Este miércoles, 23 de septiembre, se conmemora el “Día Internacional contra la explotación sexual y el tráfico de mujeres, niñas y niños”, una iniciativa promovida desde la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) con el fin de sensibilizar a la ciudadanía sobre la necesidad de acabar con la trata de personas y concienciar acerca del enorme impacto que este delito provoca en las sociedades de todo el mundo.

El Ayuntamiento de Segovia y el consejo sectorial de la Mujer se suman a esta jornada y manifiestan su solidaridad con las víctimas al tiempo que expresan su compromiso para seguir visibilizando el problema de la trata de seres humanos porque «es fundamental concienciar a la población sobre las consecuencias de esta forma de explotación», indican fuentes municipales. «El tráfico de personas es un grave delito y una grave violación de los derechos humanos, la esclavitud del siglo XXI. Cada año, miles de hombres, mujeres y niños caen en las manos de traficantes, en sus propios países y en el extranjero. Prácticamente todos los países del mundo están afectados por el tráfico de personas, ya sea como país de origen, tránsito o destino de las víctimas», subrayan desde el Ayuntamiento.

El “Corazón Azul” que da nombre a esta campaña representa la tristeza de quienes son víctimas de la trata de personas y nos recuerda la insensibilidad de quienes compran y venden a otros seres humanos. El uso del color azul de las Naciones Unidas también demuestra el compromiso de la Organización con la lucha contra ese delito que atenta contra la dignidad humana. Si bien la forma más conocida de trata de personas es la explotación sexual, muchas víctimas también son objeto de trata con fines de trabajo forzosos, servidumbre doméstica, mendicidad infantil o extracción de órganos. Las mujeres adultas representan el 49% de las víctimas de trata, y las niñas el 23%. La explotación sexual abarca un 59%, seguida del trabajo forzado, con un 34%.

La UNODC define la trata como la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad, o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.