El tapiz gigante del proyecto artístico ‘Lágrimas Negras’ ha iniciado en Segovia su exposición pública para clamar contra la esclavitud sexual que sufren miles de mujeres en España y en el resto del mundo. Sus 14 metros de longitud y 2 metros de altura han sido conformados por los cañamazos cosidos por 2.245 mujeres de 46 nacionalidades diferentes con un mensaje común: “dar visibilidad a estas víctimas muchas veces invisibles”, como señala la autora de la obra Alejandra Corral ‘Kuska’.
Un proyecto que nace con el objetivo de suscitar el conocimiento de la trata de mujeres a través del arte como sustento principal y que representa a una mujer derrumbada por el dolor en el centro de la tapicería. A su alrededor, se exponen los cañamazos de formas abstractas que dan muestra de esas lágrimas negras vertidas por mujeres que han visto cómo se han violado sus derechos. Según el Proyecto Esperanza unas 14.000 mujeres son víctimas de la trata en España. Una lacra que afecta a alrededor de 19 nacionalidades en nuestro país y que necesita de una legislación integral propia para proteger a mujeres contra la esclavitud sexual.
El campus público María Zambrano de la Universidad de Valladolid ha acogido la presentación de la exposición que podrá visitarse hasta mediados de julio y posteriormente podrá viajar a otros lugares del planeta antes de ser subastado para destinar fondos a la Fundación Amaranta y el Proyecto Esperanza de las Hermanas Adoratrices. El objetivo de la artista es conseguir que promotores de arte, centros culturales y museos de todo el mundo acojan la exposición del tapiz para difundir el mensaje contra la trata de mujeres.
“Lagrimas Negras tiene por objetivo la concienciación social a través de un objeto artístico de creación colectiva para llamar la atención sobre la violación de los Derechos Humanos de la mujer y particularmente sobre la trata con fines de esclavitud sexual”, ha explicado la creadora del proyecto. El empeño de todas las féminas que han participado en el proyecto tras la llamada de la artista, han conformado “uno de los proyectos socio-artísticos en los que ha participado un mayor número de mujeres en todo el mundo”, según la Catedrática de Estudios de Género de la Universidad de Valladolid y profesora de Arte, María Teresa Alagario Trigueros.
La directora del Proyecto Esperanza, perteneciente a la Congregación de las Hermanas Adoratrices, Ana Almarza, ha destacado que ‘Lágrimas Negras’ ha conseguido que muchas mujeres hayan podido coser de nuevo “sus vidas rotas” a través de esos cañamazos que hoy forman parte de toda una obra de arte, que ha sido apoyada por muchas instituciones y empresas colaboradoras. Este el caso de del campus público María Zambrano de la UVa en Segovia que “ha apostado desde el principio por este proyecto” como ha incidido el decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y la Comunicación de la UVa en Segovia, Agustín García Matilla.
A lo largo de los últimos doce meses Alejandra Corral ha conseguido movilizar además a un equipo estable y desinteresado que de forma altruista han colaborado en tareas de gestión, logística y difusión de la obra. Además, han sido numerosas empresas locales que se han volcado con la iniciativa y especializadas en arte como Axa Art o The Bernard Sunley Charitable Foundation. A estos apoyos se han sumado muchos hombres de forma indirecta quienes han colaborado componiendo la estructura de la tapicería, uniendo los cañamazos o montando la estructura.
Puntadas con historias
‘Lágrimas Negras’ se enmarca dentro de un activismo artístico, o ‘artivismo’, cuyo “objetivo principal es movilizar conciencias y hacer una llamada de atención sobre un problema que traspasa fronteras y que se hace invisible aunque sus víctimas sufran a pocos metros de nosotros”. Una obra de arte que nace de la concienciación social y que destaca por esa belleza de lo que no es simétricamente perfecto.
Detrás de las participantes se esconden historias apasionantes alrededor del mundo. Desde Ginebra a Israel, pasando por África y desde Madrid a Avignon, Cuba y México, pequeñas niñas de 8 años a mujeres de avanzada edad se han unido con un objetivo común. La puesta en marcha de este proyecto artístico ha propiciado incluso la ruptura de un silencio que encubría las lágrimas negras de violencia de género en algunos casos y ha promovido debates familiares sobre la trata y la sexualidad.
Entre las historias de quienes han dedicado sus costuras a luchar contra la esclavitud sexual, ‘Lágrimas Negras’ se ha encontrado con el ímpetu de mujeres de la aldea de Narok (Kenia) cuyos cañamazos han llegado a través de una doctora de Médicos Sin Fronteras. También por la insistencia de hombres que han participado cosiendo sus cañamazos y que han sido firmados por sus mujeres para poder formar parte del proyecto o incluso un militar que no cesó en su empeño en participar y que es, como tiene que haber en todo lugar, esa excepción que confirma la regla.
Pese a las restricciones para navegar por Internet, también pudieron participar un buen número de mujeres cubanas avisadas a través de correo electrónico por artistas mexicanas o una anciana ciega ayudada por sus familiares. Además ‘Lágrimas Negras’ ha sido el último proyecto que ha llevado a cabo como mujer, una participante que acaba de someterse a una operación de cambio de sexo.