Más de 2.000 años desde su construcción y 125 después de su declaración como Monumento Nacional, el Acueducto de Segovia, atractivo turístico por excelencia de la capital del Eresma, espera una receta que le permita continuar bien conservado y que obligue a las administraciones a velar por su cuidado.
Esta fue la principal conclusión de las jornadas que en torno a la obra romana se han desarrollado esta semana en Segovia, donde participaron importantes especialistas en materia de conservación e intervención en monumentos, informa Ical.
Muchos han sido los actos de homenaje a este monumento que convierte a Segovia en una de las principales ciudades turísticas del mundo y que garantizan, en épocas de crisis como la actual, un goteo permanente de caudales en una ciudad carente de otros pilares económicos, sin ningún tejido industrial relevante.
Así, todo el mundo, desde particulares a empresas, pasando por organismos públicos o mendigos, se aprovechan del majestuoso puente para realizar sus promociones, convocatorias, actos públicos o reivindicaciones. Fotografías de recuerdos, conciertos musicales, manifestaciones laborales y anuncios publicitarios lo usan como telón de fondo para captar la atención de los demás.
El nuevo sistema de navegación virtual de Google, Street View, colocó al Acueducto entre los principales detalles que visitar con su herramienta de internet generalizada recientemente en España. La Once y la Onlae han utilizado su imagen para los cupones y décimos de los sorteos, y son innumerables los vídeos promocionales de turismo segoviano que plasman los arcos graníticos de esta obra de ingeniería.
El Fondo Mundial de Monumentos (World Monuments Fund), la mayor asociación privada sin ánimo de lucro, ha reunido a grandes expertos bajo el título ‘Hacia un Plan Integral para la Conservación del Acueducto de Segovia’. En las sesiones el arqueólogo segoviano Alonso Zamora advirtió el pasado lunes que de sus 15 kilómetros de recorrido, desde la toma de agua en la sierra de Guadarrama hasta los tramos soterrados que finalizan en el Alcázar, queda mucho por descubrir y estudiar. Por ello planteó la necesidad de crear un Centro de Documentación del Acueducto donde tengan cabida todos los archivos, los referidos al monumento y los que indiquen «dónde estaba la Segovia romana». Alonso Zamora cree que un sistema de fotografía láser, junto con los de información geográfica, se podría completar un archivo detallado de cada sillar y comprobar qué pasa en cada uno, cómo se comportan las resinas aplicadas en las labores de restauración, y conocer cómo evoluciona la degradación del granito.
En este sentido el director del Museo de Segovia coincidió con el portugués José Delgado y con el italiano Giorgio Croci, ambos expertos en monumentos, y quienes sobre todo recalcaron que se trata de una gran obra de ingeniería, como demuestra el hecho de que sigue en pie más de 2.000 años después de su construcción.
En las jornadas también intervino el director general de Patrimonio de la Junta, Enrique Sáiz, quien puso de manifiesto la necesidad de analizar las intervenciones realizadas, reunir la documentación y llevar a cabo una toma de datos periódica sobre el estado de conservación del Acueducto para valorar las acciones futuras, que deberán articularse en un plan especial. Sáiz abogó por una acción coordinada entre las administraciones con competencias en materia de patrimonio, con un plan de gestión que debe extenderse en Segovia, en su condición de Ciudad Patrimonio de la Humanidad, «no sólo al monumento, sino a toda el área histórica de la ciudad, como ya se ha hecho en Salamanca o Ávila». Pero reconoció la existencia de “un desencuentro administrativo debido a una distinta visión de los valores del conjunto histórico de la ciudad».
Aniversario de una polémica
Pero no toda efeméride conlleva buenas noticias, porque este año se cumple el 125 aniversario de su declaración como Monumento Nacional, al publicarse en 1884 esta distinción en la ‘Gaceta de Madrid’, antigua versión del Boletín Oficial del Estado. Fue la Real Academia de la Historia, institución que vela por la conservación del patrimonio cultural, la que pidió la protección especial porque entendía que el Ayuntamiento de Segovia ni siquiera conocía la importancia de la construcción romana, y el municipio y la prensa local protestaron entonces enérgicamente. El entonces rey, Alfonso XII, dictó la Real Orden el 11 de octubre por la que la ‘Gaceta de Madrid’ publicó la declaración de Monumento Nacional con la opinión de los miembros de la Real Academia que ofendieron a la ciudad de Segovia.
El párrafo de carácter oficial que levantó la ira de autoridades y civiles fue el siguiente: «Ninguna persona medianamente culta hubiera podido figurarse jamás que para mantener libre de vandálicos atentados el célebre acueducto romano de Segovia fuera menester ampararlo con declaraciones oficiales; pero es lo cierto que ha llegado en nuestros días á tal extremo el vergonzoso desconocimiento de su importancia arqueológica y de su arrogante belleza artística, que con razón se teme verlo bárbaramente afeado con construcciones adosadas á su venerada mole si no se dicta una medida que lo salve de tales profanaciones».
Así, el alcalde de aquel momento, Mariano de la Torre Ajero, respondió al ministro de Fomento de la época, Alejandro Pidal y Mon, exponiéndole que el Ayuntamiento se había sentido “herido en su dignidad y decoro”. Los periódicos locales de la época, ‘La Tempestad’, ‘El Adelantado’ y el ‘El Pardillo’ coincidieron en reprochar los términos de la orden gubernativa, lo que llevó a que el alcalde contactara con el propio presidente del Consejo de Ministros, Antonio Cánovas del Castillo, que además era director de la Real Academia de la Historia. Y nuevos informes insistieron en la mala praxis realizada en la conservación del monumento y recomendaba actuar en casos como la demolición de seis cerbatanas antiguas adosadas al monumento y de todos los edificios que impiden por su proximidad al Acueducto que éste ostente con toda su magnificencia. Pero la falta de recursos económicos para ejecutar las expropiaciones han impedido la retirada de estas edificaciones, algunas de las cuales siguen muy próximas al monumento, como ocurre también con otros elementos de la ciudad.
Eje transversal
El Acueducto de Segovia sigue condicionando la vida de la ciudad. Actualmente sus habitantes han asumido con resignación la división en dos partes que impide cruzar con los vehículos de un lado a otro. Y es que el que fuera alcalde, Ramón Escobar, tomó la decisión de suprimir el tráfico bajo sus arcos en julio de 1992.
Ello dejó dividida la urbe en dos, pero además de forma perpendicular, lo que hace prácticamente imposible hacer una indicación precisa cuando alguien pregunta cómo trasladarse al otro lado del monumento. Sin embargo, los habitantes han admitido la resolución por el peligro que entrañaba el humo de los vehículos para el monumento. Y aunque la decisión fue polémica, veinte años después, la inmensa mayoría de los segovianos (92,01 por ciento) afirmaba en una reciente encuesta que fue algo acertado que favorece la conservación del Acueducto, pero que sigue precisando de atención.