Tan arraigada como sus tierras, la Semana Santa de Castilla-La Mancha ofrece durante estos días un compendio de atractivos ligados a la tradición que hacen de sus provincias el lugar idóneo para estos días festivos. Sea por el componente religioso, o por otros fuertes como su gastronomía, sus rincones o sus parajes naturales especialmente relevantes a la hora de planificar una escapada de turismo de interior, la comunidad castellano-manchega no deja indiferente a un visitante que busca envolverse de tradiciones.

Si un sonido tiene la Semana Santa de esta tierra es sin duda el de los tambores albaceteños. La Tamborrada de Hellín declarada de Interés Turístico Internacional desde 2005, se celebra del 22 al 31 de marzo con el estruendo de los más de 25.000 tamborileros ataviados con túnica negra. Especialmente impactante resulta la noche de Jueves Santo cuando una vez recogida la Procesión del Silencio, las peñas de tamborileros irrumpen las calles convirtiendo el silencio de la noche en un gigantesco ruido que no cesa hasta la tarde del día siguiente. La fiesta, que se remonta al siglo XV, celebra otro de sus momentos más especiales el Domingo de Resurrección cuando más de 20.000 personas “enmudecen” para presenciar el encuentro entre Nuestra Señora de los Dolores y el Cristo Resucitado.

Al igual que Hellín, la Semana Santa de Tobarra (Albacete) es una de las celebraciones más famosas y conocidas de la provincia por el sonido de sus tambores que en este caso se prolongan desde las tres de la tarde del Miércoles Santo hasta las 12 de la noche del Domingo de Resurrección, de forma ininterrumpida. Los encuentros de cofradías con sus llamativos saludos y alzamientos de imágenes en Villarrobledo, el sonido de cadenas de los penitentes durante la Procesión del Silencio de la capital albaceteña, o las espectaculares tallas de El Bonillo, completan la oferta de otras celebraciones de Interés Turístico Regional.

Con motivo de la Semana Santa, Cuenca capital organiza un conjunto de visitas guiadas por la ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad y una Semana de Música Religiosa que se unen a celebraciones ya consolidadas como la Escenificación de la Pasión de Motilla de Palancar o la Pasión Viviente de Tarancón. Es esta última una de las celebraciones más conmovedoras de la provincia conquense con la participación imprescindible y masiva de los vecinos de la localidad. Declaradas de Interés Turístico Regional, los 20 pasos que componen la Pasión y Muerte de Cristo son vitoreados por los más de 3.300 hermanos que supera la cofradía más longeva de Tarancón. Además, en 2013 se celebra el veinte aniversario de la espectacular representación de la Pasión Viviente que años tras año obliga a turistas y ciudadanos a apuntar como una de las citas ineludibles.

Entre todas ellas destaca la procesión Camino del Calvario, conocida popularmente como las Turbas en la madrugada del Viernes Santo. En ella, los turbos se mofan de la imagen del Redentor haciendo resonar sus desafinadas trompetas y redoblando sus tambores, mientras que beben “resoli”, el licor típico de Cuenca, para combatir el frío de la noche.

De un valor artístico cultural especialmente relevante resulta la Semana Santa de Ciudad Real, que recoge en sus 34 pasos ejemplos de tallas desde los siglos XV al XVIII de afamados y tradicionales escultores. Sus 24 Hermandades de Penitencia recorren las calles de la capital arropadas por las más de quince mil personas participantes en las comitivas. Las citas especialmente relevantes son las de Viernes Santos, por las saetas que se cantan a su paso y la de la madrugada de Jueves Santo, en donde los penitentes salen con cadenas para acompañar al Cristo de la Buena Muerte y a la Virgen del Mayor Dolor, alumbrados por la luz de las antorchas que portan en sus manos, en una procesión silenciosa en la que tan sólo se oye el rezo del Vía Crucis.

