El verano es un época del año en la que debemos tener especial cuidado y extremar las precauciones en el entorno natural para prevenir incendios. Si tenemos en cuenta que el 95% de los incendios forestales son provocados a través de la acción humana, es fundamental llevar a cabo acciones que nos permitan evitarlos.
Los incendios forestales tienen un grave impacto en la vegetación y la fauna, además de suponer un riesgo para la población. Por lo tanto, poner en marcha medidas de prevención en este sentido, son vitales para salvar vidas y salvar nuestros bosques.
Algunas actuaciones que cada persona puede llevar a cabo cuando visite un entorno natural son:
– No hacer fuegos.
– Apagar bien los cigarrillos y no dejar las colillas en el monte.
– Recoger nuestra basura, especialmente objetos de cristal que puedan provocar incendios.
– También son importantes las medidas de autoprotección tales como:
o Si vamos a hacer senderismo, conocer bien el terreno.
o Si nos encontramos con un incendio, lo primero que debemos hacer es llamar al 112.
o Seguir siempre fielmente la información que se nos traslade desde los organismos oficiales.
o Si el fuego es de gran densidad, debemos alejarnos de la zona, siempre yendo cuesta abajo y evitar ponernos en línea con el fuego.
o No debemos intentar cruzar las llamas, ya que podemos quedarnos sin salida.
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) Nº 15: proteger la vida de los ecosistemas terrestres
El ODS Nº 15 se centra en proteger, restaurar y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, el manejo sostenible de los bosques, combatir la desertificación y detener y revertir la degradación de la tierra y detener la pérdida de biodiversidad.
La deforestación y la desertificación –provocadas por las actividades humanas y el cambio climático– suponen grandes retos para el desarrollo sostenible y han afectado a las vidas y los medios de vida de millones de personas en la lucha contra la pobreza. Los bosques cubren casi el 31% de la superficie de nuestro planeta y mantienen desde el aire que respiramos hasta el agua que bebemos y los alimentos que comemos. Alrededor de 1.600 millones de personas dependen de los bosques para su subsistencia. Además, se calcula que los insectos y otros portadores de polen tienen un valor para la economía alimentaria mundial de más de 170.000 millones de euros anuales. Cada año desaparecen 13 millones de hectáreas de bosque y la degradación persistente de las zonas áridas ha provocado la desertificación de 3.600 millones de hectáreas.