La provincia segoviana es rica en patrimonio histórico y natural, y también tiene cuevas para visitar en Segovia.
La cueva más importante de Segovia es la Cueva de los Enebralejos, en Prádena. Introducirse por sus galería es una invitación a descubrir un tesoro escondido en la provincia.
Cueva de los Enebralejos
La Cueva de los Enebralejos, junto al pueblo de Prádena de la Sierra, está declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica.
Desde su entrada, «la cueva nos presenta la belleza de sus salas y galerías, adornadas con un espléndido conjunto de concreciones calcáreas: estalactitas, estalagmitas, columnas, coladas y banderas se suceden a medida que nos internamos en ella», explica su web.
Además, permite encontrar «numerosas muestras del uso de la cueva como necrópolis por nuestros antepasados del calcolítico en forma de pinturas y grabados que han sido datados aproximadamente del año 2500 A.C.».
Todas las visitas a la Cueva de los Enebralejos son guiadas y tienen una duración aproximada de 50 minutos. Los pases se van formando según estricto orden de llegada en grupos de máximo 20 personas y siempre que se alcance un mínimo de 4 personas, salvo entradas compradas por Internet. En festivos nacionales (excepto lunes) se aplica el horario de fin de semana.
Para grupos de 30 personas o más se necesita reserva previa.
Siempre a una temperatura de unos 15 grados.
Sea verano o invierno, en Enebralejos «siempre tenemos una temperatura de unos 15º C (59º F)», detallan; por eso, recomiendan ir provistos de ropa de abrigo para el frío, incluso en los meses de primavera y verano. Ademas, aconsejan llevar calzado cerrado cómodo para recorrer la cavidad.
Cueva de los siete altares
La Cueva de los siete altares también es bastante conocida en Segovia. La zona arqueológica de la cueva de los siete altares se localiza en el término de Villaseca, a unos 100 metros, aguas arriba, del puente sobre el río Duratón.
Conserva pinturas rupestres y fue el santuario de un eremitorio visigodo. Uno de sus ermitaños fue San Frutos, patrón de Segovia, sobre cuyo sepulcro hubo un priorato benedictino del que se conserva la iglesia, sobre la cima.
Se trata de una cavidad abierta en los farallones rocosos cortados por el río Duratón y sus restos se localizan en dos ambientes diferenciados, uno a la antesala en la que se talló un arco de herradura, de forma similar a los tres que definen el ambiente interior de la cueva propiamente dicha. Elementos denominados altares y tradicionalmente relacionados con el culto en época visigoda, explica Turismo Castilla y León. La cueva se puede ver desde el exterior, aunque no es posible entrar en el interior.
*Fotografías procedentes de la web de la Cueva de los Enebralejos / Turismo CyL