Declaradas de Interés Turístico Regional destacan las celebraciones en Damiel en donde la Semana Santa viene acompañada de una rica gastronomía compuesta de potaje de garbanzos, besugo o tortilla de patatas, así como las rosquillas daimieleñas que endulzan a los visitantes de esta localidad que duplica su población. Por su parte, la Semana Santa de Calatrava, reúne las celebraciones más tradicionales de 13 localidades entre las que se encuentra Almagro, Miguelturra, Aldea del Rey, y las de ‘apellido’ Calatrava como Bolaños, Granátula, Calzada o Torralba. En ellas se celebra el curioso ‘juego de Las Caras’ que rememora el sorteo de la túnica de Jesús y en él, colocados los apostantes en círculo, se va depositando la apuesta en el suelo, donde será igualada por la banca. Se lanzan al aire dos monedas y si sale cara la banca recoge la ganancia. Si sale cara y cruz se repite la tirada. Y si salen cruces ¿quién sabe? Podremos obtener una pequeña ganancia en nuestra visita al Campo de Calatrava.

El recogimiento caracteriza a la Semana Santa en la capital castellano-manchega. Las angostas calles de Toledo acogen la celebración declarada de Interés Turístico Nacional que se caracteriza por la solemnidad de los faroles que acompañan a los pasos como en el caso de Miércoles Santo, en donde los Caballeros penitentes del Cristo Redentor aparecen alumbrándose con esta herramienta. El Viernes Santo el Cristo del Buen Fin tiene como atributo una calavera coronada y el Santo Sepulcro es acompañado por los Caballeros, que ostentan este mismo nombre, desfilando en orden de antigüedad y acompañados por los “armaos”.Destaca la procesión del Sábado Santo, en la que los penitentes de la Hermandad del Cristo de la Buena Muerte esperan de rodillas, iluminándose con faroles, la salida de Cristo de San Juan de los Reyes.

Al igual que en la capital declarada Patrimonio de la Humanidad, el marco de las procesiones se torna especialmente bello en Talavera de la Reina, considerada una Semana Santa que bebe de la tradición andaluza, o al menos así se considera. Las Procesiones de la Borriquita, del Silencio, de la Pasión y del Santo Entierro,  se pueden contemplar desde las murallas; el Encuentro de Jesús Resucitado con su Santísima Madre el Sábado Santo en la Plaza del Reloj, así como, la dramatización de algunos pasajes como la Pasión y el Santo Entierro y el Vía Crucis de cerámica.  Al igual que en otras localidades como Quintanar de la Orden, destaca el programa paralelo a la Semana Santa con exposiciones o conciertos de música religiosa y de bandas de cornetas y tambores.

El color y la emoción son las claves de la Semana Santa de Guadalajara. Declarada de Interés Turístico Regional en 1999, las celebraciones principales comienzan el Domingo de Ramos con la Bendición de Palmas. El Jueves Santo, después de la procesión de Jesús Nazareno y Nuestro Padre Jesús de la Pasión se celebra, en la Concatedral, el Lavatorio a cargo de la Cofradía de los Apóstoles. Allí, durante los oficios religiosos, el sacerdote lava los pies a los Cofrades, al igual que Jesús lo hizo con sus discípulos, y una vez finalizados los santos oficios, todos juntos, ataviados con la clásica capa castellana, visitarán los diferentes monumentos instalados en las distintas iglesias de la ciudad, rezando las estaciones en cada una de ellas. Los miembros de la Cofradía de los Apóstoles también aparecen cubiertos con sus capas castellanas para recorrer las estaciones del Vía Crucis del Viernes Santo.

Destacan asimismo las procesiones con los Soldados de Cristo en Budia, donde en Jueves Santo sale la comitiva de la escolta al Abad, rencidión de lanzas y lavatorio; el Viernes Santo, el Vía Crucis y la Procesión del Santo Sepulcro, el Sábado Santo la Vigilia Pascual y el Domingo de Resurección salen a la procesión del Encuentro La Pasión Viviente de las localidades de Fuentelencina, Hiendelaencina y Albalate de Zorita, la procesión de ‘los Armaos’ de Sigüenza, o la procesión del Santo Entierro de Yunquera de Henares, completan la oferta por la provincia guadalajareña.

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