“Fue espantoso”, dice tajante. “Estaba a menos de cinco metros del lugar donde empezó todo, ayudamos a subir a la gente a la pared y cuando vi volando la valla de seguridad por encima de las cabezas pensé lo peor”.

Esta vecina de la villa caucense está convencida de que se libró “porque estaba en la calle de arriba, por encima del recorrido, en la que hay un desnivel de una pared de un metro”. Incluso, añade, el toro “hizo intenciones de subir los escalones hasta la pared, allí mismo corneó a un señor”. También vio cómo el astado se avalanzaba sobre otra persona. “Tiró a mucha gente, se llevó por delante todo lo que pilló”, continúa.

Afortunadamente, reconoce, el animal huyó hacia la zona del castillo porque de no ser así podría haber pasado cualquier cosa si se mete en el centro del pueblo abarrotado de público por las fiestas. Incluso, recuerda, estuvo junto a los hinchables infantiles pero pasó de largo afortunadamente.

Jamás pensó que pudiera pasar una situación semejante. Según explicó a Ical, el toro “arrancó las bisagras soldadas al hierro y levantó el doble vallado de seguridad”. Los asistentes se dieron cuenta de la velocidad de la carrera, pero no imaginaron que acabaría de esa manera.

“Todo esto lo viví y no lo olvidaré”, concluye.

 

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