aboga por no someter al mundo de la educación “a grandes revoluciones ni cambios de la noche a la mañana”. Cree que la metodología a emplear debe ser “más interactiva y menos magistral”, al tiempo que matiza que existe una diversidad de actitudes e intereses. “Antes bastaba con aprender y aprobar y ahora saben lo que quieren y el tipo de preparación concreto”, concluye.

 

Zamora 

Francisco Luis Esteban Arias lleva 36 de sus 59 años dando clases de forma continua, siempre en la capital zamorana, de manera que sabe de lo que habla cuando de educación se refiere, además de las matemáticas, su materia favorita. En la actualidad, da clases en el Sancho II a 25 alumnos de diez a 12 años.“Se nota diferencia en cuanto a la capacidad de sacrificio, que no es nula pero sí muy poca. No sé si es por los estímulos o por qué será pero cuando empecé, los alumnos tenían un interés bárbaro por comprender y estudiar”, afirma. “La manera de proyectarte socialmente y había más motivación. Los padres y el propio alumno parecían tener más interés por el estudio”, añade.

Francisco no se muestra optimista por el futuro cercano de la educación en España desde el punto de vista político. “He vivido la trayectoria desde la Ley General de Educación hasta nuestros días. Los cambios suscitan cierta inseguridad entre nosotros. En los últimos tiempos no se nos consulta en nada a los docentes; simplemente, se nos impone a golpe de decreto, para quitar una asignatura, para aumentar horas de aquí y quitar horas de allá”, critica.

Igualmente, aunque Francisco asegura “no estar quemado” y acudir a dar clase con “muchas ganas desde siempre”, denuncia el “nulo reconocimiento” y la “baja remuneración” que tienen los profesores en España. “Antes de la crisis, cualquier fontanero o electricista, veías lo que cobra la hora y echas la cuenta de lo que cobra un docente y no hay más que decir”, concluye.

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